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Más alerta que nunca y más rechazo que siempre a la violencia

FVRRTA

Debemos estar en alerta y en prevención más que nunca por los altos niveles de impunidad ante el repunte de la violencia: es triste y genera impotencia que no se pongan todas las medidas que están en nuestro alcance para evitar lo que desgraciadamente se ha convertido en una lacra vergonzosa, para quien se precie de hombre y de humanista en este mundo de tiempos convulsos y luctuosos por la pesadilla macabra que están soportando como víctimas muchas mujeres y sus hijos. Cuando debe ser un dolor y un roto en el peor descosido si no se puede evitar la pérdida, de la que hace que nazcamos de sus entrañas, y no podamos olvidar que creer en su amor, amor de madre, amor de hija, amor de esposa, amor de sobrinas, amor de cuñadas, amor de amigas, es lo que más la empodera.

Muchas mujeres han desaparecido y desaparecieron por causas de violencia extrema para que pocas medidas se hayan tomado al respecto y por su derecho de dignidad y respeto. Y eso que una tercera parte de los delitos denunciados, y no denunciados por miedo aunque con pruebas de indicio de riesgo, nunca se investigan con los recursos necesarios ni se protegen como se debería. Aunque podría recurrir a argumentos de estadística por las noticias de los sucesos que ocurren casi todos los días como si de una novela negra se tratase, respecto a la víctima, detención, y traslado o confesión del asesino; no lo voy a hacer pero la lamentable realidad supera a la ficción.

Esta lectura que hago me lleva a la conclusión de la urgencia y necesidad de concienciación, desde todos los sectores afectados pero principalmente desde la justicia, educación y bienestar sociofamiliar ante un tipo de sociedad desgobernada y de gobernantes que miran para otro lado, y que cada vez va perdiendo los valores y sin escrúpulos. Por lo que debe ser preocupante y prioridad absoluta si queremos avanzar en erradicar la violencia, y que haya una verdadera defensa de la dignidad y no sea tan descabellado, injusto e inhumano pensar que no se haga todo lo posible para evitarlo. Los comentarios y las bromas de ciertas dirigentes sobre las rebajas de penas de los violadores por la ley del solo sí es sí causan indignación e impotencia pero sobre la de los asesinos causan pavor y mucho dolor.

Se consideran-mire por donde se mire-“injustificables”, en un tema en el que “nos convierten en cínicos manipuladores si se frivoliza e ironiza con la vida”.  No se trata de quedarse con la duda ni de tergiversar sobre la mujer sobre todo cuando se trata de personas poco versadas ni de personas lúcidas cuando sólo piensan en lucirse. Basta ya de tantas sandeces inoportunas de despropósitos.

Se trata de algo tan grave como la violencia de género, también la que tiene que ver con la violencia sexual machista, se trata de algo que atañe a la dignidad y al derecho a la vida, que nos concierne a todos como sociedad y se trata de que no estamos actuando bien ante un problema que se nos está yendo de las manos si no prevenimos y nos ponemos mano a la obra, con todo lo que está pasando sobre crímenes sobre la mujer, y observando cómo se están aplicando las leyes, con qué medios se cuenta y si los recursos son eficaces.Lo que está claro es que “no están a la altura de la responsabilidad que supone un cargo de tanta trascendencia, para personas que dejan al desamparo y con una lista creciente de víctimas más desprotegidas que nunca si cabe en estos momentos de tanto duelo”.

En definitiva, nos podemos preguntar ¿de qué sirven la normas, órdenes de protección, normas escasas de prestación de alimentos y las relacionadas con la atribución de la vivienda; suspensión del régimen de visitas del progenitor, la suspensión de la guarda y custodia; o planes más restrictivos de órdenes de alejamiento y prohibición de comunicación, teléfono gratuito 016 si luego no se pueden vigilar ni poner los medios necesarios para poder evitar tanta violencia de emergencia doméstica?  Como así lo refleja el último informe del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial.

Sabiendo que el mayor porcentaje de condenas a maltratadores se produjo en los juzgados de violencia sobre la mujer, y digo yo: ¿para qué el conocimiento si no se aprende que advertir es insuficiente e inasumible aunque las mujeres cada vez acudan más a buscar ayuda, confíen más en las instituciones y denuncian su situación cuando vencen al miedo? Pues el mal es la forma terrible y permanente de la crueldad como decía René Girard.

Lo que nos proponemos en estas líneas es hacer un balance del origen y las causas del crecimiento sostenido de la violencia. Particularmente quisiera trasladar y hacer una petición al defensor del pueblo para que implemente y demande la actuación de profesionales como educadores sociales y psicólogos en número suficiente, ante esta situación emergente.

Lo cierto es que la violencia delictiva hacia la mujer y los menores, de los últimos tiempos nos coloca en una posición de alta vulnerabilidad, desamparo y un profundo malestar por falta de mecanismos y estrategias de contención de nuestros mandatarios. La violencia delictiva y en cualquiera de sus manifestaciones, que hoy se vive en nuestro país es una muestra de los debilitamientos del Estado; por su proliferación bajo el halo de inseguridad pública cuando no de impunidad; o el silencio del germen ante la imposibilidad de atajar el acoso y la violencia escolar en auge de crecimiento.

En resumidas cuentas, este contexto hace evidente la compleja realidad que vivimos al estar tocados por las diferentes manifestaciones de actuación de la violencia y sus matices de extrema intensidad, como herencia maldita que nos condena.

Por ello es necesario un llamamiento a toda la sociedad para que «tome conciencia de la gravedad de esta lacra» sin restar valor a la encomiable labor de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y de los profesionales sanitarios que envían los partes de lesiones a los juzgados; sin embargo todavía es «insuficiente» si no va acompañado de la «concienciación e implicación de todos los ciudadanos». 

Así pues desde la escuela debe insistirse en la necesidad fundamental de educar en valores «que promuevan el respeto y la igualdad, eliminando estereotipos de género» y de realizar con los niños y jóvenes una «profunda labor pedagógica» que les permita distinguir cualquier tipo de violencia, qué es la violencia de género, cómo empiezan a manifestarse y cómo deben evitarse.

Reconociendo que el número de denuncias y víctimas silenciadas e iniciadas a veces desde cualquier edad escolar de menores, va también en aumento, y que es significativo tanto el acoso al alumnado como al profesorado con lesiones psíquicas a ambos. Entonces, otra pregunta a la que se debería dar respuesta es: ¿cómo vivir y actuar en la violencia? Se trata de una reflexión crítica sobre la violencia actual a la que no se está dando una eficaz respuesta desde ninguna Administración. No podemos acostumbrarnos a las noticias y no sólo basta su rechazo. Juzguen ustedes.

Francisco velasco Rey

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