LA PRIMAVERA LLEGÓ Y CON LLUVIA

Pero no solo con lluvia -aunque insuficiente y no sabemos si para quedarse- porque nos trajo también esa flor eterna que se queda entre nosotros por largo tiempo, como es la orquídea.  Aunque mi colaboradora doméstica -de manos ajardinadas- las resucita cada año a la llegada de la estación, yo suelo comprar alguna recién florida por aquello de sus diferentes colores y belleza sin igual, que lucen como novedad en los viveros de plantas y en floristerías.

   Y vienen a mi memoria las montañas de Colombia, que, con orquídeas salvajes se alfombran los montes de formas, colores y perfumes para regocijo de los aficionados que pueden escogerlas a discreción, y mantenerlas después en sus casa a gusto del usuario.

   Demos la bienvenida a un mes de abril incierto, que jugará con el clima de manera imprevisible, aunque los especialistas televisivos juegan con técnicas cortoplacistas que los permite acertar casi siempre con sus anticipados pronósticos.  

   El nombre botánico de la bellísima flor a la que me refiero es Orchidaceae y pertenece a una familia de plantas monocotiledóneas de las que Darwin dijo que no se polinizaban por insectos y lo hacían por medio de hongos formando micorrizas. Y son tan diversas sus tantísimas variedades, como lo son los tamaños de sus flores, que dependerán del continente o país donde se desarrollan de manera salvaje en la montaña o bien por creadores de nueva jardinería que se ocuparán de crear injertos jugando con tan diferentes colores. Salvo en zonas desérticas o polares, ésta planta florece en todo el mundo, pero con preferencia en calidad y tamaño en microclimas tropicales.

   Los holandeses, que son mágicos jardineros, me invitaron un mes de noviembre ya lejano, para que visitara una exposición en Roterdam y me llamó la atención la forma en que colocaban las orquídeas una, a una, sobre un estuche que pareciera de “alta joyería” presentando tan distinguida flor, ocultando su ramaje en una húmeda esponjita que descansaba sobre una leyenda que decía: “puede permanecer más de un mes sin agua y sin exigir absolutamente nada…”

   En vísperas de Navidad, recibía en mis empresas de Madrid y Barcelona, sendos contenedores cuyos estuches de orquídeas de múltiples colores salían a la venta entre las diferentes frutas de temporada, en aquellos dos gigantes mercados de las dos capitales y llenando después las estanterías de todas las fruterías urbanas, acompañando como complemento decorativo para su venta a tantas frutas y verduras que eran la razón de su comercio… (Como era de esperar la competencia reaccionó y al siguiente año aquellos preciosos estuches estaban en su sitio y en el lugar correspondiente).

   Desde hace poco tiempo y debido al cambio climático que nos ha venido sorprendiendo, los almendros en flor que anunciaban las primaveras cedieron su protagonismo a otras plantas venidas de climas calientes como la caléndula, por citar una de las más conocidas y que desde siempre ha podido contemplarse en algunos jardines y ventanas andaluzas en sus dulces primaveras.                                        

   Y quiero referirme aquí a una preciosa flor exótica, de la que hablo en mis libros y que procede de un cactus comestible que se conoce por pitaya; y me lamento siempre diciendo, que es una flor “tan bella como breve” porque se abre al atardecer y alcanza su máximo esplendor durante toda la noche, para morir como un pingajo llegado el amanecer con la luz previa a la salida del sol. Pero a cambio, nos deja un fruto delicioso como postre.

   Y me permito preguntar -ahora que los mayores pasan tanto tiempo en salas de espera médicas- frías y sin atractivo alguno y desde hace tiempo sin una pobre revista para entretener a los pacientes: ¿Por qué no ofrecen una música dulce o decoran esas salas con plantas o flores resistentes para agradar y entretener al personal y no se les haga tan larga, triste e insoportable la espera?

Julián Díaz Robledo

I CERTAMEN DE ARTÍCULOS Y POESÍA PERIÓDICO DIGITAL GRANADA COSTA

Cada tres meses se entregarán dos premios: uno concedido en la vertiente de textos y otro para los poemas

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