La agricultura, un sector clave – A TODA COSTA
Francisco Ponce Carrasco recuerda, en el Día Internacional de la Agricultura, la importancia de quienes cultivan la tierra. Destaca los retos del sector —precios, plagas e importaciones— y señala la innovación, la cooperación y el apoyo público como claves para garantizar alimentos frescos y un futuro sostenible.

Comer sano empieza por comer fresco, y lo fresco no nace en un laboratorio, sino en la tierra
El 9 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Agricultura y desde estas líneas nos unimos al homenaje que se rinde a esta actividad, con más de diez mil años de antigüedad, y a quienes dedican su esfuerzo al cultivo de la tierra, para dar alimento a una sociedad que va en aumento cada año.
Como es sabido el territorio español es uno de los más destacados de la Unión Europea en términos de agricultura, especialmente por su extensa superficie, sus exportaciones, la gran variedad de productos o su volumen de producción.
La agricultura en general, y la horticultura en particular, son las verdaderas heroínas del plato saludable. Gracias a ellas, disfrutamos de tomates que saben a tomate (¡milagro!), zanahorias que crujen y lechugas con sabor a lechuga.

Cuando los cosecheros locales cultivan frutas y hortalizas, el consumidor se beneficia doblemente: come mejor y apoya economías cercanas. ¡Eso sí que es una ensalada completa!
Siembra, riega, cosecha… y reza para que no venga una plaga con más hambre que el consumidor promedio.
La clave está en la innovación: sistemas de riego eficientes, semillas resistentes, control biológico de plagas (¡nada de pesticidas que suenan como nombres de villanos!) y, por qué no, tecnología satelital que les diga al milímetro dónde regar y cuándo cosechar. Hoy, un agricultor con dron no es un exagerado: es un visionario.
Pero no todo es cosechar. Luego llega el reto mayúsculo: <<vender sin regalar>>. Los precios muchas veces fluctúan como el clima. Para controlar precios, los agricultores deben asociarse, formar cooperativas, negociar juntos como un solo puño, para no vender su cosecha al precio que les impone el intermediario con corbata.
¿Y las importaciones? Ese es otro cuento. Mientras el agricultor local arranca el día a las 6 de la mañana, con el gallo, el camión o el contenedor extranjero, cruza la frontera o arriba a un puerto del mediterráneo, con productos más baratos.
Aquí se necesitan: políticas públicas inteligentes, aranceles justos y preferencia por lo nacional en los supermercados, evitando la competencia desleal, hace falta un poco de tecnología, organización y sentido común…
¡Y quizás también, un poco de suerte climática!
Francisco Ponce Carrasco
