Nuestras Especias Especiales
Agotándose la primavera, vecina ya del verano, alcanzan protagonismo la canela y el limón
En particular por todo el litoral del Mediterráneo Español, los meses de julio y agosto, en plena canícula estival, son los que adquieren una peculiar relevancia.
Son aromas y sabores nuestros, que perfuman y aderezan tanto la leche merengada, el café granizado, como la sangría, que fresquita y ligera se cuela atrevida por nuestra garganta aliviando las altas temperaturas y luego nos invita a buscar un acomodo, una sombra, una hamaca, donde descansar, en el monte o en un recoveco de la playa bajo colorista sombrilla.
Somos pueblo dado a las especias que nos llegaban desde oriente a través de la ruta que pasa por Venecia, Génova y Nápoles; y de todas ellas fue la canela de Ceilán, a la que se le atribuye un efecto excitante, la preferida.
Con las especias, tomó máxima importancia la utilización de las hierbas en nuestra cocina desde épocas inmemoriales, cuando se descubrió la raíz de la galanga procedente de Sumatra; la malvasía y el picante jengibre, que gozó de las más encendidas alabanzas del valenciano Joanot Martorell en su “Tirant lo Blanc”, una novela que tiende un puente entre la Edad Media y el Renacimiento, pues en sus páginas la tradición caballeresca de aventuras, con su exceso anecdótico y lo rudimentario de la construcción, se refina y enriquece con agudezas juiciosas, humor e ironías que anuncian ya la gran literatura narrativa del Siglo de Oro.
El secreto de numerosos guisos que hoy son típicos de las diversas regiones que forman nuestra piel de toro, y que ya tientan desde la cocina antes de ser servidos, por su penetrante aroma capaz de despertar los apetitos más dormidos, sigue consistiendo en el “toquecito” de hierbas provenzales, estragón, tomillo o romero para carnes; el hinojo, el laurel y el eneldo para el pescado; hierbabuena seca en las sopas, y así un largo etcétera, hasta llegar al cardamomo que se recomienda para los dulces, legados por los árabes y que en “Las Mil y Una Noches”, toman activo protagonismo enalteciendo las propiedades afrodisíacas, y su aroma evoca los placeres de oriente.
Para luego de tan exquisitos manjares y siempre en busca del placer gustativo, las bebidas refrescantes como el “blanco y negro” (helado de vainilla y café), la horchata, el limón granizado con su ramita de menta fresca se colarán, con sus aromas, por la persianas echadas y pondrán su preludio a la siesta o a ese duermevela en la mecedora de rejilla color miel, que permite soñar siempre con cosas placenteras.
¡Buen apetito y felices vacaciones a todos!
Francisco Ponce Carrasco
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