Portada » Potenciar el derecho a las obligaciones y libertades individuales.

“No todo vale, no todo son juegos de niños” y “no todo son cosas entre chicos”, las diversas situaciones que se dan en nuestros centros nos han de permitir mirar en la dirección correcta que nos ayude a comprobar las evidencias de un acoso a un acto puntual (no excluido de tratamiento coherente con la situación conflictiva).

Todos los alumnos en el seno escolar tienen derecho a recibir una educación en la cual estén contemplados los principios de la convivencia pacífica y en ella y desde ella la prevención y la resolución de conflictos son un eje vertebrador.

Una educación que permita el desarrollo personal dentro de los parámetros saludables que esté adaptada a su diversidad frente a la discriminación y a sus capacidades frente a la intolerancia. Y desde ella, los alumnos han de convivir en un ambiente de protección contra una agresión de cualquier índole  y confidencialidad en el trato de la misma. La escuela ha de ayudar a la protección social frente a situaciones de discriminación, violencia y acoso.

Como obligaciones todos los alumnos han de participar en la mejora de la convivencia, ello lleva implícito el respeto a todos los miembros de la comunidad educativa, a las normas y pautas que de ella y del Proyecto Educativo del Centro emanen, así como, el cumplimento de las medidas correctoras por el incumplimiento de las mismas, participación de una manera activa en la creación y desarrollo de actividades educativas cooperando con las directrices del centro.

Incorporar las diferencias personales como fuente de riqueza.

La atención a la diversidad en contextos educativos, ha de contemplar a todos y cada uno de los niño/as en edad escolar obligatoria. “Esta concepción implica una revisión de las decisiones que se adoptan en el currículum, las formas de enseñanza y la gestión de los sistemas y de los centros educativos…” Este concepto básico, enmarca la necesidad de atender de manera adecuada a toda la población y con ello, abarcar a todos y cada uno de los alumnos sea cual sea su condición y características. “Los alumnos no son el objeto de la educación sino sujetos con derecho a una educación que potencie al máximo su desarrollo como personas, y les permita insertarse e influir en la sociedad en la que están inmersos”… UNESCO (2002).

Para Torralba, F. (2002) Educar siempre es una tarea difícil, una obra de arte donde intervienen muchos factores, el educador, el educando, el contenido de la educación, la forma de educar, los tiempos y los espacios, el nivel de comunicación social… Pero entre esos factores, la circunstancia, es decir, el entorno, el lugar donde se lleva a cabo la empresa de educar, tienen un influjo especial. “Busca dar respuesta a la diversidad de necesidades educativas del alumnado a través de adecuaciones en los contenidos y las prácticas educativas, respetando ritmos, capacidades, motivaciones e intereses de los niño y jóvenes” de tal modo la necesidad de contemplar a las personas como seres distintos, únicos, y es por eso que, frente a una situación concreta de maltrato cada una de ellas responde con una actuación diferenciada. La atención a nuestros alumnos ha de contribuir a su estabilidad emocional que ayude en momentos de conflictos a una mejora anímica en general y en consecuencia a un mejor estado de bienestar.

Educar en tolerancia basada en los principios de los Derechos Humanos.

 Para Mir (1997): “La diversidad no puede definirse unilateralmente, destacando la diferencia como propia de una sola condición (género, capacidad, ritmo de aprendizaje, lugar de procedencia…), sino como fruto de combinaciones peculiares complejas de las condiciones internas y externas que confluyen en cada persona”. En este ámbito, López Melero (1990) afirma que “se necesita otra cultura de la integración”.

 Al referirnos a la educación para y desde la tolerancia estamos basándonos en el respeto hacia la persona, tomando como tal el conjunto de ideas, opiniones y actitudes que son diferentes en cada persona, pero evidentemente no todo es tolerable, por tanto, las agresiones a los demás de cualquier tipo, el maltrato físico o psicológico, la degradación del ser humano, no son actitudes que se deban de respetar, eludir, ocultar o minimizar.

Hemos de basar esta tolerancia en la necesidad de respeto a la diferencia, y se ha de hacer desde el ejemplo, desde la propia familia, desde la empatía y la asertividad. La educación ha de ser una educación en valores donde iremos construyendo pilares de aprendizajes significativos que ayuden al desarrollo emocional y formativo.

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