JULIO VERNE, EL PROFETA DEL TIEMPO FUTURO.

Todo lo que una persona puede imaginar otros podrán hacerlo realidad.

            ¡Que levante la mano quien no ha leído a Julio Verne! Ahora que levante la mano quien ha leído a Julio Verne de todas las formas que se puede leer, es decir: una simple historia, una historia fascinante, una historia premonitoria en el futuro o una historia llena de criptografía.

            Vivió su vida en una época de grandes cambios sociales, económicos y tecnológicos, en el siglo XIX, en plena revolución industrial. Era un hombre que estaba al día de todo lo que ocurría tanto en la tierra como en el cielo, pero… ¿Le bastó eso para predecir todo lo que predijo? ¿Cómo pudo predecir en sus novelas algo como: el submarino, el traje de buzo, el helicóptero, el viaje a la Luna, internet…? Siempre decía que el mundo en el que vivimos es un mundo creado por los que ya vivieron y lo imaginaron, así que…

            Todo el mundo conoce, al menos de oídas, su novela “De la Tierra a la Luna”, pero quizás pocos imaginen el grado de precisión que tuvo a la hora de imaginar (o augurar) hasta el más mínimo detalle técnico de la misión. Pronosticó la llegada del hombre a la luna con tan solo un 10% de margen de error: acertó con el tamaño de la cápsula, con los días que duraría el viaje, el lugar del despegue, la nacionalidad de las personas, su aterrizaje ¿Cómo podía saber todo esto?

            Dicen, y no con buenas intenciones, que Julio Verne era Masón. Ya sabemos que existe un gran “odio” mundial hacia esta sociedad. Si lo era o no, no lo sabremos nunca, lo que si sabemos es que perteneció a una organización llamada Sociedad de la Niebla, supuestamente fundada en el siglo XVI, con contactos con los Rosacruces (otra orden secreta) y que tomaba su ideología de la francmasonería, persiguiendo el conocimiento de Dios a través de la naturaleza y de sus leyes por medio de la filosofía aristotélica, con especial interés, rozando en lo obsesivo, con un libro en particular: “El sueño de Polifilo”. ¿Qué escondía esta obra escrita por un monje italiano? Curiosamente, Verne dejó en sus obras gran cantidad de guiños hacia dicha sociedad. ¿Un ejemplo? En la novela “La vuelta al mundo en 80 días” Phileas Fogg es miembro de un club llamado Reform Club, cuyas siglas “R.C.” coinciden con las de los Rosacruces; y Phileas es el equivalente etimológico a Polifilo. ¿Aún no es suficiente? Fogg en inglés significa niebla, pudiéndose traducir Phileas Fogg como “Hijo de la Niebla”. Las reuniones debían ser de lo más entretenidas y provechosas, pues también formaban parte de la sociedad figuras de la talla de Dumas, Nerval, Lerroux o el pintor Delacroix. Todos, “curiosamente”, tuvieron un gran éxito con sus obras y en sus vidas. ¿Suerte? Yo no creo en la suerte ¿Y ustedes?

            El nivel de pronosticador de Julio Verne desde luego rozaba la excelencia, pues se adelantó más de 100 años para describirnos la situación actual de la sociedad. En su obra “París en el Siglo XX” nos habla de un joven que, pese a vivir en un mundo de rascacielos de cristal, trenes de alta velocidad, automóviles de gas e incluso una red mundial de comunicaciones (es decir, internet), no puede alcanzar la felicidad debido a que la sociedad, hipertecnificada dominada por funcionarios, tecnócratas y banqueros, ha dado de lado a la literatura, la poesía y la música. La novela era tan pesimista que su editor pensó que sería mejor no publicarla y el escrito fue guardado a cal y canto hasta que fue descubierto en 1989 por su bisnieto y publicado unos años más tarde. Verne, gran visionario, pensaba que la sociedad no estaba preparada para el desarrollo tecnológico que se avecinaba. ¡Y que razón llevaba!

            ¡Se me olvidaba algo! Al parecer lo único que Verne no fue capaz de pronosticar fue su propia desdicha. Resulta que tenía un sobrino, Gastón, que andaba mal de dinero. Así que fue a pedirle dinero a su célebre y acaudalado tío. Éste se negó, por lo que Gastón le descerrajó dos disparos que dejaron al escritor cojo para el resto de sus días.

            Desgraciadamente, la vida hoy en día es Verne, esa pistola y el egoísta de su sobrino. A nivel metafórico es algo grandioso. Piénsenlo.

Ana Calvo

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