MI VIDA A LOS 90 AÑOS
Razón tenía aquel escritor francés, Jean de la Bruyère cuando escribió que “abrigamos la esperanza de llegar a la vejez y, sin embargo, la vejez nos asusta”. Y cabe preguntarse ¿cuándo es uno viejo? Oficialmente una persona es vieja al cumplir los 65, cuando llega la jubilación y se deja de trabajar. Pero el número de años no dice nada sobre las capacidades físicas y psíquicas, del rendimiento del hombre individual. Hay numerosos ejemplos de personas que han hecho grandes cosas en toda clase de actividades a partir de los 70, 80 ó 100 años a pesar de las limitaciones físicas o psíquicas.
Los médicos especialistas en gerontología o geriatría, afirman que un médico sólo puede decir la edad de una persona si ve su partida de nacimiento, pues de otra manera no puede comprobar con certeza si alguien tiene 60, 70, 90 años, ya que los individuos envejecen de distintas maneras, ¿Entonces, cuándo es uno viejo? Se es viejo, se tenga la edad que se tenga, cuando se convierten un ser inútil para uno mismo, para su familia, para sus amigos, para la sociedad, se tenga 40, 50 o 100 años. Cuando se convierte en una carga para los demás, en un muerto que come, y no por enfermedad o merma física sino por holgazán.
Acabo de cumplir 90 años y tengo que decir que en absoluto me siento viejo sino una persona afortunada y feliz. Y como soy creyente cada día dando gracias al cielo. Ciertamente, cada día que pasa aumentan las deficiencias físicas y psíquicas pero queda compensada por la pérdida de los demonios de los deseos, la ambición, la vanagloria y algunas otras más.
El doctor José Artigas, en su libro “Cómo combatir el envejecimiento” establece varias clases de edades: la cronológica que es la que marca el calendario; la biológica que es la edad del organismo y sus funciones; la psicológica que es la edad del espíritu; la mental, que es la edad que nos corresponde por el criterio y los razonamientos; la social que es la que impone o coloca la sociedad; la cultural, que es la edad que nos corresponde por los conocimientos que uno posee; y, finalmente, la edad económica que es la edad que nos concede los recursos económicos a fin de poder satisfacer nuestras necesidades.
Sin saber estas cosas, desde siempre he intentado mantener en equilibrio estas edades y así he podido llegar a los 90 en condiciones más que satisfactorias en todos los aspectos. Todas las edades las he venido superando con holgura, incluso la social que intenta asignarnos una nueva edad que es la de la inutilidad, la de confinarnos en el más siniestro de los exilios.
En mi caso, a mis 90 años continuo activo en muchos aspectos, otros, hace ya años que los dejé, pues soy consciente de mis capacidades y sobre todo de mis limitaciones. Sigo trabajando cumpliendo el mandato divino: “Comerás el pan con el sudor de tu frente” (Gen. 3-19).
El premio Nobel de Literatura Sully Prudhomme, en su “Diario Íntimo”, dice que el anciano ya retirado de su trabajo y otros asuntos, pone toda su actividad en el juego, pero que no se divierte en él, sino que traslada al juego todo el interés de su vida afectiva. Y apostilla con otras despiadadas palabras: “No le pidáis indulgencia ni gracia para las faltas del compañero y guardaos de ganar si sois su adversario”. Este escritor estaba haciendo un retrato de sí mismo, pero no de los ancianos o los viejos que no son así.
Otro escritor y embajador que no le gustaban los viejos fue Baltasar de Castiglione. En el prólogo del II libro de su obra “El Cortesano” censura la tendencia que tienen los viejos de elogiar el pasado y criticar el presente: “Les es propio y natural; y es que casi todos ellos alaban los tiempos pasados y reprehenden los presentes vituperándolos y nuestras costumbres”.
Y para Castiglione las causas de que los viejos actúen de esta manera es: “En la edad ya vieja, como en el otoño vemos caer de los árboles las hojas, así de nuestros corazones caen las flores del contentamiento, y en su lugar de los serenos y claros pensamientos entra la nublosa y turbia tristeza acompañada de mil malas venturas, de manera que el cuerpo y el alma entrambos juntamente están enfermos”. Sin duda, los enfermos son esta clase de personajes, no los viejos.
Yo sigo los consejos de Cicerón expuestos con claridad, rigor y con numerosos ejemplos en su libro “De la Vejez”, donde dice que “hay que seguir a la Naturaleza”, pues no es verosímil que, habiendo compuesto bien las restantes edades de la vida, se haya descuidado, como un poeta sin arte, en el último acto. Todas las lamentaciones de la vejez radican en el carácter y en las costumbres, no en la edad”.
Desde niño he tenido por maestro y guía la Naturaleza y la costumbre y, ésta ha sido el estar siempre activo haciéndome viejo y “aprendiendo cada día algo”, como dijo aquel famoso legislador de Atenas, SOLON.
Como he dicho anteriormente, a mis 90 años tengo muchas limitaciones físicas pero en absoluto las mentales que es la edad del razonamiento, de la reflexión, de la experiencia, y por tanto me es imposible no comparar la España de hace 40 años con la de hoy que ha sufrido un gran retroceso y está cerca de la ruina. ¿Acaso es una fantasía que España está endeudada a pique de la quiebra, que gasta más de lo que ingresa, que tenemos los impuestos por las nubes y muchos de ellos totalmente injustos y arbitrarios, que hay demasiadas personas que cobran sin trabajar, sólo esperando el voto, que hay demasiados altos cargos políticos con sueldos elevadísimos, que hay despilfarros millonarios a asociaciones y otras entidades innecesarias, que hay un paro galopante y sin solución, que tenemos las corrupciones más grandes de la historia y del mundo?.
Respecto a los bancos: antes ponías tus ahorrillos en el banco y te daban unos intereses… ahora el banco no sólo no te da intereses sino que poco a poco se lleva el capital en comisiones y gastos para pagar los enormes sueldos de sus dirigentes.
En la política antes eran personas con acreditados méritos, capacidades y honrados. Ahora son “jovenzuelos demagogos y necios” en busca de dinero y de poder.
Termino con palabras de Cicerón que algo sabía de todos estos temas: Las grandes empresas no se administran con las fuerzas, la agilidad o la velocidad del cuerpo, sino con la reflexión, el prestigio, el juicio, cualidades que en la vejez no sólo no se pierden sino que se acrecientan todavía”. (Continuaremos con el tema )
José Antonio Bustos
Muy buen artículo. Es la verdad.
Estupendo artículo
Que razón tiene en todo lo que dice!!!!!!Me alegro muchísimo de que esté tan bien,con los años que tiene ya!!!!!Un abrazo enorme de la hija de su buen amigo Paco Moya!!!!!
Sabiduría, cultura y toda la lucidez que muchos desearían.
Admiro al Sr. Bustos es un ejemplo a seguir por todos.
A ver si aprendemos de nuestros mayores de una vez.
Buenísimo artículo. Enhorabuena.
Sabio artículo, escrito con humildad y firmeza, que acompañan siempre a la Salud moral de una vida llena de paz y ciencia (paciencia)
No hay ninguno de sus artículos que no deje a quienes lo leen con un ejemplo de su experiencia y profundos conocimientos de la vida y la sociedad.
Espero con muchas ganas el siguiente.