Los huevos de pascua – A TODA COSTA
En el recuerdo almaceno los días festivos de mi adolescencia…
Desde luego lejanos en el tiempo, en donde tras la Semana Santa aparecía las fiestas de Pascua.
El domingo y lunes de resurrección íbamos a comer la ‘mona’ en la huerta, que cercana y verde circundaba la capital del Turia, a las afueras del barrio de Russafa.
Un poco de ‘panquemao’ recubierto de dulces anises, chocolate de ‘garrofa’, sucedáneo para aquellos tiempos de ciertas carencias, y un huevo de gallina cocido con una hoja de lechuga dentro del recipiente, para que diera a su cáscara un tono verdoso, un poco de azafrán los ponía amarillos y así, con diversas recetas, se conseguía colorearlos al gusto de cada madre.
Manjares de la época que eran bienvenidos.
La cáscara de estos huevos duros se acostumbraba a romperla en la frente de la chica que te gustaba, también ellas tomaban su parte de protagonismo en este sentido.
Saltar a la cuerda, cantar la ‘Tarara’, empinar el cachirulo, actividades esperadas con entusiasmo en el Levante español, para las fechas conmemorativas de la resurrección de Cristo.
Sueños de juventud, dentro de un mundo repleto de oportunidades pendientes de hacerse reales.
Pequeños-grandes recuerdos de cuando éramos, grandes-pequeños
Francisco Ponce Carrasco
Francisco que recuerdos aquellos más bonitos, y las campanitas de barro que nos daban el domingo de resurrección bueno y lo de saltar a la comba ya ni te cuento jajjaajajaja que bonito todo, ya nada es como ahora……
Gracias Francisco por compartirlo:)))
También en Melilla, mi ciudad, teníamos casi las mismas costumbres.¡Qué tiempos de niñez!