PRESENTACIÓN DEL LIBRO LA HUELLA DEL SEÑOR

El pasado día 15 de diciembre, en el marco incomparable de la Catedral de Palma de Mallorca, tuvo lugar la presentación del libro editado por la Editorial Granada Club Selección “La Huella del Señor”, de Monseñor D. Sebastiá Taltavull Anglada, obispo de Palma de Mallorca.

Intervención del periodista Xavier Bonet, director de Cope Mallorca

EL ACTO CONTÓ CON LAS SIGUIENTES PERSONALIDADES:

Intervinieron: D. Carlos Osoro, Cardenal-Arzobispo de Madrid mediante una muy sentida alocución en vídeo, D. Teodor Suau, Decano-presidente del Capítulo de la Catedral de Mallorca, profesor y escritor, que ha tenido diversos cargos y responsabilidades a nivel diocesano en Mallorca, Superior y Rector del Seminario Mayor de Mallorca, director del Centro de Estudios Teológicos de Mallorca (CETEM) en diversos periodos y profesor del mismo en la actualidad; Dª Cori Casanova, médico foniatra, profesora de Blanquerna – Universitat Ramon Llull de Barcelona, profesora de la Escuela Superior de Música de Catalunya, y Presidenta de Acción Católica General de Barcelona; D. Eduard Rigo, licenciado en Psicología por la Universidad de Barcelona y Doctor en Psicología, y Catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de las Islas Baleares; Dª Catalina Mir, coordinadora del área caritativa del obispado de Mallorca, responsable del área para la pastoral caritativa y social de la diócesis de Mallorca; D. Damià Vidal, Doctor en Informática, profesor titular del área de Arquitectura y Tecnología de Computadores durante veinte años en la Universidad de las Islas Baleares y escritor; D. Diego Sabiote, Licenciado en Filosofía y en Teología, profesor emérito de Filosofía de la Universidad de la Islas Baleares, poeta y promotor del Premio de Derechos Humanos del Proyecto Nacional de Cultura Granada Costa y del libro de homenaje al obispo de Mallorca; y, finalmente, intervino el Rvdo. Sr. D. Sebastià Taltavull, obispo de Mallorca. El acto finalizó con un breve concierto de órgano, el preludio en sol mayor del compositor del siglo XVII Dietrich Buxtehude, pieza escogida para este evento, a cargo de D. Bartomeu Mut, organista titular de la Catedral de Mallorca.

El acto fue presentado por el periodista Xavier Bonet, director de Cope Mallorca.

Estuvieron presentes laicos y presbíteros de otras tierras, entre ellas de Menorca, por ejemplo, el grupo encabezado por D. Gerard Villalonga, Administrador Diocesano de la diócesis de Menorca. Entre otras autoridades civiles y militares, asistieron el alcalde de Palma, D. José Hila, y el presidente del Consell Econòmic i Social de les Illes Balears y ex-rector de la Universidad, D. Llorenç Huguet.

Intervención de Monseñor D. Sebastià Taltavull Anglada

Durante el acto de presentación, tomó la palabra Monseñor D. Sebastià Taltavull Anglada:

COMPARTIENDO ALEGRÍAS Y ESPERANZAS, TRISTEZAS Y ANGUSTIAS,

Y CON SU ECO EN NUESTRO CORAZÓN DE DISCÍPULOS

No tengo palabras para expresar mi sincero y humilde agradecimiento a los que han tenido la iniciativa de esta extensa obra al pedirme a mí participar con algunos escritos y a cuantos han colaborado en esta edición. Vaya, a la vez, mi reconocimiento agradecido a quienes componen la Asociación Proyecto Nacional de Cultura Granada Costa por otorgarme este premio Humanidades en la modalidad de Derechos Humanos, y los que han trabajado esta edición. Un premio que, ya de entrada, quiero compartir con las innumerables persones con las que me he encontrado a lo largo de mi vida y de las que he aprendido tanto y sigo aprendiendo, y con quienes he compartido vida de familia, colegio, seminario, estudios universitarios, vida sacerdotal y episcopal en sus diferentes niveles de acción pastoral en diversas parroquias y diócesis, allí donde la Iglesia me ha enviado a trabajar como pastor. En todo este camino me he encontrado con todo un pueblo de sabios maestros, gente sencilla, sobre todo, y con la que he compartido lo que el Concilio Vaticano II dice con tanto acierto a la hora de definir la misión de la Iglesia en nuestro mundo de hoy y que son «las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres y mujeres de nuestro tiempo» porque son las de los discípulos de Jesús (cf. Gaudium et spes, 1). Al referirse a los discípulos, siempre me ha impresionado enormemente la frase que dice a continuación y que ha fortalecido la orientación de la misión a llevar a término, personas y lugares, al decir que «nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón». He intentado que éste fuera siempre el punto importante de referencia.

Qué maravillosa intuición la del Concilio Vaticano II –es la voz del Espíritu Santo a su Iglesia y al mundo– la de ya señalar una Iglesia en salida, de la que nos habla tanto y con tanto acierto el papa Francisco al decir que «es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan…» Una Iglesia en salida que sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos. Una Iglesia que vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia de Dios y su fuerza difusiva. Jesús lavó los pies a sus discípulos. El Señor se involucra e involucra a los suyos, poniéndose de rodillas ante los discípulos para lavarlos, y luego les dice: «Seréis felices si hacéis esto» (Jn 13,17). Es la comunidad evangelizadora la que se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, que achica distancias, que se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo. Los evangelizadores tienen así «olor a oveja» y éstas escuchan su voz.

Sigue diciendo el papa Francisco que la Iglesia en salida acompaña la humanidad en todos sus procesos, por más duros y prolongados que sean. Sabe de largas esperas y de aguante apostólico. La evangelización tiene mucho de paciencia, y evita maltratar límites. Está siempre atenta a los frutos, porque el Señor la quiere fecunda. Cuida el trigo y no pierde la paz por la cizaña. El sembrador, cuando ve despuntar la cizaña en medio del trigo, no tiene reacciones quejosas ni alarmistas. Encuentra la manera de que la Palabra se encarne en una situación concreta y dé frutos de vida nueva, aunque en apariencia sean imperfectos o inacabados. El discípulo sabe dar la vida entera y jugarla hasta el martirio como testimonio de Jesucristo, pero su sueño no es llenarse de enemigos, sino que la Palabra sea acogida y manifieste su potencia liberadora y renovadora. La Iglesia en salida, en su forma gozosa de evangelizar se vuelve belleza en la liturgia en medio de la exigencia diaria de extender el bien. La Iglesia evangeliza y se evangeliza a sí misma con la belleza de la liturgia, la cual también es celebración de la actividad evangelizadora y fuente de un renovado impulso donativo” (cf. Evangelii gaudium, 24).

Intervención de D. Diego Sabiote

La herencia conciliar que hemos recibido desgrana en su conjunto y detalla punto por punto la misión de esta Iglesia en sus documentos, una Iglesia de la que dice que «está integrada por hombres y mujeres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria con el género humano y de su historia». A toda esta visión y como hoja de ruta hay que situar todo el pensamiento social de la Iglesia expuesto en infinidad de documentos desde los primeros siglos con los Santos Padres hasta nuestros días, documentos que hoy más que nunca son de obligada lectura y cumplimiento, ya que se trata del Evangelio encarnado en cada circunstancia histórica.

En esta línea, la proclamación de los Derechos Humanos del año 1948 y las declaraciones posteriores concretando estos Derechos, han constituido el elemento clave para el diálogo con la sociedad que, de entrada, los admite, aunque no siempre han formado parte de su estructura jurídica, aunque estén en sus declaraciones de principios. Éste es el paso que muchos países aún han de dar, paso incluso difícil por la presión que reciben de determinadas facciones de la sociedad, que, en su práctica legislativa, ideológica y de comportamiento, entran en contradicción con los principios que proclaman y la práctica real que luego proponen a través de las leyes.

Lo mencioné en una de las presentaciones de la encíclica Pacem in Terris de San Juan XXIII, al decir que esta encíclica Paz en la tierra es una exposición detallada de los derechos a la existencia y a un nivel de vida digno, a los valores morales y culturales, a honrar va Dios según el dictamen de la recta conciencia, a la libertad de elección del propio estado, a los derechos referentes al mundo económico, a los derechos de reunión y asociación, al derecho de emigración e inmigración, y a los derechos políticos. Todo ello queda completado con la exposición de los deberes respectivos y verificado por su relación directa con la Biblia, la cual contiene la raíz tanto de los derechos humanos como de los deberes que son la demostración de su cumplimiento.

La misma encíclica Paz en la tierra pide que «los derechos recíprocos y los deberes correspondientes sean reconocidos. Se trata, además, de una convivencia que se realiza según la justicia o en el respeto efectivo de aquellos derechos y en el cumplimiento leal de los deberes respectivos; además es vivificada por un amor tal, que hace sentir como propias las necesidades y exigencias del otro, hace que los otros participen de los propios bienes y procura que sea siempre más vivida la comunión en el mundo de los bienes espirituales» (Pacem in Terris, 35).

Sobre la convivencia humana llegará a decir que «ha de ser considerada sobre todo como un hecho espiritual» (íbid., 36) porque impulsa a los hombres, iluminados por la verdad, a comunicarse entre sí los más diversos conocimientos; a defender sus derechos y cumplir sus deberes; a desear los bienes del espíritu; a disfrutar en común del justo placer de la belleza en todas sus manifestaciones; a sentirse inclinados continuamente a compartir con los demás lo mejor de sí mismos; a asimilar con afán, en provecho propio, los bienes espirituales del prójimo. Todos estos valores informan y, al mismo tiempo, dirigen las manifestaciones de la cultura, de la economía, de la convivencia social, del progreso y del orden político, del ordenamiento jurídico y, finalmente, de cuantos elementos constituyen la expresión externa de la comunidad humana en su incesante desarrollo.

En este momento hay muchos frentes abiertos al diálogo para que el reconocimiento de los Derechos Humanos tenga plena vigencia entre nosotros y sean un punto de encuentro para que juntos –Iglesia y los diferentes estamentos de la sociedad– trabajemos en la consecución del bien común, motivo a través del cual nadie puede negarse a colaborar corresponsablemente. Todo ello tiene que llevarnos a una recta comprensión de la laicidad, tantas veces reducida a un laicismo que sólo conduce a una reducción de visión e introduce la presión antidemocrática de imponer un pensamiento único. Creo sinceramente que los valores cristianos –toda la propuesta que hay en el Evangelio– tienen cabida en una sociedad laica y pueden ser asumidos por cualquier persona y vividos también como punto de encuentro. Ya que se trata de un bien para todos, tenemos el derecho de proclamar estos valores evangélicos, hacerlos vida y proponerlos a la sociedad. En una sociedad como la nuestra, todo aquello que es bueno y digno y es un bien para todos debe tener cabida. No convirtamos lo laico en laicista, excluyendo la aportación cristiana e ignorando el Evangelio.

Vivimos un cambio de época y con continuos cambios de escenario cultural. Un cambio que se percibe en todos los niveles de la comunicación humana y en el pensar, decir y hacer de las personas. Un momento excepcional para que la coherencia entre lo que creemos y lo que vivimos sea nuestra credencial y a la vez dé credibilidad a nuestra propuesta, más aún si está enraizada en el Evangelio. La experiencia de sinodalidad que nos define como Iglesia ha de ser el núcleo que dé fuerza y contenido a toda actuación por mejorar nuestras relaciones humanas e institucionales a todos los niveles mediante el diálogo y diseñar el camino que juntos hemos de realizar, incluso en tiempos de pandemia y de cualquier contratiempo, para reforzar aún más los vínculos de amistad y solidaridad.

Intervención de D. Damià Vidal

El papa Francisco, en su encíclica Fratelli tutti (n. 197) y aplicándolo al quehacer político aplicable a cada uno, señala unas preguntas que pueden hacernos reflexionar si las hacemos nuestras y nos sentimos comprometidos en un proyecto común: «Pensando en el futuro, algunos días las preguntas tienen que ser: «¿Para qué? ¿Hacia dónde estoy apuntando realmente?». Porque, después de unos años, reflexionando sobre el propio pasado la pregunta no será: «¿Cuántos me aprobaron, ¿cuántos me votaron, ¿cuántos tuvieron una imagen positiva de mí?». Las preguntas, quizás dolorosas, serán: «¿Cuánto amor puse en mi trabajo, en qué hice avanzar al pueblo, qué marca dejé en la vida de la sociedad, qué lazos reales construí, qué fuerzas positivas desaté, ¿cuánta paz social sembré, ¿qué provoqué en el lugar que se me encomendó?». Añadirá que se trata de acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscar puntos de contacto, todo eso se resume en el verbo «dialogar».

También ha sido mi grata sorpresa conocer los escritos aportados a esta obra y que son para mí una prueba de afecto y amistad. Sólo me queda agradecéroslo de corazón, ya que el camino lo hemos hecho y seguimos haciéndolo juntos, con esta calidad sinodal que define un trabajo compartido bien hecho y una relación cordial, y que quiero aplicar, definir y agradecer con las mismas palabras de Jesús dirigidas a sus discípulos, palabras que elegí como lema episcopal y son para mí un gozo y una tarea diaria que quiero compartir: «Vos amici mei estis», «Vosaltres sou els meus amics», «Vosotros sois mis amigos» (Jn 15,14). ¡Con todo mi afecto!

Firma de libros

El 7 de marzo de 2020, a petición de D. Diego Sabiote Navarro, se reunió el Jurado de Premios Y Distinciones del Proyecto de Cultura Granada Costa, alcanzándose el siguiente acuerdo:

PREMIO DERECHOS HUMANOS 2020

MONS. SEBASTIÀ TALTAVULL ANGLADA

Reunido el jurado de premios y distinciones del Proyecto Nacional de Cultura Granada Costa en sesión extraordinaria, a propuesta del Subdirector y Delegado Nacional de Literatura de la Academia de las Ciencias, Bellas Artes y Buenas Letras Granada Costa, Don Diego Sabiote Navarro, el día 7 de marzo de 2020, se acuerda por unanimidad conceder el Premio Derechos Humanos 2020 al Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Sebastià Taltavull Anglada, en reconocimiento a los méritos excepcionales en defensa de los Derechos Humanos en sus más diversos registros: religiosos, políticos, sociales, culturales, etc.

Monseñor Taltavull ha sabido plasmar, en su proyecto pastoral, el mensaje evangélico del Papa Francisco de ir al fondo de la Buena Noticia de Salvación, y ha puesto el estandarte de las bienaventuranzas como bandera para toda la Diócesis de Mallorca. En tiempo récord ha espoleado las conciencias acomodaticias de los católicos mallorquines, incitándoles al compromiso radical de la vivencia evangélica, y ha marcado, con nitidez, las prioridades de compromiso cristiano: deportados, inmigrantes, encarcelados, geriátricos, pobres y excluidos de todos los signos. Motivos, todos los anteriores, en los que se basa este jurado para concederle el «Premio Derechos Humanos» de la Asociación Cultural Proyecto Nacional de Cultura Granada Costa.

Carlos Álvaro Segura Venegas

Secretario del proyecto Nacional de Cultura Granada Costa

Monseñor D. Sebastià Taltavull recogiendo el Premio Humanidades en el Palacio de la Prensa de Madrid

El día 2 de abril de 2022, en el Palacio de la Prensa de Madrid, se entregó el galardón y se presentó por primera vez el libro “La Huella del Señor”. Desde marzo de 2020 hasta finales de 2021, D. Diego Sabiote Navarro y D. Damià Vidal coordinaron rigurosamente una relación inmensa de colaboradores para darle forma a la obra magna que al final resultó siendo este libro. Esta no ha sido una tarea fácil, pero con perseverancia y mucho trabajo duro se ha conseguido aunar en una misma obra a muchas de las voces más prestigiosas del panorama internacional en temas tan importantes como la religión, la política, la psicología y la filosofía, entre muchos otros.

COLABORADORES

Adrover Vallbona, Josep, 766

Alcover, Norberto, 833

Almuni de Muga, Anna, 634

Amat, Maria Dolors, 614

Amengual, Gabriel, 846

Andreu Alcina, Joan, 772

Armengol Socias, Francina, 457

Atarés i Solans, Esperança, 479

Aymar i Ragolta, Jaume, 645

Bacardit, Salvador, 674

Bagur, Josep, 587

Barceló Crespí, Maria, 909

Barceló Martí, Joana, 466

Bassas, Antoni, 619

Bausà Puigserver, Joan, 725

Bennàssar Vicens, Bartomeu, 758

Besora Baraldès, Claustre, 602

Bestard Comas, Joan, 757

Blázquez Pérez, Ricardo, 451

Bonet, Xavier, 790

Camps i Sala, Esteve, 611

Capel Molina, José Jaime, 711

Casanova, Cori, 657

Casasnovas Camps, Miquel À., 563

Català, Tomeu, 756

Cirer, Catalina, 474

Cladera i Crespí, Catalina, 464

Cladera, Mateo, 831

Comunitat de Sant Benet de Montserrat

i Santa Família de Manacor, 482

Conesa Ferrer, Francesc , 486

Cuní, Josep, 617

del Olmo, Cristina, 700

Delgado, Bernardo J., 844

Dols, Nicolau, 936

Dubón Pretus, Diego, 554

Estelrich i Massutí, Pere, 770

Faner Bagur, Joan Bosco, 516

Faulí, Jordi, 613

Fernández Guisasola, Susana, 661

Fernández, Jesús, 496

Fraternidad Misionera Verbum Dei, 775

Fuentes Alcántara, Fernando, 707

Gabarró, Jaume, 481

Galceran, Mar, 639

Gambús Saiz, Mercè, 903

Garcia i Clavel, Ignasi, 652

García de Andoin, Carlos, 709

Gastalver Martín, Mariano, 736

Gayà, Jordi, 764

Gener Fernández, Mª Ignàsia, 575

Gener Llopis, Maria, 801

Genovart Orell, Andreu, 741

Gomila Lluch, Joana, 466

González Faus, José Ignacio, 727

Gordo Rodríguez, Sergi, 505

Grimalt, Josep A., 853

Grupo de jóvenes del MUEC, 584

Hila Vargas, José, 471

Huguet i Rotger, Llorenç, 462

Ibáñez, Eduard, 670

Janer Manila, Gabriel, 901

Jubany, Josep M., 648

Julià i Seguí, Gabriel, 539

López Casasnovas, Guillem, 621

López Casasnovas, Joan F., 524

Manguán Martínez, Josep, 519

March Cerdà, Martí X., 467

Martorell Adrover, Jaume, 815

Martínez Sistach, Lluís, 453

Martínez, Montserrat, 642

Mascaró Puntí, Esther, 590

Mateos Pérez, Juan Antonio, 675

Mateu Conti, Domingo, 795

Mateu, Gregori, 836

Matías, José, 644

Mercant Simó, Jaime, 745

Mesquida, Carme, 485

Mir, Catalina, 840

Moreno Losada, José, 702

Munar Servera, Francesc, 779

Noguera Estarellas, Miquel, 838

Oliver Araujo, Joan, 862

Oliver Colom, Margalida, 784

Oliver Jaume, Jaume, 930

Oliver Lladó, Antònia G., 850

Ollero Tassara, Andrés, 460

Ollé Ribalta, Ramón, 693

Omella, Juan José, 445

Ortín, Aureli, 642

Osoro, Carlos, 447

Parellada, Josep-Enric, 627

Piris, Joan, 488

Pié, Salvador, 664

Piña Homs, Román, 858

Pla i Arxé, Ramon, 607

Pons Fraga, Josep, 568

Pons, Pere Antoni, 821

Pons, Ponç, 528

Prat i Pons, Ramon, 630

Puig i Tàrrech, Armand, 624

Pérez Pueyo, Ángel Javier , 492

Pérez Testor, Carles, 689

Quintana, Josep M., 558

Ramis Barceló, Rafael, 865

Ramis Darder, Francesc, 923

Rigo Carratalá, Eduardo, 879

Riutort Cloquell, Margalida M., 811

Romero, Maite, 644

Sabiote Mercadal, Roser, 806

Sabiote, Diego, 937

Salord Ripoll, Josefina, 534

Santandreu i Sureda, Jaume, 686

Sastre i Portella, Josep, 579

Sastre Moll, Jaume, 544

Seguí Pons, Joana Maria, 472

Serra Busquets, Sebastià, 895

Soler, Josep Mª, 477

Suau i Puig, Teodor, 718

Taltavull Anglada, Sebastià, 41, 45, 48, 51, 54, 57, 61, 65, 71, 74, 80, 83, 86, 89, 91, 93, 96, 99, 103, 121, 141, 157, 167, 195, 206, 226, 241, 259, 279, 299, 314, 329, 341, 352, 355, 367, 372, 397, 406

Terribas, Mònica, 605

Torralba, Francesc, 636

Vadell i Ferrer, Antoni, 503

Vazquez, Jaime, 935

Vidal i Rodríguez, Damià, 888

Villalonga Hellín, Gerard, 513

Vives Gomila, Maria, 550

Viza, Olga, 793

El eje central de la obra es Monseñor D. Sebastià Taltavull, del cual exponemos su biografía a continuación:

Mons. Sebastià Taltavull nace en Ciutadella de Menorca (Baleares), el 28 de enero de 1948. Después de los primeros estudios en la Compañía de María y en el Colegio salesiano, en 1959 ingresa en el Seminario diocesano de Menorca y cursa los estudios de Humanidades, Filosofía y Teología. El 23 de septiembre de 1972 recibe la ordenación sacerdotal en la Catedral de Menorca, después de cursar estudios en la Facultad de Teología de Cataluña y obtener la Licenciatura en Teología dogmática. El mismo día de la ordenación sacerdotal es nombrado director de la Casa diocesana de Espiritualidad de Monte Toro (1972-1984) y delegado diocesano de Juventud (1972-1989). Dos años después, Rector del Santuario Diocesano de la Virgen de Monte Toro, patrona de Menorca (1975-1984). Es elegido secretario del primer Consejo Diocesano de Pastoral (1973-1977) y secretario del Consejo del Presbiterio y Colegio de Consultores (1983-1989). Fue consiliario del Movimiento de Jóvenes Cristianos, de grupos de Revisión de Vida del MUEC y de Escultismo entre 1977 y 1989. Recibe el encargo de formador (1977-1984) y profesor de Teología dogmática (1977-1994) del Seminario y del Instituto Diocesano de Teología. Fue rector del Seminario Diocesano de 1995 a 2002. En 1984 es nombrado rector de San Rafael de Ciutadella, cargo que desempeña hasta 1992, año en que es nombrado consiliario del Centro Catequístico de San Miguel (1992-2005). El 23 de septiembre de 1989 es nombrado vicario general de la Diócesis de Menorca y moderador de la Curia, cargos que desempeña hasta el año 2002, cuando es nombrado rector de Ntra. Sra. del Rosario de la Catedral y de San Francisco de Asís de Ciutadella y elegido decano-presidente del Capítulo y Penitenciario de la Catedral (2002-2005). Le es asignada la labor de moderador de la Asamblea Diocesana de Menorca celebrada entre los años 1996-1998. Además de trabajar en el Secretariado Diocesano de Catequesis en los departamentos de Catequesis de Adolescentes y Jóvenes (1973-1995) es nombrado delegado diocesano de Catequesis (1989-1995) y forma parte del Secretariado Interdiocesano de Catequesis de Cataluña y Baleares (SIC), dedicándose especialmente a la catequesis de adolescentes, jóvenes y catequesis familiar. Como consiliario ha trabajado en los Equipos de Matrimonios de Nuestra Señora (1988-2005) y se ha dedicado a la preparación y formación de catequistas (1973-1998) y de los matrimonios catequistas de grupos de Catequesis familiar (1998-2005).

Para 2002-2005 fue nombrado delegado diocesano de Medios de Comunicación Social y para las Relaciones Institucionales. Fue nombrado obispo auxiliar de Barcelona por Benedicto XVI el 28 de enero de 2009 y recibió la ordenación episcopal el 21 de marzo de 2009. En la CEE desde el año 2002 ha sido miembro del Consejo Asesor de la Subcomisión de Catequesis y desde junio de 2005 director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Pastoral de la Conferencia Episcopal Española hasta su nombramiento como obispo. Desde 2009 hasta 2011 fue miembro de esa comisión.

En 2011, fue elegido Presidente de la Comisión. El 13 marzo 2014 volvió a ser elegido presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral en la CIII Asamblea Plenaria. Día 8 de septiembre de 2016 el papa Francisco le nombró administrador apostólico de Mallorca, cargo que desempeña conjuntamente con el de obispo auxiliar de Barcelona. Día 19 de septiembre de 2017 el papa Francisco lo nombra obispo titular de la Diócesis de Mallorca, de la que toma posesión e inicia su ministerio episcopal el 25 de noviembre de 2017. Ha formado parte de la Comisión Episcopal de Pastoral como presidente dos trienios, de la Comisión de Pastoral Social, con el encargo del departamento de Justicia y Paz. Actualmente es miembro de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social.

Carlos Álvaro Segura Venegas

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