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PRESENTACIÓN EN ITRABO, LA SOLEDAD DE UNA MUJER TOMO IV POR LOS CAMINOS DE LA VIDA

Como un pródigo viajero que llega a la tierra prometida, donde tuvo la fortuna de nacer, Marcelino Arellano deshace su maleta en Ítrabo, con el rescatado fuego de la nostálgica memoria, que siempre deja quemantes fragancias del pasado.

Permitidme, a modo de prefacio, exponer las cómplices vivencias que compartí con el autor, antes de la presentación.

Fundiéndonos en el hechizo del entorno, los recuerdos se iban haciendo vino poderoso, embriagando rostros y nombres que testificaron la bulliciosa adolescencia de Marcelino.

Un familiar sonido de campanas y un cristalino alfabeto de pájaros,  entre los latidos telúricos de barrancos, quebradas y picachos, nos dejaba un cromático resplandor en las pupilas, con el fluir de una inocencia primitiva, que otorgaban los aromas salinos de una  auroral brisa del mar, al fondo.

Mas, pasemos a la presentación de su libro, “La Soledad de una Mujer”.

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En el Salón de Actos del Ayuntamiento de Ítrabo, rebosado su aforo por entusiastas asistentes y con una mesa presidida por el Alcalde, Antonio Jesús Carrascosa, acompañado por la Concejala de Cultura, María Ángeles Fernández y compuesta por Marcelino Arellano, Pepe Segura y el autor de este artículo, como presentador.

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El libro, en principio, contempla las tres fases que puede contener un relato: testimonial, literario e histórica. De esta forma, Marcelino  fue entretejiendo la fantasía con testimonios personales y apuntes históricos entresoñados.  Sus personajes logran, en algunos pasajes, una fuerte verosimilitud y acentos, que se antojan como reales.

Resurgiendo, desde su propio texto, comprobamos la ternura con la que nos explica la llegada de su abuelo, Marcelino Arellano Guerrero , desde Guájar Alto a Ítrabo. En este relato, rememora los vibrantes tesoros de la Sierra de Ubrique.

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La soledad de una mujer, está marcada por el azar de la llegada de la pueblerina protagonista a Barcelona, después haber sido violentada su virtud, por los halcones de violentos deseos y una obcecada obsesión pasional.

En el mismo relato, existe una cierta crítica social hacia los emigrantes andaluces, que una vez rehechas sus vidas en Cataluña , nunca más volvieron a “las tierras de sus viejos”, aunque las cruces de los cementerios estuviesen tiradas en la tierra y la frondosa hierba  ocultara las tumbas de sus familiares.

Como erótica dádiva literaria me pareció la escena de amor, en el relato

“la pastora de Alpujarra”. Con vehemencia,  Marcelino resuelve el suceso amoroso de esta forma: Luz sintió en sus entrañas todas las luces madrugaduras  del alba, que después fueron las tonalidades rojas de los atardeceres en la Alpujarra… tras el porche se durmió el tiempo, la noche ocultó la palidez de la rosa deshojada, esa rosa, que ya nunca más se abriría sus pétalos a la ilusión, ni al rocío de la mañana.

Marcelino, también explora el desamor, la agonía amorosa, donde las caricias se rompen como cañas secas y los ojos  destilan el hastío de los días iguales. Sí, cuando los cuerpos que eran fantasía de soles, pentagrama de labios, melodía de besos, se van haciendo gimientes latidos de soledad.

Personalmente, siguiendo las estelas de su otro relato ,  pienso que Marcelino Arellano está enamorado de su personaje Morayma.  Aquí, el autor establece una armónica alianza con el lejano presente y una imagen histórica invocada que resurge. Textualmente: “En un suntuoso palacio en Loja, donde sus jardines no tenían nada que envidiar a los de Alhambra, vivía Morayma.  Sus ojo eran verdes como las esmeraldas de la corona de Boadil; su tez  era blanca y suave, pero no pálida, una preciosa mata de pelo negro le llegaba a la cintura.  Los vestidos y sandalias estaban bordados con hilo de oro y cubría su cabeza con un velo sujeto a la frente por una cinta azul, bordada con bella pedrería de colores diamantinos.”

En definitiva,  entre esta algarabía de situaciones festivas y dramáticas, “La Soledad de una Mujer” nos ofrece, una original forma de analizar imágenes altamente significativas y que abordan un contenido emocional de soledades, amores y desamores, junto con vivencias diseñadas por la aleteante nostalgia.

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Tengo que destacar, que todo el contenido está constelado por el soplo poético, que suele fecundar sus relatos e ilumina horizontes versificadores con anímica emoción.

Esperamos, con expectación, que el Tomo V, “Por los caminos de la Vida”, nos siga otorgando, por los jardines de la palabra, la fogosidad de su onírico y sugerente mundo literario.

 

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Alfonso Monteagudo

1 thought on “PRESENTACIÓN EN ITRABO, LA SOLEDAD DE UNA MUJER TOMO IV POR LOS CAMINOS DE LA VIDA

  1. Una bonita descripción y muy rica en matices poeticos la que as hecho querido amigo Alfonso, del libro de nuestro querido Marcelino, me ha gustado. En esta ocasión no fue posible mi presencia en dicho acto, y bien que lo senti. Un fuerte a brazo para los dos.

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