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PRESENTACIÓN DEL LIBRO “EL ESPLENDOR DEL ARCOIRIS”, DE MARCELINO ARELLANO ALABARCES

PREMIOS DE DIBUJOS

Carlos Benítez Villodres

Málaga

Con gran afluencia de público, se celebraron el pasado 7 de abril dos eventos culturales en el Salón de Actos de la Nave de la Barrera del Edificio Multiusos de Ítrabo (Granada), con motivo de la Semana Cultural 2018 de esta Villa bella y atrayente, mágica y generosa, que a continuación detallo.

En primer lugar, se celebró la entrega de premios del Concurso de Dibujo a los galardonados, alumnos del C.E.I.P. Nuestra Señora de la Salud (infantil y primaria) los premiados, según sus edades, son:

Premio de infantil: Irene Castillo Pulido, diploma y material escolar.

Premio de infantil: José González Bueno, diploma y material escolar.

Premio de infantil: Jesús Hidalgo Pérez, diploma y material escolar.

Primer premio de primaria: Jeanette Martín Espinosa, diploma y una Tablet de 7´´.

Segundo premio de primaria: Judit Márquez Martín, diploma y material escolar.

Tercer premio de primaria: Laura Bustos Jiménez, diploma y lote de libros.

Este año se quiso reconocer también el trabajo realizado por los alumnos del aula específica del colegio y, por ello, se hace entrega de un lote de material escolar a:

Joaquín Jiménez Sánchez

Iker Béjar Gómez

Cornel Grigori Boroica

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En segundo lugar, se procedió a la entrega de premios del Concurso Internacional de Poesía “Poeta Marcelino Arellano Alabarces”, convocado por el Ayuntamiento de Ítrabo.

La mesa presidencial la compusieron Antonio Jesús Carrascosa Valverde, alcalde-presidente del Ayuntamiento de esta Villa granadina, Mari Ángeles Fernández Ruiz, concejala de Cultura, José Segura Haro, presidente de la Fundación “Granada Costa” y director del periódico “Granada Costa. Proyecto Nacional de Cultura”, Marcelino Arellano Alabarces, escritor y poeta, y Carlos Benítez Villodres, escritor, poeta y periodista. Actuó de presentadora María Venegas.

Los nombres de los ganadores son los siguientes:

Primer premio al poema PALABRAS PARA CRISTO DE UNA MONJA DESCALZA de Miguel Sánchez Robles.

Segundo premio al poema CICATRICES de Juan de Molina.

Premio local al poema DANZA DE COLORES de María Dolores Alabarces Villa.

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Finalizada la entrega de los premios del Concurso Internacional de Poesía “Poeta Marcelino Arellano Alabarces”, comenzó la presentación del libro “Por los caminos de la vida”. Tomo V. “El esplendor del arcoiris”, de Marcelino Arellano Alabarces.

Abrió el acto, la concejala de Cultura, quien dijo unas palabras sobre dicho Certamen y sobre el poeta Marcelino Arellano.

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Seguidamente, el Sr. Arellano Alabarces se dirigió a las personas asistentes a este acontecimiento cultural, realizando una semblanza de Carlos Benítez Villodres, introductor de la obra “El esplendor del arcoiris”.

Tras la disertación del autor de la obra ya mencionada, tomó la palabra el presentador y, tras los agradecimientos de rigor, manifestó: presentar a Marcelino Arellano Alabarces, el hombre, el poeta, el escritor…, es siempre un alto honor, una delectación sin límites para quien ha sido elegido por los hados para tal menester. Y, si tal compromiso se hace realidad, precisamente, en el lugar en donde nació el presentado, la satisfacción, el orgullo del presentador es aún más fascinante, de mayor magnitud, más espléndido.

Me consta que la Villa de Ítrabo es un manantial de gratitud infinita a este hijo de sus entrañas, por el amor tan radiante y exuberante que Marcelino le tiene a su pueblo, en donde nació y pasó su infancia y adolescencia, ya que con 16 años marchó a Palma de Mallorca por causas imprevisibles del destino, y por la proyección, yo diría a nivel mundial, que este gran hijo de Ítrabo realiza del lugar, en donde tiene sus raíces, y de las gentes, sus paisanos de ayer, de hoy y de siempre. En los años que lleva Marcelino viviendo lejos de su pueblo, nunca ha dejado de venir a él, porque, aunque su vida camina por otros lugares, como acabo de manifestar, siempre tiene a “su” Ítrabo en el lugar más privilegiado de su corazón.

Marcelino es para mí, también para muchas personas que bien lo conocen, un guerrero de la cultura. Un guerrero infatigable y entusiasta, sencillo y natural, entregado en cuerpo y alma a su gran amor: el cultivo de la sabiduría. Sus pasos siempre han ido y van, Dios quiera que continúen por mucho tiempo, encaminados hacia la mayor grandeza y esplendor de la cultura. “Sólo el que sabe es libre, refiere Miguel de Unamuno, y más libre el que más sabe… Sólo la cultura da libertad. No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas; no la de pensar, sino dad pensamiento. La libertad que hay que dar al pueblo es la cultura”.

Todos los aquí presentes y la inmensa mayoría de los que no lo están sabemos que la incultura de un pueblo, estanca, paraliza a sus gentes, marchitándolas hasta en sus raíces más profundas. Pero a veces somos tan conformistas, tan permisivos y tan reacios que, cuando más sed tenemos, más nos alejamos o permitimos que nos alejen del agua, o lo que es aún peor, que nos la arrebaten.

No olvidemos que siempre debemos tener abiertas todas las puertas y ventanas de nuestro intelecto y de nuestro corazón para que la luz de cada nuevo día penetre hasta sus últimos rincones. Quien así actúa, como es el caso de Marcelino, nunca permanece ajeno e impasible ante el hambre de cultura y de pan que padece día a día una parte importante de la humanidad.

Aunque nuestro poeta y escritor lleve tantos años en Palma de Mallorca, sus sentimientos y su forma de ser y de pensar son genuinamente andaluzas. Yo, que tengo el privilegio de conocerlo bien, afinaría aún más y diría que son y serán por siempre típicamente granadinas, porque Granada y especialmente Ítrabo, moran y palpitan en los hondones de su ser, en donde Marcelino las mima como uno de los tesoros más valiosos que posee.

La lectura de un buen libro, como es “El esplendor del arcoíris”, proporciona una de las mayores satisfacciones que puede sentir el ser humano. Dice Amélie Nothomb que la lectura es “el lugar privilegiado de la admiración”. Ciertamente, Marcelino logra, con esta obra, que el lector considere, con estima o agrado especiales, la trama de dicha narración, la cual llama su atención, constantemente, por sus cualidades extraordinarias. Sin duda, “El esplendor del arcoiris” es un libro tan delicioso que es capaz de complacer al lector más exigente. Con una sorprendente dote de creatividad literaria, su autor se introduce en cada personaje, en cada situación, en cada lugar de la Alhambra… con su magia de escritor ya consagrado.

Obviamente, Marcelino escribe a sabiendas de que lo que se siente no puede separarse de lo que se piensa. Ello le lleva al escritor a crear su novela, actividad esta, basada en el equilibrio esencial de la narrativa más sublime, consolidando en dicha estabilidad un método específico de construcción literaria, las estructuras y los contrastes lingüísticos necesarios para la exposición, así como el potencial catalizador y preciso y acertado que surge, con rigurosidad, de su psique. La prosa del autor itrabeño es el lugar más idóneo y, por ende, productivo de la escritura, de una escritura sin ataduras a lo habitual, libre, una auténtica labor literaria que rompe moldes e imaginaciones oportunistas, aunque se encuentren fuera del marco de la literatura novísima.

La voluntad de escribir de Marcelino se manifiesta, en toda su obra creativa, como una novedad aperturista de lo más peculiar, desmoronando cualquier constricción al uso.

Los relatos narrados por Marcelino, en “El esplendor del arcoiris”, aparecen en dicha obra con una prosa sobradamente estremecedora, que se manifiesta con densidad y viveza. Dicha prosa, que abarca los procesos memorísticos y la sorpresa, el impacto y la magia, la búsqueda y el hallazgo…, ofrece la placidez exquisita de ese milagro estético que representa la auténtica “narrativa”.

Obviamente, en este libro encontramos las denominadas estrategias narrativas, es decir, el autor presenta los parámetros de la naturalidad, la visibilidad, la continuidad y la personalidad, como cualidades para reflexionar sobre el estilo (en el más acá de los humanos, y no en el inalcanzable más allá de las musas). Es más, usa estas cuatro cualidades para ilustrar porque la narrativa consiste en un laborioso proceso capaz de consumir años enteros antes de alumbrar un texto meritorio. Dicho de otro modo, este es un libro ideal para comenzar a despojarse de toda canéfora y acanto narrativo.

Por consiguiente, el estilo narrativo de Marcelino tiene como base primigenia lo auténticamente profundo, haciendo que frutezca su narración cognoscible y perceptible, diáfana y extravertida…, desde su sapiencia e investigación, así como desde su ingenio y excelsitud.

El libro está escrito en una prosa eficaz, directa y culta, perfectamente elaborada, y con certeras imágenes literarias, gracias al virtuosismo estético de su autor, ornada, además, con una adjetivación sorpresiva y puntual. Marcelino escribe con un lenguaje formal y circunspecto, claro y formativo, que mana de la habilidad del escritor que es capaz de enlazar lo abstracto del pensamiento con situaciones concretas acaecidas en un periodo de tiempo determinado e identificado con rigor histórico.

La planificación de los hechos, la estructura y el procedimiento narrativo de los mismos, el análisis exhaustivo y profundo de lo relatado, la firme consistencia de las ideas mostradas y de sus derivadas, el hilo que conduce dicha exposición… solean y enaltecen aún más esta obra ya de por sí sublime, la cual nos permite ver el pasado y el presente con una óptica global y, al mismo tiempo, en parcelas impregnadas de lógica formal, de madurez toda plasticidad, de nuevos horizontes…

Marcelino dividió su obra en dos partes. La primera comienza haciendo una maravillosa descripción de Granada (Gharnata) en la época nazarí sumamente próspera en cuanto a construcciones, a regadíos, a cultivos agrícolas, al comercio, etc.

Asimismo, la narración transcurre en la Alhambra y alrededores: Generalife, el Albayzín, la Alcaicería, el Zacatín, Plaza Nueva, etc. con varios personajes, que son los que actúan en los comienzos de esta historia tales como: Hanan, su esposo Adit, su hijo Umar, sus amigas Nazia, Asima y Karina. Hichar, un anciano que se conoce la historia de Granada nazarí a la perfección. Hichar tiene un amo que se llama Younis Ismail al-Priamar. Younis, el médico del sultán Abu Nars Saad. Said, hijo de Abir y Adit. Said fue un gran amigo de Boabdil.

Mariam y su hijo Ismail estudiaban en la Madraza las aleyas del Corán y Ciencias. Su profesor era el sabio Ahmed. Posteriormente, le sucedió, al sultán Abu Nars Saad, Muley Hacen, que con su mujer Aixa, reinaron en el Reino de Granada. Ambos fueron los padres de Boabdil el Chico (Muhammad XII).

Sin embargo, Boabdil fue perdiendo territorios paulatinamente frente a la Corona de Castilla, hasta su definitiva desaparición tras la Guerra de Granada, mantenida entre 1482 y 1492. El reino nazarí de Granada sería el último Estado musulmán de la península ibérica, la antigua al-Ándalus. Tras la victoria de los Reyes Católicos (2 de enero de 1492), estos incorporaron a al-Ándalus a la Corona de Castilla, como Reino de Granada. La última comarca de Granada, en rendirse a las tropas cristianas, fue La Alpujarra.

Del mismo modo, Marcelino escribe sobre los Reyes Católicos y varias personalidades de los ejércitos cristianos (el rey Juan II de Castilla, el condestable de Castilla D. Álvaro de Luna, el conde de Flavia, etc.).

La narración de la segunda parte comienza en el año 1481 con Boabdil y el general Said, y las poblaciones de Guájar Fondón, Guájar Faragüit y Guájar Alto. Otros poblados que Marcelino cita son: Mondújar (en su castillo murió Muley Hacén, mientras huía, junto a su hermano el Zagal, con el propósito de luchar contra Boabdil, el Desdichado), Lóbres, Molvízar, al-Itrabí (Ítrabo), Vélez de Benaudalla, Loja, donde vivía el general Aliatar con su bella hija Morayma, de quien se enamoró Boabdil y, posteriormente, se casaron. Morayma murió muy joven en Laujar de Andarax (Almería), pueblo natal del poeta modernista Francisco Villaespesa.

Concluye el libro con estas palabras: “¿Qué fue del general Said y de su esposa Sara? ¿Qué fue de los habitantes de al-Itrabí? Eso, estimados lectores, permitidme que lo cuente en otra ocasión”.

“El esplendor del arcoíris” es una joya literaria que leí y releí, en silencio, buscando el lugar y el ambiente apropiado, ya que una buena armonía entre estado anímico y disposición de tiempo y espacio es necesario para leer esta obra. Ciertamente, disfruté leyendo y releyendo este magnífico libro capaz de pacificar nuestro espíritu y, al mismo tiempo, hacer que conozcamos más y mejor una época de nuestra historia del medievo.

Consumada la presentación, Marcelino habló sobre lo que refirió el introductor referente a su libro y, tras las palabras del autor, José Segura Haro manifestó, introduciendo a los presentes en los fundamentos del “Proyecto Nacional de Cultura”, conceptos e ideas que acogieron los allí reunidos con sumo interés y satisfacción.

Cerró el acto el alcalde-presidente del Ayuntamiento de Ítrabo, loando el acontecimiento finalizado y exponiendo todo lo referente a la Semana Cultural 2018 de Ítrabo.

Seguidamente, Marcelino Arellano procedió a la firma de ejemplares de su libro sumamente apasionante, sugestivo y enriquecedor.

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