LA FIGURA DEL DELEGADO DEL MENOR EN LAS BUENAS PRACTICAS DEPORTIVAS
BUENAS PRÁCTICAS DEPORTIVAS
El artículo 48 de la LOPIVI (La Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia Frente a la Violencia), señala que las entidades deportivas tienen la obligación de designar a una persona para que desempeñe la figura del delegado del menor. El Delegado de protección de la infancia y la adolescencia nace con el objetivo de generar protocolos de detección de situaciones de violencia hacia los niños, niñas y adolescentes, facilitando la comunicación y canalizando las posibles denuncias de violencia y abuso sexual por parte de estos menores. La función del delegado del menor es, pues, favorecer tanto las buenas prácticas como la posibilidad de poder hacer un abordaje de las situaciones de violencia. Es decir, permitir tanto la visibilidad de la violencia o abuso sexual como poder generar canales de comunicación y de denuncia.
El pasado 15 de febrero, la Federación de Asociaciones para la Prevención del maltrato infantil FAPMI organizó una jornada sobre el papel del delegado del menor en entidades dedicadas al deporte. Participaron: Sra. Polo de la Fundación Viky Bernadet, Sr. Rodríguez Marco de la Asociación Castellano Leonesa para la Defensa de la Infancia y Juventud REA, Sr. Alonso de Kunina Sports and Education, Sra. Sabate de Barça Fundació. Sr. Riquer de Scouts España, Sr. Pérez de la Fundación También y Sra. Ruiz de Bidegintza GEK. La inauguración corrió a cargo de la Dra. Tello, presidenta de FAPMI.
La violencia en el deporte es un hecho lamentable que nos afecta a todos. Cuando hablamos de violencia lo hacemos desde la prospectiva más amplia del concepto. Las relaciones que se establecen dentro de los equipos, tanto con el entrenador o entrenadora, los jugadores y sus familias, pueden ser fuente de graves situaciones de violencia, siendo la más grave el abuso sexual.
Es fundamental detectar la violencia ejercida por los entrenadores y entrenadoras porque, por su especial vinculación, genera sentimientos ambivalentes de malestar psicoemocional en las víctimas. Estos sentimientos están contaminados por la relación de confianza que se genera entre el entrenador o entrenadora y el niño, la niña y el adolescente. No olvidemos que, actualmente, el deporte, nos guste o no, mayoritariamente está dirigido a aspectos de reconocimiento social y económico. Y el entrenador o entrenadora son las figuras que pueden o no favorecer el ascenso en su carrera deportiva. Muchos padres y madres olvidan los aspectos lúdicos y formativos del deporte y empujan a sus hijos a ser altamente competitivos, y esto también es violencia. Y también es violencia y los abusos que se da entre iguales, así como el bullying como con el ciberbullying, muy favorecidas por las redes sociales y el fácil acceso al teléfono móvil por parte de estos menores. Otro tipo de violencia, que no podemos olvidar es la que se ejerce con los menores que tienen algún tipo de discapacidad.
Para el buen funcionamiento del delegado del menor es fundamental que las personas que se hagan cargo de desarrollar esta función reciban una formación específica, porque difícilmente van a poder detectar y ayudar a estos menores sino son capaces de entender las señales de alarma y de riesgo, y los códigos que se manejan por parte del agresor y la víctima que está sometida a maltrato o abuso sexual.
Para la entidad deportiva, la formación en estos temas, debe ser un compromiso y una responsabilidad y debe formar a todo el personal que trabaja en la misma, no solo a los entrenadores, sino a todo el personal que de una u otra forma se relaciona con los menores. Es imprescindible que las entidades deportivas y todos los profesionales que de alguna forma (escuelas, centros cívicos, etc..) tienen relación con niños, niñas y adolescentes que desarrollan actividades deportivas en sus centros, se comprometan para que la figura del delegado del menor pueda desarrollar su función y que las actividades deportivas estén libres de cualquier tipo de maltrato o abuso sexual.
Hay una serie de cuestiones que hay que tener en cuenta cuando hablamos de implementar la figura del delegado del menor, que muchas veces no se tienen en cuenta, como por ejemplo las características de la entidad deportiva, las edades tienen sus entrenadores, el papel de los padres en las decisiones del club o su política de competición entre otras. El delegado del menor pude recibir por parte del menor la revelación de una violencia o abuso que padece, especialmente si se trata de abuso sexual, pero esta violencia que puede producirse en la entidad deportiva en muchas ocasiones también puede producirse en el ámbito familiar. ¿Realmente al delegado del menor se le dan suficientes instrumentos para poder hacerse cargo del tema y cumplir su función? ¿Se tiene en cuenta, especialmente si se trata de delegados muy jóvenes, el impacto de la revelación en su psiquismo y en su salud mental? ¿Se cuida al cuidador? Las entidades deberían tener en cuenta que el delegado del menor va a tener toda una serie de responsabilidades y por este motivo la selección del mismo debe tener en cuenta estos puntos. Para concluir, es muy importante la formación de las personas de los diferentes ámbitos deportivos, para que realmente sea efectiva la implementación del delegado del menor. Porque no podemos permitir que en la actualidad vuelvan a repetirse casos de todos conocimos de abusos sexuales a deportistas, como son los casos de: Nadia Comaneci, Simone Biles, Antonio Peñalver o Gloria Viseras.
Dra. Carme Tello Casany
Psicóloga Clínica
Presidenta Assacio Catalana per la Infància Maltractada ACIM
Presidenta Federación Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil FAPMI