LA IMAGEN DE NUESTROS POLÍTICOS

Don Quijote, cuando su escudero Sancho iba a ser gobernador de la ínsula Barataria le daba estos consejos:” Que seas limpio,  y que te cortes las uñas, no andes desceñido  y  flojo que el vestido descompuesto da indicios  de ánimo desmalazado, no comas ajos y cebollas, porque no saquen por el olor tu villanería, anda despacio; habla con reposo, pero no de manera que parezca que te escuchas a ti mismo que toda afectación es mala. […] Tu vestido será calza entera, ropilla larga, herreruelo un poco más largo, greguescos ni por  piensos, que no le están bien ni a caballeros ni a los gobernadores  (II, XLIII)

Si Cervantes hubiera escrito el Quijote en nuestra época habría incluido en este apartado que ciertas maneras de vestir no les están bien a los caballeros y gobernadores pero  tampoco a los cargos públicos: senadores, parlamentarios, alcaldes, concejales… Todas aquellas personas que en cualquier institución nos representan. Y en lo referente al aseo, además de la limpieza de las uñas habría incluido  el de la cara afeitada y si con barba, ésta bien cuidada y no cada pelo por donde le diera la gana e igualmente el de la cabeza, limpio y peinado.

Últimamente estamos viendo en el Parlamento a  algunos diputados, pocos, en un estado lamentable en cuanto a su aspecto físico, lo mismo que la falta de decoro en su  vestimenta.

“El vestido que no va bien  ni a caballeros ni a gobernadores” no le va bien a los  diputados. El vestir con la ropa apropiada es parte integrante de la convivencia social”  Dime cómo vistes y te diré quien eres”, dice el proverbio. Sí, porque el decoro en el vestido es un aspecto del orden, y el orden es una de las condiciones de la libertad, pues en parte el orden externo es el representante del hombre interior. En el Parlamento vemos a menudo a  alguno de estos actores.  El ir aseado, limpio y vestido correctamente, tal como el cargo exige, es instrumento de cortesía, de fortaleza, de honradez y de sentido moral. La compostura en un representante del pueblo  es una exigencia y no una reacción de protesta. Y resulta chocante el oír llamarse señorías cuyo  significado es el de nobleza, buenos modales, decoro en el vestido, cortesía… y algunos tienen el tratamiento de excelentísimos  cuyo significado  es el de “superior calidad”, y uno se pregunta ¿superior en qué? Y otros pican más alto, se les llama honorables que quiere decir el más honrado, el que tiene autoridad y es acatado.  A la vista está.  Pienso que en el  Parlamento y en el Senado habrá  unas normas de comportamiento  ¿Por qué no se aplican? Alguno mal pensado objetará  ¿se hacen cumplir las leyes?  Si éstas difícilmente se aplican  ¿Cómo  se pueden hacer cumplir normas o costumbres? No hay que olvidar que el traje cubre el cuerpo pero también lo descubre, descubre su interior, lo íntimo, su personalidad.

En la antigua Roma los aspirantes a un cargo público, “candidatos” los que vestían la toga blanca, que eso es lo que significa  “candidato”, vestían de blanco porque era símbolo de limpieza, de claridad, de autoridad espiritual, sin doblez, honrado que era lo mínimo que se podía exigir. Hoy la indumentaria parece que importa poco, al contrario, cuanto más guarango, algunos parecen tener un éxito mayor.

Hace pocas semanas, su Majestad  el Rey, Jefe del Estado Español, recibió a los líderes políticos, que cada uno recuerde cómo iban vestidos y que saque sus propias consecuencias.

En la retirada del ejército francés de Rusia, Napoleón concedió audiencia a un general a hora muy temprana. El Emperador sabía que aquel general había estado batiéndose en retirada hasta última hora. Al verlo entrar en su tienda de uniforme de gala, limpio y recién afeitado, Napoleón tan frío y tan poco dado  a los estados emocionales, sí se emocionó esta vez y expresó su elogio de esta manera: “General, es usted un hombre honrado”.

La actitud de aquel general fue el más fino acto de cortesía. La cortesía que  es  la  puesta en acción de los valores que uno posee. Y la honradez es la observancia de un canon de conducta impuesto por la nobleza del alma, la educación y el cumplimiento del deber. El general estaba acostumbrado al respeto de su dignidad  y la de los demás, que es el sello de la autenticidad.

Y en cuanto al comportamiento de algunos diputados en el Congreso, oportuno es traer las palabras de George Washington que algo sabía de política:” no duermas cuando otros hablan, no te sientes cuando otros estén de pie, no hables cuando debas guardar silencio…”  y también habría que agregar: no leas el periódico, ni juegues, ni hables con el vecino, ni hagas gestos que insulten, ni vociferes, es decir, muéstrate educado aunque no lo seas, pues “lo cortés no quita lo valiente”, porque en caso contrario tendríamos que darle la razón a aquel escritor criado en la corte de los Reyes Católicos, Gonzalo Fernández de Oviedo que escribió que” quien  no se ha criado en corte huele siempre a acemilero”.

En   resumen, nos gustaría ver a nuestros representantes guardando las normas de la cortesía, o sea, ese conjunto de maneras, modales que suavizan y hacen posible la comunicación entre las personas. Y no olvidar nunca que la imagen externa  con el traje adecuado al lugar y la circunstancia tiene importancia capital.  El escritor alemán Goethe lo expresó bellamente:

Nada hay dentro, nada hay fuera.

Lo que hay dentro, eso hay fuera.

Y, es que muchas veces tenemos  que privarnos de “comer ajos y cebollas para que no descubran por el olor nuestra villanía”.

 

                                      ROGELIO BUSTOS ALMENDROS

2 thoughts on “LA IMAGEN DE NUESTROS POLÍTICOS

  1. Hola Rogelio: Muy cortes mente me dirijo a ti. Para decirte que me ha gustado tu escrito por la manera tan clara y concisa de hablar de algo que en la actualidad esta a la orden del dia. La ideología política no deveria estar reñida con la limpieza y el vestir con decoro. ( Chapo Rogelio )

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