HIDROCUCIÓN: EL MAL LLAMADO CORTE DE DIGESTIÓN

Dr. Juan Gustavo Benítez Molina

Málaga

Todos hemos oído hablar infinidad de veces del famoso corte de digestión. ¿Quién no ha escuchado la célebre frase: “no te metas en el agua después de comer, pues te puede dar un corte de digestión?”. Sinceramente, creo que nadie. Al mal llamado “corte de digestión” se le debería conocer más bien como “síncope por hidrocución“. Más adelante veremos el porqué.

            La digestión es el proceso mediante el cual obtenemos los nutrientes de los alimentos que ingerimos. Paradójicamente, cuando hacemos mención de forma cotidiana a “hacer la digestión” no nos referimos a todo el proceso, sino sólo a aquel que se produce en el estómago y que puede durar desde minutos a 2 ó 3 horas. Tras una determinada ingesta, el estómago recibe los alimentos. A continuación, producirá una cierta cantidad de enzimas, que le ayudarán a degradarlos. Posteriormente, pasarán a través del píloro al duodeno, la primera porción del intestino delgado.

            Durante todo este proceso, el estómago necesita gran cantidad de oxígeno, el cual le será aportado por la sangre que circula en el interior de los vasos sanguíneos. Es por esto que, cuando estamos haciendo la digestión, los vasos del aparato digestivo se dilatan para así facilitar que llegue más sangre a dicho territorio. Como consecuencia de ello, otras zonas del cuerpo, como puede ser la cabeza, reciben una cantidad menor de sangre. Así, no es casualidad que tras una comida copiosa nos entre sueño (de ahí la famosa siesta) o nos cueste más concentrarnos. Esto se debe, pues, a que el cerebro recibe menos aporte sanguíneo porque el aparato digestivo tiene preferencia en estos momentos.

            Pero, ¿qué ocurre si durante este proceso nos zambullimos de forma brusca en agua fría? Pues en ese caso, la sangre procedente del aparato digestivo, de la cabeza y de otros órganos se redirigirá rápidamente hacia nuestra piel con el fin de amortiguar el cambio de temperatura producido. Este repentino cambio de distribución de la sangre podrá dar lugar al conjunto de síntomas que es conocido popularmente como “corte de digestión”.

            Del mismo modo, una persona puede sufrir este trastorno tanto si se mete con rapidez en agua fría del mar o de la piscina como si ingiere bebidas muy frías o si realiza un ejercicio físico intenso tras la ingesta. En este último caso, el del ejercicio intenso, la sangre concentrada en el estómago debe fluir por todo el cuerpo para aportar oxígeno suficiente a los músculos ejercitados, lo cual puede provocar también una “parada en la digestión”. Asimismo, hay ciertas comidas muy ricas en grasas o en azúcares que también favorecen la aparición de este cuadro.

            ¿Cuáles son los síntomas que nos deben alertar ante una situación como ésta? La clínica viene dada por un malestar generalizado, en el que el individuo comienza a sentirse mareado. Puede aparecer una sensación de vértigo y zumbido en los oídos, dolor de cabeza, fatiga, déficit de agudeza visual con visión borrosa, náuseas y vómitos. La sudoración se hace más intensa. Se observa palidez en la piel y el pulso se vuelve más débil. Estos síntomas pueden provocar un descenso de la presión arterial y pérdida de conocimiento. En casos extremos, puede producirse una parada cardiorrespiratoria inmediata.

            ¿Cuál debe ser nuestra actuación ante una situación como ésta? Si está en el agua, se le deberá sacar de la misma cuanto antes. Si fuera por estar haciendo ejercicio, se abandonará éste de inmediato. A continuación, se procederá a tumbar al paciente con las piernas ligeramente elevadas. Se secará a la víctima en la medida de lo posible y se le echará una toalla o una sábana por encima con el fin de mantener su calor corporal. Es posible que después de estas acciones aparezcan vómitos y diarrea. En este caso, será fundamental llevar a cabo una correcta hidratación del paciente con agua o suero. El objetivo principal es que la persona esté en reposo y procurar que su tensión arterial se estabilice. Si el cuadro es leve, el afectado se recuperará en un periodo de una a dos horas. En casos graves, ante una parada cardiorrespiratoria, se deberán comenzar las maniobras de reanimación, así como avisar urgentemente a los servicios de emergencia.

            ¿Cuáles son las medidas de prevención que podemos llevar a cabo a fin de evitar una situación de este tipo? Respetar un periodo de tiempo de unas 2 horas antes de sumergirse en el agua, especialmente después de una comida copiosa. Entrar de forma lenta y progresiva en el agua para que el organismo se vaya adaptando al cambio de temperatura. Evitar bañarse o ducharse, mientras se está haciendo la digestión, con agua fría. Evitar los cambios bruscos de temperatura corporal. No entrar de forma súbita en el agua después de una exposición prolongada al sol o de una intensa actividad física. No beber líquidos muy fríos de forma rápida después de haber realizado un ejercicio intenso. Salir del agua si se sienten escalofríos intensos, náuseas, alteraciones en la visión o zumbido de oídos, así como enrojecimiento intenso de la piel. Una vez fuera del agua abrigarse bien. Ir siempre acompañados, sobre todo en playas o lagos. Aunque haya un puesto de socorrista, siempre es mejor tener a alguien cerca.

            Para finalizar, explicaremos por qué es incorrecto emplear el término “corte de digestión”. Pues lo es porque, en realidad, a la digestión no le ocurre nada, ésta no se corta y sigue su curso adelante. De hecho, es la que mejor parada sale porque recibe sangre de forma preferente. Aquí el que sale perjudicado es el cerebro en primer lugar y el corazón en segundo, por la posibilidad de arritmias o paradas cardiacas si la frecuencia desciende mucho. La sangre que fluye hacia nuestra superficie cutánea, hacia nuestra piel, procede en mucha mayor proporción del territorio cerebral y cardiaco que del digestivo. Así, el término correcto a emplear para este proceso sería el de “síncope por hidrocución“. La palabra hidrocución viene a significar “ejecución por el agua”. Y, como ya hemos dicho, ésta se desencadena al entrar en contacto con el agua fría, lo cual puede conducir a un síncope (pérdida brusca y transitoria del conocimiento y del tono postural).

            Por lo tanto, cuidado en estos meses de calor donde pasamos de estar tomando el sol en la toalla a tirarnos de cabeza a la piscina para refrescarnos. Lo mejor es mojarnos poco a poco para que nuestra temperatura se vaya adaptando al cambio.

Deja un comentario