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LA MIRADA DEL ABISMO – ATARSE AL MÁSTIL

Javier Serra

Profesor de Filosofía y Escritor

Menudo último año y pico, ¿verdad? Un huracán de categoría cinco, al que habría que sumar las vicisitudes ya acumuladas durante finales del siglo pasado y lo que llevamos de este. Nos embarga el vértigo de quien se asoma demasiado a un precipicio y siente la atracción fatal por su profundidad que podría hacernos acabar como el Coyote en un episodio del Correcaminos. Si es cierto, como afirmaba Nietzsche, que cuando miramos largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de nosotros, entonces cabe concluir que estamos siendo radiografiados como nunca antes. Una exploración interna completa que al parecer incluye también colonoscopia de propina.

Veamos:

En el ámbito ecológico contamos con la actuación estelar de la pandemia de la COVID-19, como estrellas invitadas a la función tenemos la contaminación del aire y de las aguas y el calentamiento global consecuencia del cambio climático. Y, finalmente, como telonero de excepción, la invasión de los microplásticos que nos plastifican hasta el último esfínter.

En el ámbito social padecemos la proliferación de “verdades alternativas”, fake news,

pseudociencias, negacionistas de toda laya, corrupción galopante y un poder judicial que muchas veces podría denominarse, justamente, pudor judicial.

En el ámbito político, Brexit, nacionalismos cerriles diversos, desunión europea, radicalismo, populismo vocinglero, desconfianza en el sistema y falta de ilusión en las propuestas de los diferentes partidos. También de los de fútbol.

Huelga decir que no es necesario tener un máster –ni siquiera de los autárquicamente otorgados– para comprender la gravedad de la situación y que nos embargue un sentimiento de vértigo ante la inmensidad de ese abismo que se abre ante nosotros.

No olvidemos, no obstante, que se trata de una relación biunívoca: nosotros miramos al abismo y él nos devuelve la mirada, y de qué forma, hurgando en lo más profundo de nuestras almas.

En consecuencia, contemplarnos tal como somos debe darle aún mucho más miedo a él que a nosotros. Porque el rosario de dolores de cabeza que he ido desgranando no son fruto de una lotería diabólica ni de una maldición divina. Que sepamos.

No, la culpable ha sido nuestra conducta irresponsable, nuestro apalancamiento y nuestra sociedad de consumo desbocado. Solitos nos hemos bastado para propiciar todos y cada uno de ellos. Nos los hemos ganado a pulso.

Y sin embargo, al mismo tiempo, vivimos en una época fascinante, sin duda alguna la mejor de la historia de la humanidad. Prácticamente en todos los terrenos hemos alcanzado logros sin parangón con cualquier otro momento del pasado. No se trata tan solo de la impresión subjetiva de alguien que ha tenido la suerte de nacer en el lado opulento del mundo. A nivel global, muchos de los indicadores de bienestar humano (alimentación, educación, seguridad, trabajo, índice de casas de apuestas por metro cuadrado…) son los mejores jamás conocidos. Quizá no sean buenos, lo admito, pero como estudiantes que partíamos de cero podemos afirmar que progresamos adecuadamente. La pobreza continúa existiendo, pero proporcionalmente (sobre todo la extrema) es menor que nunca (1). Las guerras también, pero en menor escala y básicamente entre grupos de un mismo Estado (2). Las violaciones de los Derechos Humanos (la aprobación de los cuales fue por cierto un paso para la civilización tan grande o más que el que diera Armstrong en la Luna) también están en claro retroceso (3). No comparto la afirmación de Leibniz de que vivimos en el mejor de los mundos posibles, pero sí que estamos en camino de construir el mejor mundo posible para los humanos. Perdóname, Voltaire.

No obstante, como ya hemos observado, parece que estamos perdiendo el Oremus. Debemos enfrentarnos a los monstruos que se nos despiertan en los corazones, esos que aterrorizan al abismo que nos mira (4), y hacer lo posible para que se vuelvan a dormir, ya que acabar con ellos no es posible y seguramente ni siquiera deseable. No será tarea fácil, les hemos despertado a empellones y ahora tienen ganas de juerga, de desmelenarse, de romper cosas. Así que no pensemos ni por un momento que nos bastará con cantarles una nana para calmarlos, no, qué va. Debemos aprender a hechizarlos con las melodías más

seductoras, como hizo el flautista de Hamelin con las ratas de la ciudad, hasta que esta vuelva a ser habitable. Y eso solo lo lograremos a través de un profundo acto de reflexión sobre quiénes somos y qué sociedad queremos. Ojalá seamos capaces de componer la música adecuada y que para cuando debamos interpretarla los instrumentos de la orquesta estén bien afinados y los músicos sobrios y despabilados..

Pensemos en todo lo que hemos hecho bien y en cómo lo hemos logrado. Retomemos esa senda y no nos precipitemos en el abismo q ue nos tiene subyugados con sus cantos de Sirena. Seamos osados, audaces e inteligentes como lo fue Ulises cuando tomó la decisión de atarse al mástil de su barco para no escucharlos y retomemos así el rumbo perdido a la Ítaca que queremos conquistar.

  • fuente: Banco Mundial
  • fuente: Naciones Unidas
  • fuente: Intermon Oxfam
  • Nietzsche, Más allá del bien y del mal, sentencia 146: “ Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti”

 

0 thoughts on “LA MIRADA DEL ABISMO – ATARSE AL MÁSTIL

  1. Algo que he leído y un hecho tecnológico acaecido:
    Lo leído: Una reflexión de Bill Gates en cuanto que una mayor pandemia es la del cambio climático. Que se está llevando y se llevará más vidas que el maldito covid19.
    Hecho tecnológico: llevar una sonda espacial a Marte para investigar si hubo vida y/o si todavía la hay.
    El ser humano busca vida fuera de la tierra y destruye la que hay en su planeta.
    El hombre es capaz de lo mejor y de lo peor, lo realmente malo, es que prevalezca la última opción.
    Buen artículo, invita a reflexionar de manera profunda

  2. Reflexión profunda y verás……..
    Hacen mucha falta luchadores por la justicia…… ..bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia.

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