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Esta bien podría ser una historia más redactada en un folio en blanco. Se aproxima la Navidad, con ella llegarán momentos únicos e inolvidables para muchas personas, pero… Qué decir para otras, que las pasarán desamparadas.

Vivo en un pueblo donde dicho desamparo no se palpa en el ambiente, más bien lo veo diariamente. Cada amanecer veo las calles desiertas ¡sí! circula algún que otro vehículo, puedo cruzar sin temor a ser atropellada, es inevitable ignorar lo que ante mi día tras día visualizo, sin haber llegado al otro lado puedo ver a indigentes guareciéndose del frío entre cartones, su única fuente de calor, la luz que trasmite una farola.

Enganchada a dicho poste de luz cuelgan las luces Navideñas. Qué contradicción, mientras ellos se cobijan de la escarcha en los hogares ya empezaron los preparativos… No sé cómo definir dicha estampa. Los más pequeños, ajenos al sufrimiento, hayan junto al pesebre o bien debajo del árbol Navideño regalos que inocentemente abrirán pensando que Santa Claus llegó… No podemos ser hipócritas al fin y al cabo todos mostraremos nuestras mejores galas, comidas copiosas y cenas.

Cada país lo celebrará según sus costumbres. Si pudiéramos mirar desde el firmamento comprobaríamos cómo brilla el planeta. Lo triste de este relato o historia es que no me es indiferente el dolor ajeno y aun así miramos hacia otro lado.

No todo es negativo, los pequeños andarán de aquí para allá, correteando los pasillos de grandes almacenes buscando el juguete con el que tanto han soñado.

En cambio, sé de buena tinta que hay niños que destinan parte de sus ahorros a comprar juguetes para que se destinen a niños que no tienen nada.

En este momento pienso que así debería ser la Navidad. Miro a mi alrededor y pienso qué bonito sería compartir entre todos… La Natividad se celebra todos los días del año si somos capaces de abrir nuestros corazones. Recordemos que Jesús nació en un humilde pesebre según viene redactado en la Biblia.

Estoy segura de que le hubiera gustado ver manos abiertas y menos materialismo, en definitiva ¿quién no conoce la historia?

Vemos cada día mucha hambre en el mundo, niños Jugando con un palo de madera o dibujando en la tierra.

Ellos también tienen sueños en Navidad. No busco una excusa en dichas fechas.

Me gustaría introducir en este relato a un personaje, pero sería injusta ya que todos tienen cabida. Prefiero plasmar unas palabras con la certeza de que traspasaran fronteras. Ayudar al débil nos engrandece espiritualmente y como personas. Desearía creer que es así.

Pensemos por un momento que los reyes magos de Oriente llegaron a Belén guiados por una estrella, desconocían que José y María se cobijaban en un pesebre. Los reyes magos de Oriente no tenían conocimiento de que iban adorar a un rey humilde, sin ropajes ni riquezas, recostado sobre una cuna de madera.

Quién les iba a decir que su palacio era un pesebre, como pajes tenía de compañía al buey y la mula que le protegía de las noches frías.

Tenemos mucho que aprender en el siglo XXI.

Lo verdaderamente importante en estas fechas es la unión familiar sin olvidar a los más vulnerables. La Natividad se recordará a lo largo de los siglos en todo el planeta.

 

María Manrique Pérez

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