Navidad procrastinada
Navidad es el sol de lo sagrado
que en salutíferas y ripiadas vetas
nos da oros de favor ilusionado
rendidos por gurúes o poetas.
Es florilegio del mejor sembrado
remolino y bolardo de guirnaldas
remembranzas vacías de un colmado
que percutió con sus lucientes gualdas.
Es repintada flor de la espesura
que en serventesios el bruñir adora
coalescencia de vital premura
que en decadencia confirió mejora.
Navidad es pitanza en nuevo seno
revuelto repetido de aguinaldos
que abren por siempre un cálido refreno
a la avaricia de procaces saldos.
Navidad es lujuria en lo provecto
ceñido transductor de los hermanos
que asumen la llamada en lo selecto
de inercia en los afectos veteranos.
El deseo de albura entre sus obras
alcanza los designios más ardientes
rebasa los desmanes de zozobras
y esculpe la apariencia del presente.
Navidad es la lúcida inocencia
del rapto entreverado por la herida
cuando el mar es manida incontinencia
del sueño aletargado de la vida.
Navidad es confín del tiempo; sol
en que se asienta el lienzo del futuro,
querencia con que luce el ababol
el fulgor del anhelo más seguro.
Navidad es perdón de las ofensas
leyenda de elusión de su atadura
legado de las páginas intensas
que expresan, en su música, blandura.
Navidad es, en fin, reunión manida
que alienta en el deseo su espesura,
significa prestancia repetida
y apura la belleza más segura
mostrando con su facies colorida
el seno exponencial de su hermosura.