Libro recomendado «La soledad del cuerdo 2ª Edición» de María Dolores Benítez Molina
Podrá leer el libro entero a través de este enlace «La soledad del cuerdo 2ª Edición»
PRÓLOGO A UNA SOLEDAD COMPARTIDA
Dos mundos. Dos tiempos. Y unos mismos personajes a los que la vida, con todos sus avatares, va cambiando, va dándoles la vuelta, llevándolos de acá para allá, casi como marionetas, “arrojándolos a un rumbo desconocido y, en muchas ocasiones, nada apetecible”.
Mas, pese al tiempo transcurrido, a la distancia existente entre unos y otros, en esencia, sus sentimientos permanecen siendo los mismos, inalterables al binomio tiempo-distancia. Después, quizá hubo falta de valor para enfrentarse a la realidad existente, palpable…, o excesivos principios éticos imposibles de traicionar al estar por encima, incluso, de los dictados del corazón.
“La soledad del cuerdo”, obra de la gran escritora Lola Benítez Molina, es una interesante novela, su ópera prima en materia novelística, editada por Granada Club Selección. Lola, como suele decirse, quien lo hereda no lo hurta, ha heredado los genes de sus progenitores, dos buenos poetas: Loli Molina Díaz y Carlos Benítez Villodres. Y a pesar de su juventud, ya tiene en su haber numerosas publicaciones, relatos, artículos, ha participado asimismo en diferentes medios de comunicación y ganado algunos premios.
Su escritura es fluida, elegante, con una gran riqueza de vocabulario y dominio de los términos médicos -no en vano ella es enfermera- así como de las descripciones, tanto de los personajes como de los lugares en los que Cris, la protagonista, ha vivido a lo largo del transcurso de la novela: Nueva York y Granada, dos ciudades, dos contrastes.
Los personajes, variopintos, arrastrando cada uno su piedra de Sísifo, están reunidos entre sí en un mismo escenario, el Hospital Mount Sinai de Nueva York, y un motivo común, su lucha contra las lacras de las enfermedades.
A lo largo de sus trece capítulos se van sucediendo los diversos episodios de una vida cotidiana, impregnada de auténtica realidad y desprovista por completo de artificios o añadidos innecesarios. El día a día de un gran hospital, sus vivencias, su lucha, los momentos distendidos cuando los protagonistas se reúnen en algunas fiestas o actos sociales. Pasiones contenidas. Celos… Y la monotonía del día a día de un año en Nueva York, donde la enfermera Cris presta sus servicios, mezclado todo ello a veces con los recuerdos de su niñez en la vieja casa que heredó de sus abuelos, allá en España, y su propia vida familiar.
Me impactan las frases que repiten sendos personajes, tales como “me gusta crear puentes que sirvan para unir imposibles”. En realidad, esta frase viene a definir perfectamente la situación de los dos protagonistas principales unidos por un puente y separados por las circunstancias personales de cada uno de ellos, en espera de un tiempo que, en boca de Cris, “corre, vuela, juega con nosotros, se ríe sin que podamos luchar contra él. Siempre va en nuestra contra”. Qué gran verdad. El tiempo es a veces compasivo cuando cura las heridas del alma y muchas veces es tirano cuando nos maneja a su antojo sintiéndonos indefensos cual David ante Goliat.
No quisiera dejar de mencionar los preciosos poemas, dos sonetos del consagrado poeta Carlos Benítez Villodres, y los bellos versos de Loli Molina Díaz, exquisita poeta. Son un ornato para el presente libro.
Libro que, una vez leído dos veces, y habiéndome empapado de su esencia, sin querer revelar el final, el cual mantiene al lector en vilo hasta el último capítulo, recomiendo leer en una tarde tranquila, rodeados de una atmósfera de paz y, enfrascados entre sus páginas, disfrutando de su lectura de un tirón.
Enhorabuena, amiga Lola, y hasta tu próxima novela, que esperamos no tarde demasiado.
Carmen Carrasco Ramos,
Delegada nacional de poesía Granada Costa