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MIRADA AL PASADO Titulo: La educación en el franquismo

El enemigo número uno para toda dictadura, es la educación en libertad, por esta razón el golpe de estado del 18 de julio de 1936, no fue ninguna excepción. Entre las primeras medidas, fue la intervención en este apartado, con la disolución del Cuerpo Nacional de Magisterio y la posterior depuración, la cual se llevo a cabo no solo con los maestros y maestras, los alumnos de magisterio que estaban en plena carrera, muchos de los cuales también fueron represaliados.

La depuración tuvo como consecuencia, juicios sumarísimos, expulsiones, destierros, encarcelaciones y lo más lamentable, condenas a muerte.

Desde los primeros momentos de la sublevación, la educación se puso en manos de la falange y la iglesia. A los primeros se le dejó la escuela pública, mientras que la Iglesia se quedó con el negocio de la educación.

Las plantillas en la escuela Pública fueron formadas por miembros procedentes de la falange, algunos de ellos solo con el bachiller y el carnet de miembros de la OJE, organización juvenil de la falange.

En la educación privada-religiosa, las plantillas estaban en su mayor parte conformadas por clérigos, curas, frailes y monjas, una gran mayoría sin titulación necesaria para ejercer la pedagogía.

Los temarios carecían de valor científico, para la iglesia el temario estaba centrado en el catecismo, mientras que en la escuela pública el argumentarío de los golpistas, fue lo que tuvimos que dar día tras día en nuestras clases.

Otro tema fue el de la segregación, «los niños con los niños y las niñas con las niñas», pero no solo por el género, la posición social fue otro de los motivos de exclusión. Los pobres a la escuela pública, mientras que las clases media y altas se podían permitir pagar para asistir a la privada. Pero el principal problema, se manifestó con los edificios, mientras que en la educación religiosa tuvieron la oportunidad de acceder a los mejores inmuebles, céntricos y mejor habilitados, por otro lado, la escuela pública en la mayoría de los casos los edificios no cumplían con las mínimas normas de habitabilidad.

Pero en lo que, si coincidían, era en la calidad de la enseñanza tanto la privada como la pública, la primera adolecía de un rigor científico, y la segunda con un régimen cuartelario y con un temario panfletario. Estaba claro que eran razones de estatus, los que tenían recursos a la privada y el resto a la pública.

Aula de niñas

Aula de niñas

Antecedentes:

Como decíamos con anterioridad, tras el golpe militar contra el gobierno legal de la II República, su primer objetivo fue a través de diferentes órdenes, la intervención de la educación, el plan perseguido era el de establecer el modelo según ellos del nacionalcatolicismo.

La depuración y represión del profesorado, se ordenó como una actuación contra los maestros y maestras no simpatizantes con el levantamiento militar de julio del 36, y contrarios del régimen surgido del referido golpe.

Entre las primeras actuaciones, fue la disolución del Cuerpo Nacional de Magisterio, y esto fue así porque los militares acusaban de los grandes males de España, del giro intelectual y educativo, cuyas orientaciones procedentes de la «Institución Libre de Enseñanza», habían acabado con la tradición española según ellos.

De las primeras ordenes franquistas, se encuentra la de agosto del 1936, por la cual la educación primaria era considerada, «piedra fundamental del estado». El 21 de septiembre del mismo año, se acuerda el nuevo sistema educativo en el cual se prioriza también en la enseñanza primaria.

(Pero no fue hasta 1945, cuando queda configurado todo el sistema educativo franquista).

La educación desde el principio del golpe, se dejó en manos de la falange y de la iglesia, polarizando así la enseñanza, la ley de Enseñanza Primaria del 17 de julio de 1945, vino a romper esa tendencia primera, dejando en manos de la iglesia todo el poder pedagógico.

Para la elaboración del texto se utilizaron preceptos de la encíclica Divini Illius Magistri de Pio XI, en los cuales se le reconoce a la iglesia «el derecho de toda potestad terrena, para la educación por títulos de orden sobrenatural».

Pero mientras todo esto se planificaba, no podemos olvidar que la represión seguía su camino, «Las Comisiones Depuradoras de Instrucción Pública», órgano creado para analizar a cada uno de los maestros y maestras, elaborando informes que desembocaban desde la expulsión del cuerpo, cuestión que, con la disolución realizada, estaba hecha de facto, pero también podía ir al destierro o desembocar en juicio sumarísimo que acababa con penas de cárcel y muerte.

Los cargos contra estas personas, por lo general solían ser de desafección al régimen, haber estado afiliado algún sindicato de la enseñanza, pero también podía ser un informe del párroco de la localidad donde el educador o educadora había venido ejerciendo su magisterio.

Adoctrinamiento:

La iconografía en las aulas, dice bastante de este adoctrinamiento ejercido durante aquellas décadas, la presidencia de todas ellas estaba representada, por tres símbolos. En las aulas públicas, el crucifijo y a la derecha el cuadro del dictador y a la izquierda el de José Antonio Primo de Rivera, mientras que en las aulas religiosas el crucifijo en el centro, a la derecha el cuadro de la Inmaculada y a la izquierda el retrato de Franco.

Los idearios escolares, tanto en la pública como en la religiosa, estaban centrados en lo que las fuerzas golpistas entendían como «cruzada nacional».

Es cierto que, entre los dos sistemas de enseñanza, había ligeras deferencias sobre todo en los tratamientos, mientras la escuela pública el régimen era un tanto militarizado, desde los cánticos, formaciones antes y después de entrar a clase, y luego en clase todos los días se impartían los principios del movimiento golpista.

Mientras tanto en los centros religiosos, se daba prioridad a una educación catequista, la asignatura de religión se convertía en puerta para la aprobación del resto del temario. (En los dos sistemas la segregación por sexos, era de obligado cumplimiento).

Organizaciones como la OJE y la Sección Femenina, ambas organizaciones del seno de la falange, marcaban como se puede comprobar en la Enciclopedia Álvarez, la enseñanza de la población educativa.

En el mundo rural, el panorama era aún peor, la falta de brazos en el campo requería que tanto niños como mujeres apoyaran las labores hortícolas.

En este medio de la España rural, era muy común las escuelas unitarias, es decir aquellas donde asistían en el mismo aula alumnos de distintas edades, con lo que terminaban siendo los niños mayores, profesores de los más pequeños.

Con este panorama, sobra decir que la calidad de la enseñanza dejaba mucho que desear, dado que el objetivo principal era el de hacer ciudadanos adeptos a su causa, por lo que el resultado era la antítesis de lo que debía ser la educación, cuyo principio es el de hacer ciudadanos libres capaces de pensar por sí mismos, aportándoles conocimiento pero fomentando su capacidad de análisis con el fin de que los conocimientos adquiridos sean empleados en  libertad, como un ciudadano libre y no dirigido, que es lo contrario al adoctrinamiento.

Sin duda esto para unas cuantas generaciones, ha supuesto un lastre con respecto al resto de países de nuestro entorno.

Escuela pública

Escuela pública

La legislación educativa:

En el año 1938 se dictó la «Ley de Reforma de la Enseñanza Media», encaminada al diseño de la educación de las élites y clases medias españolas, ley que estuvo en vigor hasta 1953. Al bachillerato se accedía a los 10 años, con una duración de siete cursos, teniendo el alumno que superar un examen de estado para su ingreso en la Universidad. (Este sistema en la práctica era un filtro que solo permitía el acceso a los hijos de familias de clase alta y significados adeptos del régimen). Para el resto de españoles, si querían que sus hijos tuviesen una formación académica, la única solución era el ingreso en los seminarios tanto oficiales como de alguna orden religiosa, estos segundos regidos por frailes o monjas. La mayoría de los educados en estos centros religiosos, una vez superado el bachiller, se salían del convento ya que su entrada se suponía que había sido por vocación.

La siguiente ley fue aprobada el 29 de julio de 1943, afectaba a la Universidad, considerada como católica. El rector debía ser miembro de la FET y de las JONS, los profesores debían de tener una certificación de la Secretaría General del Movimiento, en la cual se acreditase su adhesión a los principios del Movimiento.

La enseñanza primaria, hasta el año 1945 no tuvo ley alguna, en esta ley se otorgaba a la iglesia Católica un poder casi total. La citada ley dividía la educación primaria en dos etapas, de 6 a 10 años y una segunda considerada especial de 10 a 12 años. Ley era terriblemente discriminatoria, el criterio de desviar al alumno hacia el bachiller o ingresar en la etapa denominada especial y enfocada al mundo laboral, se dejaba a criterio del profesor-tutor de turno, que a la hora de tomar tal decisión solía tener en cuenta los antecedentes familiares, con relación a la subordinación al régimen. (Gran parte del rechazo hacia la FP con posterioridad, proviene de este estigma).

En 1949 entró en vigor la Ley de Formación Profesional, ley calcada de la que se elaboró durante la dictadura de Primo de Rivera. En esta ley se consagraban las tradicionales escuelas de Artes y Oficios, alejando al alumno de la industrialización.

La segunda etapa educativa en el franquismo, comenzaría en 1953 y duraría hasta el 1970, durante este periodo el adoctrinamiento fue relajándose, si bien en los centros religiosos no cambió prácticamente en nada. En este mismo año, se aprobó la Ley de Construcciones Escolares, que establecía un sistema de convenios entre Diputaciones y Ayuntamientos para construir escuelas. En julio de 1957 se dictó la Ley de Enseñanzas Técnicas, incorporando a la Universidad las escuelas de Ingeniería y arquitectura.

En los años sesenta se dieron otras órdenes, sobre los bachilleratos laborales.

La clase

La clase

El régimen educativo:

La vida cotidiana en los centros, sobre todo durante la primera etapa del franquismo, en la escuela pública se puede decir que se asemejaba más a un régimen cuartelario que educativo, incluso mi experiencia cuando se produjo mi incorporación al servicio militar, me encontré con un ambiente más relajado que mi etapa como alumno. (Las formaciones, los cánticos «patrióticos», previos a la entrada y salida de clase eran constantes, incluso las salidas se producían en formación mientras cantábamos la cancioncilla de «Isabel y Fernando»).

En los centros religiosos, como se puede suponer, el régimen era otro más ligado con los ritos propios de la organización, recuerdo que las manifestaciones marianas estaban al orden del día, incluso la obligada asistencia a las procesiones, uniformados y luciendo vistosos escapularios.

Cuando llegaba el mes de mayo, surgían competiciones entre los alumnos, por ver quién aportaba el ramo de flores más vistoso, ojo esto era importante a la hora de nota, el criterio del fraile o monja de turno era fundamental.

La calidad de vida en los centros, dejaba bastante que desear, con diferencias entre religiosos y públicos. En regiones donde las temperaturas extremas eran una constante, ni que decir que los inviernos con unas estufas carentes de carbón y cuando lo había, era una odisea el encendido, (para cuando se lograba poner en marcha, era la hora de salir). En verano todo lo contrario, un calor sofocante, en muchas regiones se optó por hacer las clases solo por las mañanas, para evitar que los más pequeños se durmiesen en plena clase.

La disciplina fue otro de los rasgos fundamentales, ¿quién no recuerda el protagonismo del «puntero»? herramienta que se suponía era para hacer indicaciones en el encerado, pero que sin embargo se empleaba más para actos disciplinarios y de castigo con los alumnos, (imaginad un día con temperaturas mínimas, las manitas moradas de frio, la delación de algún compañero, o el incumplimiento de alguna norma dictada por el maestro, cuando sonaba la voz ¡Juanito venga aquí! ya te temías lo peor, ¡extienda la mano! y tú con la mano alargada, pero pobre de ti si el reflejo te traicionaba atrasando la mano, el castigo solía ser doble. Pero es justo reconocer que no todos los profesores actuaban de igual forma, aquellos que por lo general carecían de dotes pedagógicas, se agarraban a la disciplina, confundiendo la labor de maestro con una falsa autoridad. Mientras que los que sentían la enseñanza, con una vocación digna del ejercicio, no solían emplear este tipo de técnicas.

En definitiva, está demostrado que aquella etapa, fue una marcha atrás en el plano educativo, del cual ha costado recuperarse muy a pesar del deambular legislativo durante este periodo democrático, (es evidente que tenemos retos aún no superados como sociedad).

Conclusiones:

Desgraciadamente para los que padecimos aquella etapa, los centros de enseñanza fueron lugares enfocados a fabricar individuos de pensamiento único. El gran error de aquellos dirigentes, fue pensar que a los seres humanos se les puede moldear como a cualquier objeto susceptible de tal proceso.

La educación recibida estaba plagada de carencias, que justo es reconocer que muchos niños, conscientes de sus déficits educativos buscaron cuando pudieron, absorber como esponjas todo lo que estaba a su alcance.

Pero sería injusto no reconocer al movimiento dentro del sector educativo, extendido por toda España bajo el nombre de «Renovación Pedagógica». Entre sus planteamientos, estaba un apoyo más científico y menos ideologizado, aportando más conocimiento a materias como la historia, hasta entonces anulada y convertida en un sainete decimonónico.

No quisiera finalizar, sin rendir mi más sentido homenaje a todas aquellas maestras y maestros represaliados y que de forma vocacional querían aportar lo mejor de su saber, con el fin de hacer mejores ciudadanos españoles y que por culpa de la intolerancia perdieron sus vidas, sufrieron cárceles y muchos destierros. Ejemplos tenemos por miles, que sirvan estos como homenaje a todos y a todas las víctimas de la educación.

«En agosto de 1936, cinco maestros fueron sacados de la cárcel de Almazán (Soria) y asesinados a balazos por falangistas. Uno de los maestros, Francisco Carrasco, era amigo del poeta Antonio Machado y fundador de la Universidad Popular de Segovia, los otros cuatro, víctimas de la intolerancia, Elicio Gómez Borque, Eloy Serrano Forcén, Hipólito Olmo Fernández y Victoriano Tarancón Paredes». Sus cuerpos enterrados por los vecinos de Cobertelada partido judicial de Almazán (Soria), fueron recuperados por la Sociedad de Ciencias Aranzadi, 81 años después, para todos gracias vuestro sacrificio no fue en vano…

José María Escribano Muñoz

Hendaya-Francia

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