NIÑOS DE LAS GUERRAS, POEMA DE SOLEDAD DURNES CASAÑAL

NIÑOS DE LAS GUERRAS

Los niños que nacen

no piden venir al mundo

los crean sus padres

con sentimiento profundo.


Unos nacen más ricos que otros

pero en el fondo son iguales

son personitas divinas

que se asemejan a los ángeles.


Desean disfrutar de sus antojos

teniendo grandes aspiraciones

unos más listos que otros

pero todos aportando sus dones.


Son felices con sus amigos

cada uno tiene sus diversiones

y todos desean alcanzar metas

para ser algo de mayores.


Y cuando son más felices

a veces vienen las guerras

que tiran bombas y los matan

llevando sus risas a las laderas.


No podemos los mayores

consentir tales aberraciones

son pequeños inocentes

¿por qué no dejarles cumplir sus funciones?


Exijamos a los gobiernos

que haya Paz en estos Mundos

todos somos hermanos

evitemos hacer a los niños moribundos.


Los niños dan alegrías

nacieron para ser felices

¿cómo puede haber criminales

que no se acuerden de sus raíces?


Todos pasamos la niñez y adolescencia

¡limpiar malditos vuestras almas!

todos los que crean guerras

veremos si algún día ellos se salvan.


Ángeles de muertos en guerra

Dios os acogerá en su seno

vais al Cielo puros y limpios

los asesinos ¡que se vayan al infierno!


Y perdonar si soy dura

la perversión a mí me mata

sacar pronto una Ley a cumplir

retirando de las bombas a inocentes niños que cantan.

Soledad Durnes

El poema “Niños de las guerras” de Soledad Durnes Casañal es una poderosa y emotiva denuncia contra las guerras y sus devastadores efectos en los niños. La autora destaca la injusticia de que los más inocentes sean las principales víctimas de los conflictos bélicos.

Desde el comienzo, Casañal nos recuerda que los niños no piden venir al mundo y que son creados por sus padres con amor y esperanza. Este sentimiento de protección y cariño es universal, y por eso el contraste con la brutalidad de la guerra se siente aún más desgarrador. La autora señala la igualdad esencial de todos los niños, independientemente de su origen socioeconómico, subrayando su inocencia y su derecho a una vida llena de aspiraciones y felicidad.

A medida que el poema avanza, se hace evidente el dolor y la indignación de Casañal ante la realidad de que las guerras truncan las vidas de estos niños. Las imágenes de bombas destruyendo risas y sueños son impactantes, y el llamado a los adultos a no consentir tales aberraciones es un grito de desesperación y una exhortación a la responsabilidad colectiva.

La autora también apela directamente a los gobiernos, exigiendo la paz y recordando que todos somos hermanos. Esta apelación a la unidad y a la humanidad compartida es un recordatorio de que, más allá de las fronteras y las diferencias, todos tenemos la obligación de proteger a los más vulnerables.

El poema culmina con una potente condena a los perpetradores de la guerra, contrastando el destino celestial de los niños inocentes con el destino infernal que merecen los criminales de guerra. La autora no oculta su dureza, reflejando su profunda repulsión hacia la perversión de aquellos que causan tanto sufrimiento.

“Niños de las guerras” es un llamado urgente a la conciencia y a la acción. Soledad Durnes Casañal nos insta a recordar nuestra humanidad y a trabajar incansablemente por un mundo en el que los niños puedan vivir y crecer en paz.

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