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Manuel Vílchez, el cura de la Sierra

Hoy traemos a nuestro periódico Granada Costa a Manuel Vílchez, conocido por todos vosotros como Manuel, el cura de la sierra, ya que ha sido una verdadera ayuda para muchos jóvenes caídos en la droga o en el alcohol. También le conocéis porque cada 15 de agosto, Día de la Virgen de las Nieves subimos a la Sierra para escuchar la hermosa misa que Manuel dedica cada año a la Virgen.

Pero pocos de vosotros conocéis la historia de Manuel cuando era niño. Nació el 3 de agosto del 1935, su padre Francisco Vílchez y su madre Rosa Terrón tuvieron nueve hijos, pero varios murieron por diferentes causas y quedaron Diego, Angustias, Manuel y Francisco. Su padre trabajaba en la Dehesa, tenía una finca en arrendamiento.

Así nos lo contaba el propio Manuel Vílchez:

En Dúrcal a todas las fincas de la sierra les llamaban suertes. Mi padre compró una finca en la sierra que fue el alimento y el trabajo de todos. Hicimos una casa en la calle memoria número 37 con una habitación abajo, en el alto de la casa dormíamos todos en el suelo y veíamos las cañas del techo con un agujero en la pared para la ventilación. A mi padre no lo recuerdo, porque murió en el año 39, yo tenía solo 4 años, nos dejó a todos muy pequeños. Cuando murió mi padre, mi madre subió a la sierra con nosotros, porque la choza se había caído y había que restaurarla. Mi madre subió con Diego, Paco, Angustias, Francisco y yo más unos peones para poder acabar de arreglar la choza y sembrar la tierra, para poder vivir solo contábamos con esto.

Sembrábamos la mitad de patatas y la mitad de trigo y hortalizas. Con el trigo asegurábamos el pan del año y las patatas las vendíamos para otras necesidades. Hacíamos la matanza, pero los jamones se vendían para comprar ropa y otros menesteres, la pobreza era total después de la guerra, cuando mi padre enferma y muere en el 39, mi madre queda viuda con 5 hijos, el médico don Evaristo cobraba la iguala (un dinero que se daba al médico y te visitaba siempre que lo necesitabas durante todo el año). Las medicinas y la comida eran muy escasas, no existía el seguro de enfermedad así que una enfermedad te arruinaba. Mi padre supo que se iba a morir y le dijo a mi madre. “¡Rosa reúne a los niños!” Estábamos todos reunidos alrededor de mi padre y él dijo: “¡Rosa yo me muero, te dejo con toda la carga, confía siempre en Dios! Diego, hijo mío, te dejo responsable de los más pequeños, tienes 14 años, cuídalos a todos como si tú fueras el padre. Angustias, ayuda a tu madre, quédate siempre con ella no la dejes nunca sola”. A Francisco y Manuel, los más pequeños, los abrazó y poco después mi padre murió tranquilo. Después de perder a mi padre, mi madre y mis hermanos pequeños se quedaron en el pueblo. En el mes de junio, cuando llegan las vacaciones subimos a la sierra hasta el mes de septiembre. Allí todos teníamos responsabilidades, acarrear la leña, trabajar el campo… Hasta al pequeño, que le gustaba jugar con los hormigueros, mi madre lo ponía en un cesto para poder trabajar y cuidarlo. Aquí tomamos conciencia de que había que ganarse el pan entre todos.

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En la sierra ejerciendo su apostolado

Comenzábamos a ser felices cuando mi madre cae tuberculosa y mi hermana Angustias la cuida aquí en el pueblo, pero lo peor está por llegar, mi hermano Francisco estaba en la sierra, en la choza con un primo, no se sabe cómo la choza comenzó a arder y mi hermano se quemó en ella. Aunque pudimos bajarlo de la sierra, solo duro 24 horas. Esto hizo que el sufrimiento que sentimos se convirtiera en un punto de unión muy fuerte compartido entre nosotros.

Cuando enterramos a mi hermano pequeño todos los niños (Tarcisios) fueron al entierro y mi madre agradecida los fue besando a todos. Hasta las naranjas las teníamos escasas y recuerdo compartir una naranja entre todos, sobraba siempre un casco (casco de la reina) que rifábamos entre todos y a quien le tocaba era feliz, así recuerdo que éramos pobres, pero con alegría. Mi tía Anica Solana tenía un secano que nos dejaba para sembrar cebada, la siega era en junio y mi hermano Diego y yo íbamos a segar. Un día, calzados con albarcas, echamos por la trinchera, pero yo tropiezo y el alambre de la albarca se me clava en el tobillo. Como vi que me salía sangre, me quedé detrás de mi hermano para que no me viera así, mi hermano ni se entera, al volver a casa mi madre me mira y dice: ¿Diego el niño tiene fiebre? Yo empiezo a llorar y me pregunta que por qué no he dicho nada… “Madre, tenemos que ganarnos el pan”.

Cuando subíamos a la sierra mi hermano Diego y yo, de noche pasábamos miedo porque dormíamos en la choza y hoy aún recuerdo el miedo que pasábamos para poder ganarnos el pan. Los maquis estaban en la sierra cuando se arrancaba la patata porque era cuando subía más gente y ellos necesitaban dinero para mantenerse. Nosotros éramos unos niños y nos respetaron.

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El 15 de agosto en la misa

En cuanto al colegio, primero recuerdo de ir a la clase de doña Carmen (la culona) que era una especie de guardería. Después pasábamos a las escuelas hasta los 14 años, los ricos podían llevar a sus hijos a Granada a estudiar, los pobres con 14 años ya trabajamos en el campo. Cuando mi hermano tiene la desgracia de quemarse, mi madre, aunque estaba mejor, no quiere subir a la Sierra, es así como mi hermano y yo subimos solos el primer día. Él me dijo: “desde aquí se ve muy bien donde se quemó nuestro hermano, nunca lo olvidaremos”. En la recolección del trigo mi hermano bajaba todos los días de la sierra y cuando subía me traía una naranja, yo quedaba solo porque mis primos no estaban.

El cura que me bautizó fue don Antonio Bayo. Mis padres eran los dos muy religiosos, nosotros siempre fuimos a la iglesia, al catecismo, a la misa, mi madre fue una mujer muy buena y muy religiosa, muy buena madre con una psicología especial. Cuando hice la comunión lo único extraordinario que hubo fue un chocolate con galletas, pero aún recuerdo el beso que me dio mi madre y me dijo: “¡Hijo, que la virgen te haga santo!” Después de la confirmación me apunté a los Tarcisios, que éramos aspirantes a futuros adoradores nocturnos. San Tarcisio fue un niño que llevaba la comunión y lo mataron, por él nos llamaron los tarcisios.

Los juegos que recuerdo eran el mocho, la pelota, el tirachinas, el gomero, el juego del abejorro, el juego de la cuerda y la taca. Cuando murió mi abuelo nos tocó un bancal y al lado había un ciruelo, a mí se me iban los ojos y mi hermano Diego no nos permitía coger ni una ciruela así que yo me lo pensé muy bien y al otro día madrugué y me fui a comer ciruelas, pensé que valía la pena comérmela y al rato confesarme.

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Manuel Vílchez contemplando la naturaleza

Hoy Manuel Vílchez ha muerto a causa del coronavirus, pero siempre estará con nosotros por su buen hacer y por el libro que escribió de supervivencia al lado de un viejo cerezo que estaba frente al cortijo de la sierra, donde acostumbraba a ejercer su apostolado, en él, todo era fuerza, fe, respiraba el amor de Dios por cada uno de los poros de su piel, gran conversador, humilde, con una humanidad increíble. Acogía en su hogar a drogadictos, alcohólicos, depresivos, todos eran bienvenidos, contaba con la ayuda de un sacerdote, Manuel España y de su hermana Carmela, que le ayudaba con la comida y el apostolado.

Los tres creían que el mayor mandamiento es darse a los hermanos que más lo necesitan, allí encontraban los valores y el cobijo necesario para cambiar su vida. Pero tenían sus normas que tenían que cumplir todos los que se quedaban allí con ellos además de rezar y trabajar. La tierra en la sierra es buena y sembraban patatas, judías, trigo, hortalizas, garbanzos, árboles frutales, cerezos, higueras, nogueras, manzanas, castaños, además de criar gallinas y cabras, que daban el sustento para poder alimentarse. Los hacía autosuficientes ya que Manuel Vílchez nunca aceptó dinero de nadie, él servía a Dios y Dios proveerá, solía decir.

Un día, tomando café, me contó que nunca entendió por qué Dios se dirigió a él. Solía arrodillarse ante el altar para hablar con Dios… “Señor por qué me has elegido a mí, tú sabes de mis defectos, debilidades y no creo merecerme que tú me escojas para ser tu Apóstol, además tengo una novia buena que me espera para casarnos. ¿Por qué yo? Si hay miles de personas mejores que yo, señor perdóname, pero creo que no has elegido bien”.

Hoy está con Dios y podrá explicarle que no se equivocó con él, ya que fue uno de sus hijos más fieles, con un apostolado que llevó a cabo, por un camino lleno de gracia, trabajo, fe y pobreza.

                                                                                     Fina López Martínez

Dúrcal

Churriana de la Vega web

0 thoughts on “Manuel Vílchez, el cura de la Sierra

  1. Que bonito artículo, ver que se homenajea a un ciudadano cercano y bueno y de la manera que se ha escrito me ha alegrado el alma. Siempre estará en nuestros corazones.

  2. Muy bonito articulo, siempre le recordare con esa sonrisa y generosidad que me entregó en GRANADA, unas poesias que llevaba para su libro Hermano Cerezo, me sentí contenta al tener unos folios con sus sentimientos, conoci la humildad y sencillez en persona. Gracias Díos por ponerle en mi camino.

  3. Manuel Vilchez me saco de la más profunda desesperación y de una vida de perdición.
    Ha sido un padre para mí , con un amor incondicional y ese cariño que nunca había sentido , me hizo creer que realmente si existía Dios que Manuel era un instrumento por el cual Dios se valió para recuperar a su hija pérdida .
    Deja una huella en mi corazón para toda la eternidad . Gracias Manuel .
    Dios te tenga en su santa gloria .

  4. Manuel Vilchez, fue un excelente discípulo de Dios, el sabía como hacer llegar la palabra de Dios a los que más necesitaba de ella.
    Y como persona, nunca en la vida abra otra persona como el, tenía un corazón inmenso que no le cabía en el pecho, y su bondad era infinita. Alludo a muchísima gente, ha cambio de nada. El era muy feliz con sólo saber que esas personas dejaban el mal camino para retomar el buen camino que avían dejado tiempo atrás.
    Manuel Vilchez ya está, con el todo poderoso, descansa en paz ?????

  5. Un hombre lleno de Dios que supo trasmitir muy bien a todos con su humildad y sencillez . Nos hacia orar con sus predicaciones, ejemplo siempre para quien lo conocíamos y al final de su vida supo reconocer sus limitaciones y vivirlas desde el Señor .

  6. En Dúrcal mucha gente lo conoció,sobre todos los que tenían arraigo con la sierra.
    El amaba la Sierra y toda la gente que vivían a su alrededor. Fué un apóstol . Vivió su fé,su amor al prójimoyamor a Dios.

  7. Si yo hoy tengo fé es gracias a Manuel…Fue un ejemplo de tantas cosas..amistad.confianza.de amor al prójimo.tolerancia.una sabiduría ejemplar.del sentido del humor.y muchas más . La más Bonita y tierna fue su fé el predicaba con su ejemplo.. el año que comparti con el en la sierra sin lugar a dudas fue el más bonito de mi vida..siempre lo compartía todo con tanto amor que cuando le decía algún problema o preocupación tenía las palabras ideales para que lo viese todo de otro sentir y se terminara tal problema…Siempre te llevaré en mis oraciones y en mi corazón..

  8. Un precioso artículo dirigido a un gran hombre , todo lo que se diga de él es poco .yo lo conocí personalmente y me enfadaba con el, pero su fé en los más débiles y pobres era muy grande , creía en ellos como si los conociera de toda la vida y les abría las puertas de su casa y de su corazón. Venía a mi tienda a comprar pantalones y camisetas y le preguntaba si era para el, me contaba que no, que era para un pobre que se había encontrado en un banco durmiendo y se lo había traído a su casa y lo había dejado en su casa duchandose y el mientras venía a comprarle ropa . Yo le decía que estaba loco que como se fiaba de todo el mundo y el me decía que no tenía nada, que que le iban a robar. Nunca me dejó darle la ropa gratis , siempre me la pagó. No tengo palabras para hablar de este hombre solo darle las gracias y sentirme orgullosa de haberlo conocido, un saludo al cielo ??????

  9. Manuel Vilches una gran persona que hizo una gran labor ayudando a los más necesitados , más que un cura , un apóstol hacía que volvieran a vivir los que habían perdido la esperanza. Estará siempre en nuestros corazones.

  10. Agradecer al periódico Granada Costa, por este homenaje tan bonito a una persona tan maravillosa y humana como era Manuel Vilchez.Gracias Manuel por haber hecho de las personas, que sean mejores y que pudiesen ver la luz de la esperanza.

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