NUESTRA SEÑORA APARECIDA

Francelina Robin
Nuestra Señora Aparecida representa la imagen de la madre de Jesús, fue encontrada por pescadores en octubre de 1717, en el río Paraíba do Sul, en una región de Sao Paulo. En ese momento, la pesca no era nada productiva, y al tirar de la red, los pescadores se encontraron con la imagen del santo, pero solo con el cuerpo. En el segundo lanzamiento desde la red, llegó la cabeza. Eran tiempos de escasez en la pesca, y cuenta la historia que la figura pesaba tanto que no era posible sacarla de la barca. Entonces, el santo se quedó allí y, a partir de ahí, comenzaron a pescar un gran volumen de peces. Este hecho de los pescadores fue considerado un milagro, ya que vivían años de mucha escasez. A partir de esto, comenzó la devoción al santo.
Además de en Brasil, La Señora de la Aparecida también es patrona de Freixo, ubicado en el norte de Portugal, en agosto toda la gente del norte de Portugal le rinde homenaje. Recuerdo que, cuando era pequeña, en este mes iba a visitar la capilla con mis queridos padres, subía esas grandes escaleras, con mucho esfuerzo porque ya me costaba siendo joven, hoy en día ni me lo puedo plantear.

Señora, madre de Dios, que estás en el monasterio en esa montaña tan alta. Y no puedo ir a verte, ya que ni siquiera puedo subir un solo escalón, ni tampoco bajarlo. De aquella época cuando iba a visitarla, recuerdo que había una capilla muy pequeña debajo de una roca, muy cerca de la capilla de la Señora de Aparecida y se decía que quien mentía, al pasar por debajo de un lado al otro, no podría salir. A esta capilla la llamaban Juan mudo, un día pasé para comprobar si era una mentirosa. San Juan y Nuestra Señora de Aparecida sabían que, por aquel entonces, yo no mentía y mucho menos hoy. Por el contrario, sí hubo gente que me hizo promesas y acabaron mintiéndome, por lo que si fuesen a ese lugar se quedarían atrapados bajo la roca. Nunca me gustó mentir aunque me mintieran, qué bueno que en su momento lo tomé por un cuento. Aunque en mi caso es cierto, se me acabó la verdad y el dinero. Cada año, los días 15 y 16 de agosto, decenas de miles de peregrinos acuden al Santuario Mariano, provenientes de más de 30 parroquias cercanas a Balugães, en los territorios comprendidos por Braga y Viana do Castelo.
Nuestra Señora y Patrona, devoción de una gran parte de Portugal y Brasil, ¡la Virgen Aparecida es nuestra Madre! Ella nos engendra para la vida de Cristo, desde pequeños aprendemos a tener una gran devoción a la Madre con toda bondad. Nuestra Señora Aparecida, en mi familia esto lo aprendimos desde la cuna, desde el regazo de mi madre, en los consejos de mi abuela, en el rosario rezado por mi padre, en el catecismo y en las orientaciones de nuestro sacerdote. La Virgen Aparecida es nuestra madre, nuestra ayuda y protección, pertenece a nuestra casa, a nuestra vida. Madre de Jesús y nuestra, siempre a nuestro lado.

Hablamos de asuntos cotidianos con ella. Ella no falla, es fuerte, es el amor de Dios por nosotros. Podemos suplicarle en oraciones constantes y continuas y ella se convierte en nuestra abogada. Así, unidos y cercanos a la Virgen Aparecida por los méritos de la Madre de la Misericordia, y junto a quien concibió el verbo lleno de gracia y de verdad, concebiremos y daremos a luz el espíritu de la verdad.
María nos inicia y nos asiste en el seguimiento del Señor, su Hijo crucificado. Jesús nos la dio, como madre a nosotros. Nuestra Señora de Aparecida es nuestra Madre: nos genera para la vida de Cristo; nos enseña a escuchar a nuestro Señor, a creer y a vivir su palabra. Así lo hizo cuando dijo: “Hágase en mí según tu palabra”. En este sentido, me gusta escuchar lo que rezaba San Francisco: y te damos gracias, porque si nos creaste por medio de tu hijo, por el mismo amor verdadero y santo con que nos amaste, le hiciste nacer Dios verdadero y glorioso. Nos es dado como un regalo del cielo para darnos lo mejor que podamos desear: tu hijo Jesús. Ella se apareció en las aguas para ser la Madre de Jesús, en nuestras vidas y quiere ayudarnos a generar en nosotros la capacidad de ver y que aparezca en nuestra existencia la vida de su hijo Santísimo. Ella susurra la manera de hacer esto: Haz lo que él te diga. El nombre de María es dulce para sus devotos. Dios nos dio a su madre, agradezcamos al padre y cantemos al regalo que nos envió: su hijo.
Lo hizo nacer de la Santísima Virgen María. Ella llevó al hijo de Dios en su seno santísimo, y lo lleva todavía cada vez que la invocamos, porque es hija de Dios, madre de Dios y madre de todos nosotros. Agradezcamos a la Virgen Aparecida por el mayor regalo. Estamos agradecidos con Dios por darnos a su Madre. Dios siempre nos da lo mejor que necesitamos. Así, nos dio y nos da a su hija y sierva, la Virgen Aparecida, para que sea nuestra madre y, en ella, él se ofrece a nosotros. Así, en la maternidad de María podemos ver el origen de nuestra vida, así como el origen de toda la Familia de Dios. ¡Que maravilla! Conocemos a Jesús, María dio a luz a Dios. ¡Viva la Virgen de Aparecida, Madre de Dios y nuestra.

María se transforma de una virgen de tez pálida, con los ojos bajos en sumisión, en todas las mujeres que responden a la palabra del Dios de liberación. Es decir, todo lo que se dice de María es verdad en virtud de que ella es un atributo de la Iglesia: por ejemplo, la Iglesia es nuestra madre, la Iglesia es gloriosa, la Iglesia es inmaculada. Las conversaciones sobre la Iglesia han disminuido un poco, y nadie se atrevería, actualmente, a describir a la Iglesia como gloriosa, mucho menos inmaculada. La clave, creo, es ver a la Iglesia como Pueblo de Dios. Una vez que se reconoce esto, María no se encierra en ser una virgen de piel clara, velada, túnica azul y ojos bajos en sumisión, sino que se convierte en alguien receptivo a escuchar la palabra de liberación de Dios. Maria estaba siendo despojada de algo más libre y más verdadero. Ella se hizo cada vez más, en mi pensamiento y en mi corazón.


POESÍA A NUESTRA PATRONA
Que alegría saber que no estamos solos,
Es bueno saber que nos miras,
Él nunca nos deja y viene a nuestro rescate,
Él no nos defrauda, porque somos su pueblo.
Por niños somos llamados,
Por ti tan amado,
A ti nos consagramos,
Por ti caminamos;
En tu casa nos acoges,
Acción de gracias nos concedes,
Por nuestro padre fuiste elegido
Sin pecado has sido concebido;
Apareció el redentor,
Para ser nuestro salvador,
Maravilloso maestro divino
Mano que guía, miel que endulza
Madrina protectora,
Dominio de la magnitud
Majestuosa mañana soleada
Manteniendo la dulzura.
Manto que nos calienta,
Mar de tranquilidad,
Margarita del corazón,
Melodía de nuestra vida,
Mensajera de Dios
Minimiza nuestro dolor
Ministra de alegrías,
Alivia nuestros sufrimientos.
Amor misionero,
Modelo de perfección
Modifica nuestro ser,
Motivación para el perdón.
Multiplica nuestras alegrías,
Monitorea nuestras sensaciones
Acógeme en tu regazo,
Acaríciame con tu cariño.
Aconséjame, ámame,
Enséñame a pedir ayuda
Tolérame, acéptame, amén.
Francelina Robin