MIRADA AL PASADO El Fin del Reino Visigodo
El rey Egica (687-702), fue como sus anteriores un monarca ultra-religioso con un odio atroz al pueblo semita. El 9 de noviembre se inauguraba el XVII Concilio de Toledo, dicho acto tuvo lugar en la iglesia de Santa Leocadia, con el único propósito de poner fin a la existencia del pueblo sefardí. La fundamentación de las acusaciones, estaban basadas en una presunta conspiración mundial de los hebreos, para acabar con las monarquías cristianas. En dicho congreso se llegó a la conclusión, por parte de los obispos y notables del reino, que todos los judíos por el mero hecho de serlo, se convertían en culpables y por eso todos los sefardís a partir de ese momento, fueron relegados a la miserable condición de siervos. Se ordenó una persecución por toda la península, siendo embargados todos sus bienes y se les prohibió toda actividad comercial. Pero lo más trágico de esta persecución, llegó con la promulgación de la ley que ordenaba entregar a los niños judíos a las autoridades, al alcanzar la edad de siete años. En ese momento los pequeños, pasaban a ser adoptados por familias católicas que los educarían bajo la fe cristiana, haciéndoles olvidar las creencias hebreas.
En el año 700 el rey Egica contrae una grave enfermedad, ordenando la unción de su hijo Witiza, el acto se llevó a cabo en Toledo el 24 de noviembre, su muerte sucede en 702, justo en el momento que finalizaba la guerra entre persas y bizantinos, a raíz de este momento comienza la expansión árabe por todo el sur del Mediterráneo, las rutas comerciales pasan a ser controladas por tribus de origen transahariano, lo que terminara facilitando una vía de penetración en el continente europeo. Es justamente durante este periodo, cuando se produce la islamización de los beréberes. El desenlace final no tiene una única razón, luchas internas llevaron a buscar colaboración con jefes beréberes, unido a la mala situación social entre otros fueron los verdaderos motivos.
EL REINO VISIGODO
Witiza, el último rey godo:
La ineficacia militar quedó puesta en evidencia, tras las derrotas infringidas por los francos. Se producía el fin de una época, quizá la más brillante de toda la hegemonía visigoda, con destacados personajes como Isidoro de Sevilla, Braulio de Zaragoza o Julián de Toledo. Reyes de letras como Sisebuto, hombres de paz como Recesvinto, fueron capaces de sortear las diversas dificultades que se produjeron en el devenir de los tiempos. En el año 702 tras la muerte de su padre Witiza, asume la regencia hasta entonces compartida, en este momento el joven monarca tiene tan solo 22 años, asumiendo un trono a la entrada del siglo VIII con un horizonte nada halagüeño. Para los historiadores un acercamiento a Witiza, es una tarea harto difícil sobre todo por la destrucción de documentación por parte de los poderes eclesiásticos de la época. La primera medida adoptada por el nuevo rey, fue la de convocar el XVIII Concilio de Toledo. Poco se sabe de aquel congreso, ya que las actas fueron destruidas, es conocido que Witiza no era partidario de los postulados antisemitas que se habían impuesto con anterioridad a su toma del poder. Durante su mandato fueron rebajadas las penas a los judíos de forma considerable, incluso se llevó a cabo una invitación para que los exiliados retornasen a Hispania, con la firme promesa de permitirles formar parte de la gestión pública del reino. Esta medida era muy inteligente, ya que el país se había descapitalizado tras la expulsión de los judíos de forma muy considerable. Él se dio cuenta que el capital humano para un país, era mucho más importante que los bienes incautados. Las decisiones del nuevo rey, montaron en cólera a los obispos católicos, los cuales orquestaron una campaña falsa entorno a su persona, con el fin de desacreditar su reinado. A esta campaña Witiza respondió, con una invitación a los clérigos a contraer matrimonio, en lugar de vivir amancebados, como era la costumbre. Como ocurre siempre que la historia la escriben los vencedores, suele ser un relato de parte por lo que la vida de este rey nos llegó un tanto distorsionada por culpa precisamente de este férreo enfrentamiento con el clero. No obstante, existe una nueva corriente de historiadores que están aportando luz sobre la biografía de este rey llamado Witiza.
Pero su mandato no solo estuvo salpicado por el desencuentro con la iglesia ultra-católica, estuvo envuelto en constantes revueltas internas, como la que tuvo con el duque Teodofredo, hijo ilegitimo de Chindasvinto que se sublevo en Córdova sin resultado, siéndole aplicada la extracción de los ojos, como correspondía a los traidores golpistas que querían usurpar el trono. Witiza tuvo tres hijos llamados, Agila (Achila), Olmundo y Ardabasto (Ardón). En febrero del 710 moría por causas naturales, sin haber cumplido los treinta con toda la juventud por delante. Su última voluntad fue la de nombrar a sus hijos herederos al trono, pero esto acarreaba un gran inconveniente, la minoría de edad de los niños Agila el mayor, contaba con tan solo diez años, lo que suponía un riesgo para un reino en completa desintegración, con los poderes facticos en contra, señoríos e iglesia unidos.
La Cordova de Don Rodrigo
La guerra civil:
Los seguidores de Witiza proclamaron rey al pequeño Agila, que pasaría a llamarse Agila II, pero esto no cayó nada bien entre los conservadores visigodos, convocando una reunión de urgencia del Aula Regia, en dicha reunión se produjeron enérgicos debates llegando incluso a las manos, acordando proclamar como rey a Rodrigo, duque de la Bética e hijo de Teodofredo, quien fue ungido el 1 de marzo del 710.Rodrigo se mantuvo como rey durante diez y siete meses, durante este tiempo el gobierno no fue nada fácil, hasta que estalló la guerra civil, una contienda muy virulenta que termino arrasando lo poco que quedaba del antiguo reino visigodo. En realidad, esta guerra fue una disputa entre familias, por un lado, los descendientes de Chindasvinto con Rodrigo al frente y por otro los Wamba encabezados por Agila II. Rodrigo salió triunfador en diversas operaciones militares, consiguiendo hacerse con territorios controlados por los witizanos, expulsándolos a zonas del norte peninsular alejadas de Toledo. En las provincias Narbonense y Tarraconense se estableció Agila II, donde fue tratado con respeto hasta su muerte en el año 716.
Mientras tanto los witizanos, en su afán por recuperar el trono pedían ayuda a Musa, gobernador del norte de África, fraguándose así la llegada árabe a la península ibérica del 711.
El rey Rodrigo:
Este duque de la Bética cuya ambición le llevó al trono, fue el principal testigo del final del reino que tanto ansió tener. Este personaje ha pasado a la historia como un ser frívolo y en ocasiones despreciable, pero al igual que ocurre con el relato mitificado del Cantar del Mío Cid, las noticias que nos han llegado de él son igual de mitificadas, por lo tanto, la veracidad hay que ponerla entre comillas. Un personaje con el que conspiró Rodrigo durante un tiempo, fue Don Julián, antiguo gobernador bizantino de Ceuta (Cartago había sido conquistada por los musulmanes en el año 698). La mayoría de los historiadores se inclinan por designar a Julián, como un conde godo perteneciente a la nobleza, simpatizante y afín a los intereses del rey Witiza y sus herederos, siendo encargado de custodiar el flanco sur del reino visigodo. Pero lo cierto es que, en el año 710, cuando se entera de que el duque Don Rodrigo se había hecho con el poder en Hispania, y que había violado a su hija Florinda, esta situación desencadenó los acontecimientos, y el ofendido padre es cuando establece relaciones con la emergente potencia sarracena. La planificación de la lucha contra el usurpador Rodrigo, no tardó en producirse dicha operación culminaría en julio del 711, batalla que influyó de forma determinante en el periodo más largo de estabilidad política de nuestra península. Esta batalla pasaría a la historia como la Batalla del Río Guadalete, si bien no está del todo claro que fuese en este lugar concreto, pero lo que no da lugar a dudas es que fue para los godos el final de su reino. Mientras tanto Julián veía restituidos su honor y la honra de su hija mancillada, ajustes de cuentas personales que como en tantas ocasiones, estos reyezuelos que acompañaron a nuestro devenir histórico, implicaron a todo un pueblo ajeno a estas rencillas y ajustes de cuentas. El decisivo enfrentamiento, La batalla del río Guadalete tiene diversas lecturas, para el pueblo que había venido padeciendo penurias y siendo sometido a un poder ultra-religioso, mientras veía como clérigos y gobernantes vivían una vida relajada y llena de opulencia, la derrota de unos y la victoria de otros, significo un rayo de esperanza en el pueblo.
Rodrigo arengando a sus tropas
En abril del año 711, cuatro grandes navíos propiedad del conde godo Don Julián, parten de Ceuta para hacer la travesía del estrecho, ese que separa los continentes de africano y europeo, los pasajeros estaban formados por soldados berberiscos reclutados en las poblaciones del norte de África. Al mando de las tropas se encontraba Tariq Ibn Ziyad, este lugarteniente de Musa Ibn Nusayr reconocido como un buen estratega militar. Durante varios días las naves de Don Julián, continuaron transportando centenares de soldados sarracenos, que se fueron asentando en las estribaciones del monte que, a partir de ese momento, pasaría a llamarse Gibraltar (la montaña de Tariq). El ejército musulmán estaba nutrido por cerca de 7.000 hombres, su despliegue por todo el territorio de la Bética no se hizo esperar, fueron tomando posiciones camino de Córdova, el objetivo era la derrota de Rodrigo el intruso, para gran parte de la aristocracia goda, pero como suele ser común de las disputas entre unos, son otros los beneficiados, y esto fue lo que paso que las tropas sarracenas se encontraron con un territorio, abandonado pero con un montón de posibilidades para hacerlo rico.
Toledo Capital del Reino Visigodo
Mientras tanto Rodrigo dejo a Bencio Bancho o Sancho su sobrino, al mando del territorio que supuestamente controlaban. Pero la falta de experiencia como estratega militar de Sancho, no supo medir el poder de las fuerzas que tenía enfrente. En un alarde de audacia, reunió a todas las fuerzas de las que disponía en ese momento, y lanzó una batalla contra los musulmanes, operación que acabo con una estrepitosa derrota, que sería determinante en la moral de las tropas visigodas para el futuro. Rodrigo recibió la noticia de la derrota, mientras estaba enfrascado en una guerra contra los vascones, abandonando a toda prisa la contienda, cruzo a toda prisa los mil kilómetros que separan ambos territorios peninsulares. Los dos ejércitos comenzaron los enfrentamientos, entre los días 19 y 26 de julio siendo el escenario bélico en Wadi Lakkah, tierra perteneciente a la actual Cádiz. Por cierto, existe una razonada confusión, sobre el lugar exacto donde tuvo lugar “La Batalla de Guadalete”, mientras la versión más generalizada es la que la sitúan en las riveras del río Guadalete, otros sin embargo la sitúan en Bárbate, incluso en la propia Medina Sidonia. Los combates fueron de una extrema dureza, en esta ocasión Rodrigo tomo el mando sin confiar en su sobrino, pero tanto daño como la fuerza musulmana, le ocasiono la propia desmoralización de su ejército, que unido a la desunión dentro del bando visigodo, creó un clima nada propicio para hacer frente a una operación de esta magnitud. El resultado es el por todos conocido, una victoria musulmana que depararía un cambio en la historia, no solo en nuestra península sino también en gran parte del mundo incluida Europa.
Conclusiones:
La considerada para muchos como invasión árabe de la península, es una operación poco divulgada sobre todo por intereses nacionalistas, ya se sabe que el nacionalismo trata de resaltar siempre la historia de una forma interesada. Pero la verdad es que flaco favor se le hace al relato tergiversando la realidad. Por eso hoy queremos poner negro sobre blanco, un relato que conociendo las dificultades a las que nos enfrentamos, trataremos de exponer los datos tal como se muestran desde un punto de vista empírico y al margen de interés partidario. De forma reiterada he comentado, como a la hora de acercarnos a cualquier relato histórico, tenemos que analizar primero los textos de todas las partes, con el objetivo de poder formular un contexto lo más lógico de la situación. Las versiones oficiales, suelen adolecer de un relato novelesco de los acontecimientos, por regla general es propio de todos los bandos vencedores. La arribada sarracena a nuestra península, fue gracias a los barcos godos que los trajeron, por esta razón cuando desde la ignorancia histórica, algunos de nuestros políticos reivindican el reino visigodo, menospreciando el periodo árabe, recordarles que, si utilizamos esa vara de medir, los árabes estaban más próximos a nosotros que los visigodos germanos, y más tarde los austridas y seguidos de los franceses borbones después.
Tumbas visigodas
La historia para bien o para mal, es la que sucedió y no la que nos gustaría que hubiese sido. Flaco favor le hacemos a nuestra historia, si cuando hablamos de reinos medievales en nuestra península, olvidamos a la parte de Al-Ándalus considerando solo a los cristianos. Esto fue lo que históricamente nos ha venido ocurriendo en España, por desgracia el pensamiento único ha propiciado la repetidas expulsiones, de judíos sefardís, órdenes religiosas, mozárabes, gitanos etc., cuando no ejecuciones masivas. Esto solo sirve para empobrecer un país, que solo puede ser rico con la amalgama de todos sus ciudadanos y todas las ideas.
Hendaya-Francia