Luminosa Posada. Autor: Diego Sabiote
La editorial Granada Club Selección presenta Luminosa Posada, del autor Diego Sabiote, profesor emérito de Filosofía en la Universidad de Mallorca.
Introducción del libro por parte de José Jaime Capel, Catedrático de Geografía Física en la Universidad de Almería:
LANCERO PEREGRINO DE ALMA PURA
Cuán difícil describir con palabras, y ajustarse en tan conciso espacio, la semblanza a modo de pinceladas, de un hombre íntegro, intelectual, idealista, filósofo y poeta Diego Sabiote Navarro, cuando el calendario brinca desbocándose, ya al mediar un horizonte albino en sus cabellos, a la par que huye la juventud ligera y su gracia.
Aun perduran, como si fuera ayer, los amaneceres y juegos de infancia. Siendo niño, antes del silbo de gallo, al amparo solo de las estrellas, en la noche de Reyes, admirábamos los obsequios que traían del Oriente Soberano, los Magos Imperiales que venían por un sendero triunfante de tréboles, entre los calmos del desierto, bajo el destello titilante de los luceros, pero por las canteras de níveo mármol de Macael, pasaban un año y otro, de soslayo. La noche de Reyes cuita silente ¿Cómo olvidáis pasar junto a su lecho, Reyes Magos del arábigo Oriente? Aún os espera.
Madrugaba daban las seis, enero
amanecía al silbo del gallo,
su aviso le erguía como el rayo,
y los labios fruncidos por entero.
Y con el decurso de los años, la adolescencia aqueja, y los crudos daños, que el paso del tiempo deja. Aquellos días de mármol, junco y barro ya se alejan.
Ahora en la quietud de las horas tardías, en el Sur lo saben únicamente grillos y ruiseñores, que se mecen sobre las ramas de las adelfas. La voz del poeta se despoja de artificio, pues a esta edad madura, cuán importa la sinceridad, libre de los prejuicios de esta sociedad deshumanizada. Diego Sabiote, de vida trasparente, tiene la mirada limpia y clara. El metamorfismo de las calizas de Los Filabres, de durísima rocalla, siempre fue, es y será su refugio, baluarte allá en lo escondido de su soledad.
En esta tarde, cuando se acerca el solsticio de diciembre, en que los días se acortan, ante vosotros, he aquí al hombre, el poeta luminoso, el místico, contemplativo a quién admiro y quiero. Levanto mi copa y brindo por él, su dedicación al mundo de las prensas, el amigo fiel, nos instruye un camino, y nos arroba en su derrotero, sendero de difícil y sigiloso acceso. Si arribamos a él, despojémonos de galas, un mundo donde la respiración arriba imprecisa, distendida, ingrávida, como si se escalara una alta cumbre, logrando emocionarnos con su grandeza y templanza, buen hacer que heredó del recio trabajo forjado en la rudeza de las piedras.
En su poesía hay un derroche de cánticos a la naturaleza en todas sus manifestaciones, como obra del Sempiterno Creador: las aves del Cielo, golondrina, mirlo, gorrión, ruiseñor…, las flores, jazmín, azucena, amapola, madreselva, buganvilla…, los árboles, álamo, pino. Mas en su poética aparecen recurrentes dos señas de entidad propia, de su mismo ser: El ciprés y la rosa.
El poeta se pregunta: ¿hay lugar para el árbol, la primavera, la golondrina, el canto, la rosa….?
“¡Ah, las golondrinas!
vosotras guardáis
los secretos del canto,
del vuelo y las primaveras….”
(D. Sabiote)
Contra toda proclama de impiedad, ante todo La ROSA, por sí misma es hermosa y bella, el mejor argumento en un mundo sin compasión, sin piedad y de asfalto. La Rosa como la reina entre las flores de la primavera, desde el Oriente brama el eco de su fama, por la Cartuja de Valldemossa la tienen consentida.
No hubo sabio alguno que acariciara todo el aire triunfante de la rosa, su secreto, escrito en flaco verso o ágil prosa.
“No hay rosa sin Rosal,
mas es la Rosa,
la que se lleva la palma,
el canto y la gloria”
(D. Sabiote)
La Rosa eterna es la Rosa de Sarón, Serafín de luz, el Lirio de los Valles, el Unigénito, Cristo, el que salva. Sus versos son profundos, luminosos, despojados de galas, de metros innecesarios, de poesía gloriosa, en busca de ese alto asiento de luminoso armiño, donde busca asilo su alma.
Sus versos al unísono, rosas de rosal, exhalan aromas de rosas….
“Cuando amanece abril,
trono celestial de la primavera,
solo una de entre mil,
célica mensajera,
mora por el soto, valle y ribera.”
La otra clave poética será el Ciprés, luminosa posada. Él como poeta, en su derrota, deambulará hacia esa morada, Ciprés pétreo, de nacarado mármol, en donde él ha crecido, hombre encumbrado entre la dureza lumínica de la majestad de los calcios. Bosque calizo, recio, allí forjó su carácter humilde y claro, desde allá puso rumbo, en dura travesía al tenue rubio de las llanos de Castilla, gloriosos en duelos mil. En Salamanca, se hizo sabio en Letras y en sabiduría del Espíritu que le regaló el cielo, testigo fiel de toda la historia de la humanidad. En el decurso de los años forjará su alma de poeta, que no tiene casa, y vuelve cual peregrino siempre a su patrio suelo, a las canteras a cielo abierto, a esa luminosa posada de mármol. Allí en libertad cantan los pájaros y aves, golondrinas en los atardeceres vespertinos granas y en las noches en el Alto Cielo corren danzarines los querubines de luz, las estrellas, como promesa del nuevo amanecer; mientras en suelo se oye el son de los grillos en su ópera inacabada.
Diego Sabiote con grácil silbo busca asilo en el Ciprés de Palma, en el verde glauco de sus ramas, como lancero peregrino de alma pura, que sueña silente rayar el Cielo.
“Buscó la altura
en su camino humilde.
Encontró la luz….”
(D. Sabiote)
El poeta tiene como oficio mirar el cielo, se mantiene firme y pervive como el Ciprés de Silos, que poetizó magistralmente, Gerardo Diego.
Hay un constante apuntar hacia la natura, nos recuerda que el hombre necesita despertar a la vida, de ahí que el canto del gallo incida en sus poemas,
“Canto del gallo
en plena madrugada.
Disparo al sol”
……………
“La luna llena.
El gallo y su canción.
Luces del alba.”
(D. Sabiote)
Evocando las nubes, el sol, el vuelo errante de los pájaros, sus trinos, con su voz profética nos obsequiará con gloriosas dádivas en consonancia con la humildad del santo de Asís.
El poeta vuela muy alto, más allá de las estrellas, su eco sonoroso versa sobre las verdades sustanciales: la vida, la luz, el amor, Dios Creador.
“La Infinitud, Dios,
el innombrable,
el indecible decir
trasciende todo registro”
(D. Sabiote)
Nos hablará del fervor en el trino de los pájaros, sean gorriones, golondrinas, mirlos, ruiseñores, o el trovo de los grillos sobre el verde tierno de la grama o de la belleza tremante de la amapola, en el claror de abril, flor de un día, de rojo fuego y luz pura, bella durante la mañana y despojada de gracia al arribar su término, la atardecida. Efímera como la vida del hombre, como un soplo que pasa, como lo expresara, sin igual, en el siglo XV Jorge Manrique , ““Recuerde el alma dormida,//avive el seso y despierte,//contemplando,//cómo se pasa la vida,//cómo se viene a la muerte,//tan callando.”
El Haikú, será el único metro que utiliza en sus obras, e hilo conductor de “Las cuerdas de los Violines”. Alcanzando en alguno de ellos, como poema aforístico altísima cumbre, valga éste como broche…
“Cada estrella
tiene su propia luz.
Así tus ojos.”
(D. Sabiote)
Porque en excelsitud hay que ser escueto.
Bajo el mecenazgo de Taurus el poeta muestra un soberbio equilibrio de imágenes poéticas, en aforismos y delicadas metáforas. En su poesía le asiste su pulso tranquilo, de corazón donoso, desprendido, una voz única, vigorosa, desmedida e inolvidable.
La poesía de Diego Sabiote es sin artificios, reciedumbre corpórea, roca pura, de tallado primoroso y brillo diamantino. Es expresión concreta de la grandeza de lo humano, donde la inspiración cristiana se atisba entre sus versos.
La poesía, a igual que las otras artes, no conciernen al tiempo, ni al espacio, mientras que al poeta si; por todo ello existe un gran escollo entre creador y lector, que Diego lo salva triunfante. La relación de Él con la poesía, no solo es una relación de creación, sino de comunicación. En sus versos se puede intuir, eso que hay, decididamente en su escritura de tan singular, de tan inefable, de humildad, de verdad desnuda, que es el espíritu de su alma. No solo es un gran escritor, sino algo mucho más elevado, un gran espíritu alcanzado por un rayo célico proveniente del dosel celestial.
Quien es alteza poética como Diego, ha grabado su fe en el albino mármol de su escritura. Clama su voz, convencido en la esperanza de ir hacia el futuro Absoluto, “El Creador”, y abriga oir la dulce aria de serafines, antes del cierre y última parada.
El es gran constructor de metáforas, trova con suma agilidad como el Céfiro, sopla proverbialmente sobre Europa. Poesía fácil de percibir e interiorizar por el ávido lector, y a su vez, misteriosa, más secreta, más indecible y tenue, con tal sutil delicadeza. Sentimiento íntimos que le empujan siempre hacia la luz, en esas desoladas soledades que nos cercan, de abismos piadosos que se instauran en nuestro ser, con versos arrobados, esenciales, de inalcanzables cimas…
Poesía que no batalla, guerrero ardido, y cuya arma es solo su voz sonora de ecos de plata y oro, de destello luminoso, titilante, en esa tierra de titanes y de hazañas.
La imagen del mármol sobre el cielo azul cobalto límpido, siempre ha perdurado. En sus versos no hay cadenas de la métrica que pudieran alterar su primigenia imagen. Cuando escribe y vuelve tras años de ausencia, revive en su Macael, años de soledad recia, vuelta a su viejo mundo, real vivido. Las canteras que orlan la villa, enclavada a pie de monte de la umbría de la Sierra. Ellas aparecen amuralladas férreamente, definiendo el carácter hondo y firme de ese horizonte perlino azul de sus versos, bajo el atrio del cielo.
Levanto mi copa por el poeta.
¡Late el tiempo a salvo entre tus versos!
A DIEGO SABIOTE
Cuánta verdad desnuda tu verso encierra,
la ira de Marte no pudo doblegarte,
cuál alma inmortal vino de la otra parte,
que es más alta y al mundo no se aferra.
Bautismo, agua y mármol, a pie de sierra,
desasido de maldad y de su arte,
con rendidos, fe y amistad comparte,
ungido por Cristo Rey en la tierra.
Enaltece al poeta la finura,
en todo lo que escribe con su mano.
Esa maravilla que el Bien procura,
le hizo piadoso, humilde y llano.
Airoso en mil combates con holgura,
va, ve, vira al cielo cual fiel cristiano.
Tu silbo soberano,
suena con dulce acorde de violines,
que gloriosos cantan los serafines.
Ficha técnica del libro: Luminosa Posada
Medidas: 17×24 cm.
Nº de páginas: 498.
Papel ahuesado de 90 gr.
Portada con solapa a color.
Género: Poesía.
Año de edición: diciembre de 2018.
ISBN: 978-84-17712-02-0
Depósito Legal: GR 1491-2018
Precio de venta al público: 15,60 €
Editada: Editorial Granada Club Selección.
Magnífica introducción de José Jaime Capel.