Libro recomendado «Cuando el Silencio no tiene Esperanza» de Marcelino Arellano Alabarces
Podrá leer el libro entero a través de este enlace «Cuando el Silencio no tiene Esperanza» de Marcelino Arellano Alabarces
LA VOZ DEL SILENCIO
Cuando se escribe un prólogo hay que saber que uno es un invitado, por lo tanto, el protagonista debe ser el anfitrión, en cualquier caso. Le agradezco que haya pensado en mí para esta misión, pero no quiero restarle ni un ápice de brillo a Marcelino Arellano Alabarces y a este libro, al contrario, espero contribuir con mi humilde tributo a su presentación a los lectores y su merecido resplandor; sabiendo que no hay mejor escaparate que la lectura de la propia obra. Dice Marcel Proust que “La obra del escritor no es más que una especie de instrumento óptico que ofrece al lector a fin de permitirle discernir aquello que, sin este libro, él tal vez no habría visto en sí mismo”. No sé dónde he leído también que “El mundo existe para ir a parar a un hermoso libro”, y eso es precisamente lo que hace Marcelino Arellano, atrapar el mundo, ofrecernos su visión particular de las cosas. El poeta, desde su yo lírico, comparte su mirada con el lector y se convierte en testigo de la realidad que le circunda dando fe de una época, pero también de su mundología íntima.
Un endecasílabo da nombre al libro “Cuando el silencio no tiene esperanza”. Parece que invita al desánimo y advierte del callejón sin salida que puede llegar a ser el silencio, pero la voz que recorre el poemario es canto, y cuando lees sus poemas en voz alta suenan como canciones, como pasos en el camino en cuyo ritmo la vida celebra su existencia. La musicalidad cabalga en el poema, a veces a trote y otras a galope, pero siempre marcando la cadencia del verso y de la palabra. En todos los poemas, a su pie, figura una fecha que actúa como si fueran unas coordenadas o el código de una caja fuerte, y que hacen referencia a un tiempo concreto que, con seguridad, ofrecen las claves de una biografía intensa y vital.
En su poesía habitan muchas temáticas como el oleaje del tiempo y una brisa de nostalgia que conducen al pasado y al interior del poeta, y por donde corretean los recuerdos y la memoria. “Había melancolía –creí percibir- en tus palabras” –dice en la página 5, también lo podemos comprobar en los poemas “Los niños por las tardes” o en “Mi niñez”. Pero la temática principal de su poesía, y de este libro en concreto, es el amor. A veces un amor no correspondido o un amor herido. El poema “Zarzas salvajes” comienza con el siguiente verso: “Todas mis palabras van a ti dirigidas”, al amor personificado, por supuesto, su obsesión temática por excelencia. Y el mismo autor lo califica en la página 87 como “mis poemas de amor imposible”, que recuerdan en alguna medida a Petrarca, no por la métrica, ya que sus versos navegan en las aguas de la rima libre o la rima asonante, fundamentalmente. Alterna versos de arte menor y arte mayor a su libre albedrío (heptasílabos, octosílabos, eneasílabos con endecasílabos…), pero siempre bajo el amparo de la musicalidad y el ritmo como ya he dicho anteriormente. Hay como dos libros dentro del mismo libro, uno con poemas más cortos y con una rima asonante y otros más largos y con verso libre. En los poemas “Tus manos ocultas”, ”Otra vez el camino”, “Se secaron las flores en mi balcón”, “Las flores silvestres”, entre otros muchos, los versos se estiran y su rima se hace más libre hasta casi rozar el versículo, con cierta proximidad a la prosa poética, aunque esté dividida en versos.
En la lectura nos encontramos con poemas más juguetones y experimentales como el “Villancico de la interrogación”, donde el autor se acerca al trabalenguas como recurso poético. Un libro en el que abundan las figuras literarias: metáforas, símiles, anáforas, aliteraciones… También hay un hueco para la poesía social, como podemos comprobar en los poemas “Me duele esta patria mía” o “Los años no pesan”, entre otros, lo que demuestra que Marcelino también es hijo de su tiempo y que no vive de espaldas a la realidad que le ha tocado vivir. Hay poemas más herméticos, casi surrealistas diría yo, como ”El perfil de la historia”, donde lo mitológico se funde con la naturaleza transformándola en una quimera de palabras, en un puzle de misterios encriptados con el amor de fondo. En todos ellos suenan ecos a Federico o Alberti, o incluso a Machado.
El silencio no es para Marcelino lo no dicho o lo callado, aquí el silencio no otorga, es más una actitud, es sinónimo de la nada, no una nada cualquiera, es una ausencia y una estancia, un vacío que deja huella, un rastro a seguir que nos lleva a la luz del poema y sus miedos: el desamor, la soledad. “Se va la tarde, el Sol se oculta/ la noche cae… Todo es silencio.”, o “a veces se producía un gran silencio entre/ nosotros” –canta en las páginas 39 y 42, respectivamente. También manifiesta: “Yo amé el silencio”, como vía de escape o aceptación de la derrota, o incluso, como salvación.
Las estaciones y la naturaleza dibujan el paisaje en el que se mueve el poemario, y son las estaciones las que guían los sentidos en la lectura; así, la primavera, el otoño, el verano y el invierno y sus naturalezas correspondientes se convierten en cicerones del poema y del ánimo, del pensamiento y de la contemplación, y son el título de muchos de los poemas. Los lugares también nos indican la geografía que recorre el libro entero, desde Almería a Palma de Mallorca pasando por Granada y su pueblo Ítrabo (con el Mediterráneo al fondo) como atmósferas que todo lo envuelven, además de Almuñécar o Sierra Nevada…Lugares todos que nos marcan el camino que han transitado tantas veces los pies y los ojos del autor.
El poeta afirma en algunos versos del libro que “Los poetas, no cantan ya al amor”, “En la terraza de mi escritorio hay revoloteo/ de alas” o “Sí, yo tuve suerte./ Tuve a los poetas. Tuve su poesía,/ que alegró mi alma” –nos confiesa. Él sí es un poeta que canta al amor como podréis comprobar, para él los poemas son pájaros que vuelan dentro de su corazón, y eso es lo que tenemos nosotros al leer su poesía, suerte, mucha suerte por tener cerca un poeta como Marcelino Arellano Alabarces y un libro con la sensibilidad de “Cuando el silencio no tiene esperanza”.
Custodio Tejada
Guadix, 22 de julio de 2018