MEMORIA CONSTANTE: HISTORIA INOLVIDABLE

Relatos verídicos de J. A. Albertini

MEMORIA CONSTANTE es el título sugerente, y totalmente atrayente, del nuevo libro del prolífico periodista y escritor José Antonio Albertini, nacido en Santa Clara, Las Villas, Cuba (1944). J. A. Albertini, de reconocido prestigio, en dicho libro, compuesto por siete relatos verídicos, realiza una crónica pormenorizada de la historia que le tocó vivir a él y a su generación. Por tanto, se trata de relatos escritos en primera persona, con los que el autor logra que el lector pueda sentir aquello que marcó su vida, y la de sus coetáneos, haciendo honor a la verdad y, como él dice, “asaltan a su memoria de manera constante”. Lo revive como si el tiempo no hubiese transcurrido, se hubiese quedado ahí detenido, y así logra transmitirlo. Ante un hecho deplorable expresa: “yo que fui testigo visual y emocional del percance, afirmo, con convicción…”.

            Como manifiesta Oscar Wilde: “Cualquiera puede hacer historia; pero solo un gran hombre puede escribirla”. 

            Pienso que es un magnífico privilegio tener constancia de lo que ocurrió en el pasado, a través de quienes vivieron esos momentos, porque no hay tergiversaciones de los hechos. El escritor u observador se limita a relatar cuanto ve. Es humano expresar el dolor, el sentimiento, el miedo a la incertidumbre…

            Puede verse que Albertini es un hombre justo, que ama la libertad y que hace honor a la verdad sin dobleces. Como él mismo dice: “son retazos de juventud inquieta e insepulta”, juventud marcada por los acontecimientos históricos que tuvieron que vivir, visto desde el prisma de una “generación entregada e idealista”, amante de su patria.

            El conocimiento de la historia debería servir para enseñarnos a no cometer los mismos errores, para intentar la conciliación y la coherencia y no fomentar el odio ni la venganza. Pasar a la historia por acciones nefastas, por ansias de poder o venganza e ineptitud, no tiene mérito. Debe imperar el humanismo solidario.

            Albertini sabe plasmar con inteligencia e integridad el honor a la verdad, sin dobleces. Capta las miradas de terror, valentía, indiferencia…desde el más puro sentimiento humano y así lo expresa con la habilidad que lo caracteriza.

            Describe magistralmente cómo se vive en clandestinidad, cómo pende la vida de un hilo y cómo hermana esa situación. Narra una historia realmente conmovedora en el relato titulado LA CHINA, cómo las miradas pueden hablar por sí solas, cómo las circunstancias nos marcan y cómo puede cambiar la vida de un día para otro. Pero es que cada uno de los siete relatos es tremendamente emocionante. En el relato, que lleva por título EL ORIENTALITO, sabe expresar la profunda frialdad que puede llegar a transmitir un ser humano.

Albertini, con la palabra, con la pluma, con subyugante realismo, consigue erizar la piel al dejar constancia plena del dolor, del sufrimiento sin medida, de hasta dónde puede llegar la sed de venganza; claro ejemplo de ello, lo revela, con inigualable maestría, en el relato dedicado a Alfredo Testar.

Todo ello, lo lleva a cabo con pleno dominio del lenguaje, con las palabras precisas, sin caer en fanatismos ni estridencias, pero, a su vez, es capaz de reflejar un sentimiento desgarrador ante la incongruencia de los actos a los que puede llegar el ser humano.

  Es, también, un canto al amor, al amor filial. Amor que unos abuelos, sus abuelos, ante las explosiones y los disparos incesantes, que tuvieron lugar durante la Batalla de Santa Clara, cubrieron con sus propios cuerpos a sus tres nietos porque ni aun en el interior de las casas se estaba a salvo.

            Es un canto a los más elementales derechos humanos, a la libertad, a la verdad… para que las generaciones actuales y futuras tengan conocimiento de una parte de la historia acontecida en Cuba durante la segunda mitad del siglo XX.

            Para concluir, nada más cierto y meritorio que las palabras de Camilo José Cela: “La más noble función de un escritor es dar testimonio, como acta notarial y como fiel cronista, del tiempo que le ha tocado vivir”, frase recordada por la escritora del prólogo, Sara Martínez Castro, y que J.A. Albertini realiza de manera impecable en MEMORIA CONSTANTE. Desde luego, es uno de los libros que dejan huella en la memoria de quien los lee.

Lola Benítez Molina

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