Loa a la Naturaleza – A TODA COSTA
Déjame que me pierda entre las flores y la pradera, libre, humilde, gozoso
Tú que enciendes de color las flores, perfumas los abriles y tiñes de ocres y amarillos los octubres.
Madre naturaleza, tú que en los chopos cuelgas monedas de oro en los otoños y dotas de música sobre sus hojas, con suave brisa en primavera.
Permíteme que parezca joven siempre y salte sobre los obstáculos del camino con agilidad de cervatillo, vísteme de soles durante el día y cúbreme de estrellas por la noche.
No sé dónde voy, ni me importa; estoy de viaje y canto a los paisajes.
Del apartado monte, lleno de encinas, tomillos, manzanilla, romeros y genciana, vengo. Peregrino soy y llevo mi bastón que vale por un cetro.
Soy bajo la luz, hasta que esta se acaba, tropel de pétalos que rivaliza alegre con las alas de las mariposas mecidas por el viento.
Déjame, naturaleza, continuar corriendo así, dichoso con mi prisa y mi canción, mi único anhelo, es que no languidezca el júbilo de seguir.
Naturaleza mía, cuanto más viejo, más dentro de ti estoy, a medida que las primaveras y los otoños tiñen de blanco mis cabellos más te venero, y por ello te pido, que de noche, amada, amarra tu corazón al mío. En una comunión terrenal a la vez que onírica.
¡Oh naturaleza…! Solo quiero seguir sintiéndome pequeño; ante tu grandeza, y que de tu gran belleza con ímpetu disfrutar pueda
Francisco Ponce Carrasco