“La más alta ocasión que vieron los siglos” Cervantes.

            Este pasado siete de Octubre fuimos muchos los que celebramos una gran fecha: La victoria de la batalla de Lepanto. Por cierto, debería estar considerada como fiesta Nacional, aunque no es precisamente el momento para esta proposición, por muchos motivos. El primero es : ¿Para que perder el tiempo?. Pero…. ¿Qué fue la batalla de Lepanto? ¿Qué supuso para la Cristiandad? ¿Qué supuso para Europa Occidental? ¿Y para España? ¿A quien o qué debemos su éxito?

            Trasladémonos a esa época, el 7 de Octubre de 1571, concretamente al Golfo de Patras.

Galera Real

¿Qué ocurrió allí?

            Se enfrentaron en ella la armada del Imperio Otomano liderado por Alí Bajá, contra la coalición organizada por el papa Pio V, llamada La liga Santa, formada por el Imperio Español, los Estados Pontificios, la República de Venecia, la Orden de Mala, la República de Génova y el Ducado de Saboya.

Pio V

            Todos y cada uno de ellos fueron partícipes de la mayor victoria naval que se pueda presenciar, de pequeños detalles que fueron decisivos, de personajes que fueron fundamentales y de una valentía envidiable, sobre todo si los comparamos con los tiempos de ahora.

            Lepanto estuvo muy equilibrada en cuando a galeras, armamento, número de participantes y sobre todo la mentalización de que aquella oportunidad sería decisiva, sobre todo para la “Liga Santa”. Quizás nosotros si estuvimos un poco flaqueantes poco antes del comienzo de la batalla, pues fue difícil ponerse de acuerdo en cuanto a la estrategia. Cosa que en el bando contrario, los Turcos, no tenían problema en ello, pues Alí Bajá era el único que decía y hacía, y sobre él: Dios, nada más.

Por lo tanto desobedecer de alguna manera su palabra no solo era la muerte segura sino la privación de la paz en el más allá.

¿A quién teníamos los Españoles?

            Pues al gran Don Juan de Austria, que aunque muchos piensen que estaba allí, simplemente por ser hermanastro de Felipe II (Por cierto, financiador de esta batalla), se equivocan, Don Juan de Austria era una persona con muy buenos dotes para la negociación, con una gran inteligencia y una experiencia que aunque no muy longeva, por su escasa de edad si muy avanzada por su amor a la guerra, y a quien le debemos que la Santa Alianza se mantuviera unida, pues como hemos dicho antes, hasta poco días antes no se ponían de acuerdo.

Felipe II

 (Tan importante es el guerrero, la cabeza pensante, el cocinero y el que limpia la cubierta) UBI CONCORDIA IBI VICTORIA, La unión hace la fuerza. Esto no lo olvidemos.

            Quien también estuvo pero no de manera presente fue “Gonzalo Fernandes de Córdoba, el Gran Capitán” y diréis; ¿Pero si estaba muerto? Pues os equivocáis, porque morimos cuando se nos olvida, y al Gran Capitán no se le puede olvidar, entre otras cosas porque los Turcos recordaban muy bien aquella pequeña batalla que dejó una gran huella mental en el recuerdo Turco. Y Sabían que las flotas Españolas estaban llenas de la herencia de su General, Los Tercios Españoles. Por aquí comienza a aparecer Alejandro Farnesio, que a penas si tenía veinte años, y que posteriormente sería jefe de los tercios en Flandes.

            Todos y cada uno de ellos fueron decisivos pero si a alguien le debemos la Victoria de Lepanto, es sin duda a Don Álvaro de Bazán, comencemos con la acción:

Álvaro de Bazán

            Y antes de comenzar, no podemos olvidar, que para ambos protagonistas una batalla Naval se escapaba de sus manos, no habían luchado nunca en tal situación, quizás lo más parecido fue lo que ocurrió en Malta. También debemos tener en cuenta, el desgaste emocional, escasez de víveres, el continuo desgaste de mantener la flota, no se estaba en mar abierto continuamente, hubiese sido imposible.

En cuanto a la armería, ambos estaban bastante equilibrados con armas de fuego pero los turcos cometen un error fundamental, y es apostar por los arqueros, que como podéis imaginar de poco servía, pues las flotas estaban tan cercas unas de otras que crearon una especie de isla flotante, así que esta técnica, pensada para distancias largas…no es muy eficiente. Lo que si fue bastante eficaz fue la arcabucería de la Cristiandad, que apuntada y disparada allí daba.

Juan de Austria, (y por cosas como estas es por lo que no se le debe subestimar) distribuye la infantería Española en toda la flota para equilibrar y reforzar.

Juan de Austria

En la Nave Real (preciosa por cierto), se decide que la flota de Don Álvaro de Bazán se queda en la retaguardia. Imaginaos un ataque formando en el mar una media luna, y unos “barquitos” por detrás, que lo veían todo y podían reforzar a sus compañeros cuando lo necesitasen. Los turcos no actuaron así, fueron todos a una, al centro.

¿Que ocurrió?

            Pues que en pleno combate los Genoveses se adentran mar adentro, rompiendo esa media luna de ataque, hueco que percibe por un lado Álvaro de Bazán y por otro algunas flotas Turcas. Don Álvaro de Bazán llega antes y consigue taponar de tal manera no solo amplia el acorralamiento sino que lo refuerza.

¿Cuáles fueron las consecuencias positivas y negativas?.

            Para la Cristiandad, os la podéis imaginar: infinitas las positivas. Acabar con el comercio y la invasión del enemigo, a parte de una victoria moral, emocional, artística, económica, social…  lo que viene siendo: una celebración masiva.

            Por parte del los Turcos pues sinceramente más fatídica de lo que se cuenta pues aunque alardean de que restauraron su flota en un tiempo récord hay algo de lo que no se habla. Y es que;

Para una batalla de estas magnitudes se lleva a lo mejorcito que tiene un imperio: capitanes, generales, constructores, arquitectos, ilustrados, pensadores… de la misma manera, mueren si están presentes. Y esto es lo que ocurrió.

Levantaron su flota en tiempo récord, si. Pero mal. Pues sus mejores hombres fueron muertos en combate o arrestados. Y eso queridos lectores solo tiene una manera de volver a recuperarlo, dejar pasar los años y que vengan nuevas generaciones.

            Escritores, artistas, arquitectos, ilustrados, nobles, pueblo llano….todos celebraron la victoria de Lepanto. Cada uno lo reflejó en su especialidad. Pues por un tiempo las costas Europeas Occidentales, pudieron descansar en paz, y esa frase de: ¡Moros en costa! Sirvió solo para contar cuentos. No como una voz de alarma.

Jamás se vio batalla más confusa; trabadas de galeras una por una y dos o tres, como les tocaba… El aspecto era terrible por los gritos de los turcos, por los tiros, fuego, humo; por los lamentos de los que morían. Espantosa era la confusión, el temor, la esperanza, el furor, la porfía, tesón, coraje, rabia, furia; el lastimoso morir de los amigos, animar, herir, prender, quemar, echar al agua las cabezas, brazos, piernas, cuerpos, hombres miserables, parte sin ánima, parte que exhalaban el espíritu, parte gravemente heridos, rematándolos con tiros los cristianos. A otros que nadando se arrimaban a las galeras para salvar la vida a costa de su libertad, y aferrando los remos, timones, cabos, con lastimosas voces pedían misericordia, de la furia de la victoria arrebatados les cortaban las manos sin piedad, sino pocos en quien tuvo fuerza la codicia, que salvó algunos turcos.

Luis Cabrera de Córdoba

EL PENDON DE LEPANTO

No es solo un pendón,
ni es solo el pendón de Lepanto.

Es donde Cervantes puso sus ojos,
que no su mano.

Es donde Juan de Austria rezó con el corazón,
anhelando ser recordado más que su hermano.

Donde Alvaro de Bazán algo susurró,
pero nunca un llanto ni un lamento
de él salió.

Y donde Alejandro Fernesio
la gloria tocó.

No es solo un pendón
quién ve caer a cuarenta mil muertos
y ocho mil prisioneros.

Es algo más
y se lleva por dentro.

Es lo que vieron aquellos
ochenta y seis mil hombres
de la Santa Liga,
y aquellos ochenta y ocho mil de la Armada Otomana.

Es el terror,
y el horror de la pasión humana.

Es lo último que vio
antes de morir Alí Bajá,
y es lo primero
que a España vieron llegar.

Es aquello que desprende olor a sangre, humo y mar.
Es el honor de los Españoles,
que en el Monasterio Real está.

Y es un orgullo para mí
que su corazón
me dejaran tocar.

Este pendón no,
éste no es un trozo de tela sin más.

Es un giro en la historia
reencarnado en su telar.
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13 Junio 2023

Ana Calvo

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