¿NUEVAS TECNOLOGÍA CON SENTIMIENTOS? REFLEXIÓN.
Hace, relativamente, poco tiempo que entramos en la Era de las Nuevas Tecnologías. La inteligencia artificial se ha impuesto en nuestra sociedad a pasos agigantados si tomamos como referencia otros avances técnicos como la imprenta, o la máquina de vapor, por poner ejemplos, que supusieron una revolución en la sociedad de su época.
Lo relevante de nuestro caso es la rapidez con que ha arraigado en las jóvenes generaciones que se encuentran inmersas de tal forma en el uso y, tal vez, abuso de las mismas.
Evidentemente, la sociedad no ignora esta nueva realidad, es más, se impone la conveniencia del conocimiento y uso de las nuevas opciones tecnológicas como vía facilitadora de su proceso de progreso y desarrollo.
Sin embargo, aterra pensar que la máquina, deshumanizada y manipulada por una exclusiva minoría, se convierta en un instrumento de control y alienación del pensamiento diverso, como es el que genera cada ser humano individualmente.
¿Deberíamos plantearnos si la evolución de la producción descontrolada puede llegar a anteponerse a otra más tradicional y humana?
Produce temor constatar que, el progreso a toda costa y sin control, se justifique sin tener en cuenta la incidencia que puede tener en las personas el uso indiscriminado de” máquinas inteligentes”. Y digo esto porque se puede observar, en el caso del que hablo, todo un alarde cuando se anuncian los logros conseguidos con las nuevas robotizaciones de acciones que, antaño, eran creaciones de personas; pongo por ejemplo la capacidad de crear textos de cualquier índole.
Y es que ya se anuncian, a bombo y platillo, la existencia de plataformas digitales, a las que se puede acceder por un precio módico, que ofrecen la posibilidad de servirte desde un texto periodístico, a uno literario redactado totalmente por la máquina gracias a la combinación de los millones de palabras que se organizan en secuencias previamente introducidas por hábiles técnicos informáticos.
Lo inquietante es que, los textos resultantes que el usuario pide, son válidos, fiables, creativos, realizado a la medida del usuario. Evidentemente pueden servir para salvar situaciones puntuales en determinados momentos pero que carecen de lo más genuino de lo que caracteriza un texto creativo: la humanidad.
No interesa la perfección, estimo, cuando alguien decide poner voz a sus más íntimos sentimientos, no. Entiendo que utilizar los signos aprendidos a lo largo de toda una vida para sacar a la luz miedos, ilusiones, sentimientos…son experiencias privativas del sentir de los humanos.
La máquina programada podrá ser capaz de crear, cierto, pero mucho más cierto es que, lo que produzca, nunca llevará el sello de la pasión que rezuma el alma.
Buscar en el interior de un corazón el sentido de una vida es dar vida a ese corazón; por ello, en el fondo debemos alegrarnos, porque por encima de los sofisticados avances técnicos, esos sentimientos son lo único que la máquina no podrá generar jamás por la sencilla razón de que no hay un corazón pletórico de vivencias que lata en su interior.