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La ciudad iberorromana de Cerro Boyero en Valenzuela (Córdoba)

Como no podía ser menos, Valenzuela destaca por su relevancia histórica igual que los yacimiento vecinos de Obulco de Porcuna y Torreparedones de Baena. La Delegación de Cultura, Turismo y Deporte de la Junta de Andalucía, ha incoado el procedimiento para inscribir en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz y declarar como Bien de Interés Cultural (BIC), con la tipología de zona arqueológica, el conjunto arqueológico denominado Cerro Boyero, en la localidad cordobesa de Valenzuela. Afirma que se trata de una ciudad ibérica fortificada, con una superficie que supera las 17 hectáreas.

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Asimismo ha subrayado la importancia de este trámite administrativo, que va a reforzar la protección con la que ya cuenta este enclave y va a representar un impulso a la cultura, el turismo, la investigación y el emprendimiento en Valenzuela y en toda la comarca. Este conjunto arqueológico constituye un cerro amesetado, es decir, asentado sobre una meseta inclinada hacia el norte y con una línea de muralla que se distingue en sus perfiles norte, este y sur aprovechando en su conjunto los desniveles propios del terreno. Se encuentra situado al sur del actual núcleo de población de Valenzuela, con una datación cronológica que abarca desde el final de la Era de Bronce hasta la Edad Media. La Edad del Hierro, con la cultura ibérica, supuso la etapa de mayor esplendor del asentamiento. El recinto fortificado original parece que sufrió una ampliación en época romana hacia el este, donde hay testimonios de la existencia de cisternas o silos de época iberorromana. El yacimiento al tener  una dimensión de 17 hectáreas nos hace pensar en la importancia del mismo dentro de los asentamientos de época ibérica, pues aparte de limitar el territorio, controla las vías de comunicación, en un medio natural encuadrado entre campiñas altas y medias del Guadalquivir.

Si tenemos en cuenta la posición privilegiada que ocupa el conjunto arqueológico, constituye uno de los puntos más elevados de toda la zona con amplia visibilidad hacia todos los puntos cardinales, lo que marca la importancia del enclave tanto en la historia, como en el paisaje actual. En este sentido, las condiciones para la defensa y habitabilidad de Cerro Boyero son inmejorables, ya que a la posición geoestratégica hay que unir sus características topográficas mediante laderas con fuertes pendientes que terminan en una amplia meseta, ligeramente inclinada hacia el norte, de excepcional visibilidad. A ello hay que añadir la existencia de manantiales de agua en las laderas y terrenos aptos para el cultivo. Desde su cima se puede contemplar el pueblo de Porcuna (Jaén) o el yacimiento de Torreparedones en Baena (Córdoba), así como un gran número de yacimientos arqueológicos. El hábitat de Cerro Boyero está atestiguado a través de vestigios del material cerámico superficial que revela una ocupación humana que se remonta al menos hasta el Bronce Final Precolonial, aunque no se descarta un poblamiento anterior que podría alcanzar la Edad del Cobre. Pasando por el período orientalizante, la época ibérica, romana y medieval. En los materiales en superficie aparecen fragmentos de cerámica modelada a mano, de superficies bruñidas y carenadas. Con cerámica fabricada en torno, de pasta gris y otras pintadas a bandas con motivos geométricos, entre los que sobresalen las bandas horizontales, líneas sinuosas verticales y círculos concéntricos atravesados por secantes diametrales. Estos motivos están compuestos con policromía rojo-negro, siendo frecuente el empleo de engobe. Junto a estas cerámicas a torno existen otras a mano, de superficies toscas, que presentan una decoración impresa o incisa, así como decoración plástica aplicada.

En el año 2002 fue dado a conocer el hallazgo casual de un relieve antropomorfo ibérico y parte de una inscripción en piedra, localizados en un área muy próxima a la zona fortificada. El relieve conserva la mitad del rostro, visto de frente, de un varón barbado y desnudo, con cuello casi completo, hombro correspondiente y parte del pecho. Se labró en un bloque monolítico que pudo pertenecer a la fachada de un edificio.

En cuanto a la inscripción, lo hace en un bloque de forma trapezoidal, con una cara cóncava, que es donde se dispone el epígrafe, apreciándose dos líneas de escritura con seis signos perfectamente identificables y otros tres incompletos. A raíz del hallazgo del descubrimiento  del relieve e inscripción, el régimen de protección acordado incluye ambos bienes inmuebles, que actualmente se exponen en el Museo Municipal y Centro de Interpretación del Territorio de la cercana población de Alcalá la Real (Jaén).

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Otros indicios apuntan a que la necrópolis del poblado podría situarse en la zona de El Barranco, prolongación natural de Cerro Boyero, donde también existen abundantes restos de cerámica ibérica y romana.

Las dimensiones del yacimiento, el amplio espectro cronológico documentado y la abundancia de material superficial,  además de la existencia de lienzos de grandes sillares así como el deterioro continuado como consecuencia de las labores agrícolas, constituyen razones suficientes para proceder a la catalogación del sitio como Zona Arqueológica.

Por otro lado, el asentamiento ofrece grandes posibilidades para el conocimiento de la realidad de la comarca, que adolece de secuencias estratigráficas con las que conocer su devenir histórico, en especial aquellas encuadradas desde la protohistoria a la romanización.

Por último, el delegado de Cultura Francisco Alcalde ha argumentado que toda esta riqueza patrimonial, arqueológica, histórica y antropológica, ha motivado  la consideración del importante enclave representativo en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz que va a significar para el municipio de Valenzuela el reconocimiento de su gran riqueza cultural en su pasado histórico referente del legado de su presente más inmediato.image008

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Francisco Velasco Rey

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