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Libro recomendado «Primer Certamen de Poesía Ciudad de Barcelona Granada Costa» de Antonio Gutiérrez Moreno

Podrá leer el libro entero a través de este enlace «Primer Certamen de Poesía Ciudad de Barcelona en Honor al Grupo Inquietudes» «Primer Premio Cogidos de la mano de Antonio Gutiérrez Moreno»

PRÓLOGO

“La poesía, refiere Joseph Joubert, no se puede encontrar en ninguna parte a no ser que la llevemos nosotros mismos”. De estas palabras se deduce que para el poeta Antonio Gutiérrez la poesía es una forma de encontrarse consigo mismo, con el mundo y con los demás, ya que la poesía no es algo que se ve o se mira, sino la luz que nos permite ver y mirar. Y lo que vemos y miramos es nuestros adentros o la vida. Es decir, ver y mirar y observar lo que la mayoría no ve, ni mira, ni observa…, captándolo, entendiéndolo y asimilándolo para, después, darle forma y contenido.

Asimismo, el poeta de Vélez de Benaudalla utiliza un lenguaje poético bello y propio para crear sus poemas. Por ello, para él la poesía es un juego de palabras con el cual logra comunicarse con el lector, proporcionándole a éste mensajes con un fondo o contenido sustancial y plenamente estéticos y expresivos, sorprendentes y rítmicos…

La clave de la concepción poética está, pues, en la armonía entre el léxico usado por el poeta y todo lo que este conlleva, la sonoridad o musicalidad de la sintaxis, la luz interna o luz poética y la magia de lo creado.

Antonio Gutiérrez sabe perfectamente que toda poética debe de ser un hacerse a sí mismo, es decir, crear el estilo propio del poeta.  Un hacerse a sí mismo conjugando rigor literario y autenticidad emocional desde la realidad cotidiana del pensar, del sentir y del vivir, escribiendo poemas de mí o desde mí. “Sé original, muchacho, sigue la tradición”, exhortación esta de Juan Ramón Jiménez dirigida a nuevos poetas, y Antonio es “original” en todas sus producciones poéticas.

Quien enseña a amar a la poesía, como lo hace Antonio Gutiérrez Moreno, está enseñando a abrir nuevos caminos, a alcanzar nuevos horizontes, a sentir nuevas sensaciones, emociones, sorpresas…, en definitiva, a vivir en plenitud. “La poesía, manifiesta Vicente Aleixandre, tiene que ser humana. Si no es humana, no es poesía”. Ciertamente la poesía de Antonio es totalmente humana, puro sentimiento.

Nuestro poeta de Vélez nos sorprende gratamente y empapa nuestra psique de sentimientos nobles y fecundos y de emociones vivaces, reconfortantes y nunca sentidas por el lector, con sus creaciones líricas, que nos dona, para fortuna nuestra, los mejores frutos de su intimidad. “La suprema aspiración del poeta, expresa Jean de Aristeguieta, es palpar la verdad por medio de la hermosura sincera, cultivada como talismán. Todo cuanto converge al ámbito de la preeminencia visible e invisible se fragua en la poesía. No olvidemos que poesía es actitud de irrealismo asombrado, pero también es realidad vital, encendida de justicia sublimada”. Evidentemente, en la presente obra lírica de Antonio Gutiérrez se “palpa la verdad por medio de la hermosura sincera”, pues él, como poeta, conjuga perfectamente, y con una sinceridad estremecedora en extremo, la riqueza de su espíritu con la facultad de discurrir su entendimiento. De esta unión íntima se genera la originalidad tan rotunda en las creaciones que componen esta obra.

Boton Antonio G

Obviamente, Antonio Gutiérrez se vale de sus composiciones líricas para acrecentar su ya valiosa y profusa cosecha intrínseca. Desde siempre, nuestro poeta se preocupa por sembrar y cultivar en los campos feraces de su mundo interno los atributos y valores propios de su raza, el compromiso con sus ideas y con sus coetáneos, los descubrimientos en la relación camino-caminante, la razón de su poética, la luz inmaculada y sostenida de la sabiduría que, gracias a su voluntad, ansia de superación y tesón, en él penetra y se expande…

Este poemario de Antonio Gutiérrez es una obra lírica de gran valor literario y, sobre todo, poético. El poeta de Vélez se entrega día a día, con suma fruición, a sus labores creativas, motivado por esa pasión que siente por la poesía auténtica. Él sabe perfectamente que “la poesía es el sentimiento, en palabras de Carmen Conde, que le sobra al corazón y te sale por la mano”. Por consiguiente, para cualquier gran poeta amante de la poesía, como lo es Antonio, es una necesidad vital comunicarse con sus lectores y hacerles partícipes, al mismo tiempo, de ese cosmos fascinante formado por su percepción de la realidad a veces soleada y en otras ocasiones, las más numerosas, oscura e inquietante, por su búsqueda continua del sentido trascendental de nuestro peregrinaje por el camino de los tiempos, por sus vivencias y deseos, por sus   sensaciones y  emotividades, por sus pensamientos, juicios y reflexiones…

Los poemas de esta obra brotaron en su día de la raíz primaria de la Poesía, constituida por soles de luz radiante y nieblas densas, por convicciones y dudas, por las atemporales preguntas sin respuestas que todos los humanos nos cuestionamos desde que tenemos uso de razón hasta que nos abandona el atributo del natural discernimiento, por la lucha diaria en encontrar la salida de esos laberintos eternos, cerrados a cal y canto para cualquier intelecto, en los que estamos inmersos, mientras existimos, por episodios vivenciales y por realidades de la vida misma, por anhelos capaces de transmutar la negatividad en el positivismo más diáfano y constructivo…

La presente obra poética de Antonio Gutiérrez es, en esencia, un canto a la vida. Un canto sincero y honesto de un poeta entregado plenamente, por amor, a la poesía. “La poesía no quiere adeptos, quiere amantes”, nos dice F. García Lorca. Y Antonio es amante fiel de la poesía auténtica.  Además, él es consciente de que la vida es para los seres humanos amor o desamor, libertad o esclavitud, paz o guerra, lealtad o perfidia, rebeldía o sumisión, posesión o indigencia… Por ello, Antonio nos dona estos poemas para clarificar hasta la transparencia total las turbias aguas que brotan de actitudes y acciones u omisiones de personas degeneradas, inhumanas, para que los caminantes de hoy y de mañana vivan dignamente en libertad, paz e igualdad, como es el deseo vehemente de cualquier hombre bien nacido.

Antonio Gutiérrez creó el contenido de este libro brillante, oportuno y serio, que mantiene una fuerza emocional, asombrosa, una claridad y finura encomiables y un sólido fondo desde el primer al último poema. Por ello, una buena armonía, entre estado anímico y disposición de tiempo y espacio, es necesaria para leer esta obra.

Carlos Benítez Villodres

Málaga, junio 2016

Merendero

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