JOSÉ DE ESPRONCEDA PROTOTIPO DE UNA EXISTENCIA ROMÁNTICA
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar…
Estos famosos versos que todos, o casi todos, conocemos y hemos oído más de una vez recitar, retratan fielmente el alma de Espronceda, la vida de un poeta romántico, de naturaleza rebelde, amante de la libertad, vida breve, azarosa, turbulenta, viajero impenitente, sociedades secretas, exilios, destierros, amores poco ortodoxos y una muerte temprana a los treinta y cuatro años.
Espronceda fue el prototipo del poeta romántico en los agitados tiempos del siglo XIX español, como agitada lo fue su corta vida.
Repasando sus poemas, me vienen al recuerdo cuando, siendo yo muy niña que apenas si sabía leer, me enseñó mi hermano mayor este hermoso poema, La canción del pirata, que recitaba a dúo con él. Son recuerdos de mi infancia en la cual ya comenzaba a amar la poesía.
Su autor, José Ignacio Javier de Espronceda nació un 25 de marzo de 1808 en Almendralejo, Badajoz, poco antes de que estallase la Guerra de la Independencia. El pequeño José fue testigo de los seis años que duró la guerra contra Napoleón, la aprobación de la Constitución de Cádiz de 1812, llamada por el pueblo La Pepa por salir el día de San José y de la cual hay un hermoso monumento en la ciudad gaditana. Fue testigo asimismo del regreso de Francia del rey Fernando VII, apodado el Deseado, cuando entró triunfal en España, una vez acabada la guerra con Francia, jurando la Constitución: Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda Constitucional… Para más tarde suprimirla de un plumazo convirtiéndose en el rey felón, chispero y otros apelativos a que se hizo acreedor por su régimen absolutista.
Al cumplir José los doce años, la familia de Espronceda se traslada a Madrid, 1820, y queriendo seguir al parecer la carrera de su padre, militar de carrera, solicita el ingreso en el Real Colegio de Artillería de Segovia. Pero un año después retira su petición, ya que su carácter rebelde no estaba acorde con la disciplina militar, y en octubre de 1821 ingresa como interno en el madrileño Colegio de San Mateo. Allí recibe sus primeros conocimientos de Humanidades y Ciencias y comienza a sentir inquietudes por el liberalismo, influido por el que fuera su profesor, Alberto Lista, fundando en 1823, ¡con tan solo quince años!, la Sociedad Secreta Antiabsolutista de Los Numantinos en pro de la libertad y tras ser testigo de la ejecución del liberal Riego.
Al restituirse en España el absolutismo en la persona de Fernando VII, ayudado por los Cien Mil Hijos de San Luis, Francia, el joven José se manifiesta contrario a dicho régimen. El Colegio, de enseñanza liberal, se clausura y él, denunciado por sus actividades intelectuales contrarias al régimen, ha de refugiarse en la Academia del Mirto, donde asumiendo un riesgo político leyó sus primeras composiciones, poemas considerados subversivos.
Un compañero lo delata y el joven poeta de diecisiete años es condenado a su primer destierro con la consiguiente expulsión de Madrid por un periodo de cinco años. Gracias a la influencia de su padre consigue librarse siendo recluido en el convento de los Franciscanos de Guadalajara durante tres meses, donde inicia la composición del poema épico El Pelayo, una gran obra en octavas reales en la que trabajaría hasta 1835.
Ya resuelto a dedicarse a la escritura y siguiendo su vida azarosa y de viajero, en 1827, contando dieciocho años, se embarca desde Gibraltar hacia Portugal llevado de mis instintos de ver mundo, según su libro De Gibraltar a Lisboa. Viaje histórico. Allí conoce a quien sería su gran amor, Teresa Mancha, de dieciséis años y a quien más tarde raptaría y fue inspiradora de buena parte de su obra, al tiempo que toma contacto con los españoles liberales emigrados. Pero a poco es nuevamente detenido por la policía lusa y confinado en el castillo de Sao Vicente, de donde más tarde es expulsado hacia Londres.
Durante su estancia en dicha ciudad escribió La entrada del infierno en Londres y A la patria, al tiempo que se ganaba la vida dando clases de esgrima.
ELEGÍA
(fragmento)
¡Cuán solitaria la nación que un día
poblara inmensa gente!
¡La nación cuyo imperio se extendía
del Ocaso al Oriente!
Lágrimas viertes, infeliz ahora,
soberana del mundo,
¡y nadie de tu faz encantadora
borra el dolor profundo!
Oscuridad y luto tenebroso
en ti vertió la muerte,
y en su furor el déspota sañoso
se complació en tu suerte.
No perdonó lo hermoso, patria mía;
cayó el joven guerrero,
cayó el anciano, y la segur impía
manejó placentero.
So la rabia cayó la virgen pura
del déspota sombrío,
como eclipsa la rosa su hermosura
en el sol del estío.
¡Oh vosotros, del mundo, habitadores!,
contemplad mi tormento:
¿Igualarse podrán ¡ah!, qué dolores
al dolor que yo siento?
Yo desterrado de la patria mía…
Allí, en Londres, se reencuentra con Teresa Mancha e inicia una relación amorosa con ella, pese a que ya estaba casada y con hijos. Famosos fueron estos amores envueltos en el escándalo.
En 1829 abandona Londres y se traslada a la ciudad de París, junto con Teresa, que abandona su familia para vivir con el poeta. Toma contacto con los liberales, entre ellos el general Torrijos, y unido al militar liberal Chapalangarra y sus tropas vuelve a España con la intención de derrocar a Fernando VII. Misión que fracasó, pudiendo salvar su vida regresando de nuevo a Francia.
Hasta 1833 vive exilado entre Burdeos, Londres y París y ya, tras la muerte de Fernando VII, es amnistiado pudiendo regresar a España, siempre acompañado de Teresa, instalándose en Madrid e ingresando en la Guardia Real, de la que rápidamente es expulsado, al leer unos versos considerados subversivos, sufriendo un nuevo destierro, esta vez en Cuéllar, Segovia. Allí escribió el primer volumen de su novela histórica Sancho Saldaña o el Castellano de Cuéllar, año 1834.
Ese mismo año tiene una hija, Blanca, con Teresa y estrena su comedia Ni el tío ni el sobrino y por participar en la sociedad secreta La Isabelina es nuevamente desterrado a Badajoz.
Una vez libre del destierro, en 1836 se presenta a diputado por Almería sin conseguir ser elegido.
Literariamente, desde 1837 Espronceda da a conocer sus obras más importantes: El estudiante de Salamanca, su primer gran éxito literario, leyenda en verso inspirada en el mito de Don Juan.
Del 1830 a 1840 ya es un famoso escritor, poeta e intelectual. Sus obras más conocidas son: Soneto a la memoria de Torrijos y sus compañeros, militar liberal que murió fusilado frente a las costas de Málaga.
A LA MUERTE DE TORRIJOS Y SUS COMPAÑEROS
Helos allí: junto a la mar bravía
cadáveres están ¡ay! los que fueron
honra del libre, y con su muerte dieron
alas al cielo, a España nombradía.
Ansia de patria y libertad henchía
sus nobles pechos que jamás temieron,
y las costas de Málaga los vieron
cual sol de gloria en desdichado día.
Españoles, llorad; mas vuestro llanto
lágrimas de dolor y sangre sean,
sangre que ahogue a siervos y opresores,
y los viles tiranos con espanto
siempre delante amenazando vean
alzarse sus espectros vengadores.
Famosos fueron asimismo sus poemas El canto del cosaco, El mendigo, El verdugo, casi todos personajes al margen de la ley y la sociedad, preferentes del poeta.
En el Himno al sol, se dirige desafiante al astro rey para profetizarle su destrucción al final de los tiempos.
HIMNO AL SOL
(fragmento final)
Goza tu juventud y tu hermosura,
¡oh sol! Que cuando el pavoroso día
llegue que el orbe estalle y se desprenda
de la potente mano
del padre soberano,
y allá a la eternidad también descienda,
deshecho en mil pedazos, destrozado
y en piélagos de fuego
envuelto para siempre y sepultado;
de cien tormentas al horrible estruendo,
en tinieblas sin fin tu llama pura
entonces morirá. Noche sombría
cubrirá eterna la celeste cumbre:
¡ni aún quedará reliquia de tu lumbre!
En A Jarifa en una orgía expresa desilusión, hastío, lamentándose del placer perdido y rebelándose contra la realidad que lo rodea.
A JARIFA EN UNA ORGÍA
(fragmento)
Trae, Jarifa, trae tu mano,
ven y pósala en mi frente,
que en un mar de lava hirviente
mi cabeza siento arder.
Ven y junta con mis labios
esos labios que me irritan,
donde aún los besos palpitan
de tus amantes de ayer…
Y por encima de todos, el famoso poema dedicado a la libertad, la rebeldía religiosa, social y política: La canción del pirata.
LA CANCIÓN DEL PIRATA
(fragmento)
Con cien cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido,
del uno al otro confín.
La luna en el mar rïela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul:
«Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.»
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
En 1841, Espronceda es nombrado secretario de la Legación de España en los Países Bajos y permanece en La Haya hasta 1842, siendo finalmente elegido diputado por el Partido Progresista e inicia una brillante carrera diplomática que apenas duró unos meses truncada por su temprano fallecimiento, un 23 de mayo de 1842, a causa de una afección pulmonar, con tan solo treinta y cuatro años. El poeta estaba próximo a casarse con su nueva amada, Bernarda Beruete, tras el abandono de Teresa.
Dejaba inconclusa su obra más ambiciosa en verso, El diablo mundo, extenso poema narrativo donde se incluye el emocionante Canto a Teresa, tras la muerte de ella, 1839, quien anteriormente lo había abandonado, junto a su hija Blanca, para marcharse a Valladolid con otro hombre. Hecho que causó un profundo dolor al poeta.
CANTO A TERESA
(fragmento final)
Gocemos, sí; la cristalina esfera
Gira bañada en luz: ¡bella es la vida!
¿Quién a parar alcanza la carrera
Del mundo hermoso que al placer convida?
Brilla ardiente el sol, la primavera
Los campos pinta en la estación florida:
Truéquese en risa mi dolor profundo. . .
Que haya un cadáver más ¿qué importa al mundo?
Su entierro fue uno de los más multitudinarios de la época y desde 1902 sus restos reposan en el Panteón de Hombres Ilustres de Madrid.
José de Espronceda es considerado el poeta romántico español por excelencia. El amor, las pasiones desenfrenadas, la Patria, la libertad, los temas lúgubres, fueron los principales motivos de inspiración en su poesía, exaltada y arrebatadora.
Junto con Gustavo Adolfo Bécquer son los dos valores más altos de la poesía española del siglo XIX.
Vuestra amiga Carmen Carrasco
Un grato <recorrido-camino > por la buena poesía. Abrazos a repartir
Francisco Ponce