Pendientes de Cataluña
Después de la sentencia del Tribunal Supremo de sedición y sus consecuencias, hay que plantearse que reglas de juego entran en colisión y qué ajuste de cuentas sería necesario para no tener que lamentarse desde posicionamientos, que obstaculicen más si cabe la necesaria convivencia y diálogo por las partes enfrentadas. Porque de lo que no cabe duda es que estamos ante un conflicto político, que deben de resolver los que se dedican a ello y han alimentado el problema dejándolo sin resolución convincente desde más de cuatro décadas. Ni que decir tiene que se debe explicar y apostar por cómo solucionar unas diferencias de criterios y fundamentos éticos respecto al principio de libertad de expresión, libertad de decisión, y libertad de pensamiento que nos lleve y sitúe a entender que la libertad debe caminar sin obstáculos. Por un lado, claro está dentro del respeto a los derechos fundamentales que recoge y regula la Ley, que por derecho debe garantizar su cumplimiento si es como se supone garante y protectora de un sistema democrático que ostenta el pleno respeto a los “acuerdos judiciales”. Que en caso contrario cabe la posibilidad de recurrir ante instancias judiciales superiores como es nuestro Tribunal Constitucional o el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Por otra parte guste más o guste menos, hay una sentencia recurrible como es lógico, pero que hay que acatar o cumplir. Otro asunto muy diferente, es que no debería haber instrumentalización o criminalización de la libertad de expresión mientras no se vulneren los derechos públicos referentes a la convivencia, como tampoco debería dejarse confuso qué son “actos de violencia”, si las movilizaciones, los disturbios, los encapuchados que agreden a la Policía, y al mobiliario urbano, creando una tensión de sabotaje, incertidumbre, desazón, malestar o inestabilidad de una situación si no insostenible, sí preocupante. Asimismo tras la violencia o protestas violentas en Cataluña, cabe preguntarse sin la intervención policial hasta dónde podrían llegar los actos vandálicos y la inseguridad de los que no pueden manifestar libremente su desacuerdo. Por todo ello, sería necesario intervenciones que lleven a tomar algún consenso si hay responsabilidad de los gobernantes, para controlar una situación que se les está yendo de las manos. Alguien tiene que empezar a acercar posturas, una vez que se ha pronunciado la Administración de Justicia, así haría falta el sentido común, llamar a los problemas por su nombre sin enmascararlos ni manipularlos con un lenguaje ambiguo y poco transparente como diría el prestigioso activista Noam Chomsky. Del mismo modo para volver a la normalidad y a la convivencia con la diversidad de opiniones y razonamientos, hay que tener voluntad para decidir sobre lo que conviene a partes enfrentadas. El otro camino del conflicto, sin respetar al adversario provocará un desgaste y un sinsentido que sufrirá Cataluña y el resto de España, y que le pasará factura o habrá pérdidas de cara a la convivencia, al turismo e imagen de nuestras señas de identidad. En definitiva, señorías catalanas y españolas trabajen para arreglar lo que han desarreglado. Porque como diría Luis García Montero “Los callejones sin salida no tienen salida”.
Francisco Velasco Rey