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No existen muchos casos en los que una pareja muera el mismo día y por razones naturales. Tal sincronía habían vivido los Jakov. Se conocían desde los cinco años y se amaron desde ese mismo día hasta el día de su muerte. Hacía una semana que habían muerto y el aire de aquella casa todavía estaba impregnado de sus característicos olores a jabón de pastilla, Varon Dandy y Royale Ambree.

 Su única nieta Jasmine, los amó como se aman los sueños. Ese día ella miraba la casa de sus abuelos como si la hubiese visto por primera vez. En realidad ya no era la misma casa. Nunca volvería a ser la misma de su niñez, ellos ya no estaban. Sus padres repartieron la faena de limpieza y a ella le tocó revisar el desván. Desplegó la escalera que colgaba del techo y accedió a la buhardilla donde los recuerdos se hallaban ocultos tras la oscuridad y el polvo. Cada objeto cubierto de recuerdos, arañaba sus ojos hasta hacerle llorar. Cada caja llena de momentos la desgarraba. Los recuerdos pareciera que venían a ella tan solo para herirla y decirle que sus abuelos ya no estaban. Y aunque dicen que los abuelos nunca mueren, ella sentía su dolorosa ausencia. Tanto espacio le impidió inundar aquel desván con lágrimas de una nieta desconsolada.

Entre sus manos apretaba una cajita de ébano en la que su abuela guardaba los recuerdos más íntimos. Un cofre del tesoro en el que guardó todo aquello que de verdad le importó en la vida. Al abrirlo rompió a llorar, lo primero que vio y que realmente fue lo último que metió en esa caja, era un dibujo de su nieta Jasmine y una foto donde la mecía entre sus brazos. Cuanto añoraba en esos momentos aquellos brazos. Quiso ver a su abuela a través del tiempo y decidió ahondar en aquella caja. Un bello sobre la sorprendió, intuitivamente lo olio, parecían de aquellos sobres perfumados y no la decepcionó, realmente era una carta de amor firmada por su abuelo hacía más de cincuenta años.

Comenzó a leerla: “Te quiero como la tierra al sol, como quieren las madrugadoras gotas de lluvia la tierra seca, como mis sueños quieren bailar con tus emociones. Te quiero como nadie pudo inventar, como nadie se atrevió a confesar, te quiero con y sin te quiero, como si el mundo se acabará en cuestión de horas y te quiero como si el mundo empezara hoy. Te quiero como las gaviotas quieren su peñasco, como las olas besan su orilla. Te quiero como una piel ama a una caricia, te quiero como un te quiero roza tus oídos entre los susurros de la pasión. Te quiero como si tú fueses yo y yo fuese tú. Te quiero como el alba quiere a las montañas, como una puesta de sol abraza una ciudad. Mi te quiero te quiere sin yo saberlo. Mi corazón me arrastra a un te quiero que mi pecho no puede contener. ¿Cómo no iba a querer a la ternura, como no iba a querer a la caricia soñada a la caricia añorada? Te sueño, te sueño. Mis manos lloran, acariciando la pluma, desearían escribir hasta dibujar en cada sinuosa belleza de tu piel.”

Lloraba riendo y reía llorando, siempre vio a sus abuelos como abuelos, nunca imaginó que fueran grandes amantes llenos de romanticismo y pasión. Se dio cuenta que en realidad no conocía nada sobre sus vidas del pasado. Para ella sus abuelos eran unos sencillos ciudadanos polacos que habían intentado sobrevivir a la vida como casi todo el mundo. Tan solo sabía de sus abuelos que trabajaron toda su vida, inclusive la época de ocupación nazi, como enfermeros en diferentes clínicas del país.

Pero cuando creyó que ya había revisado todo, encontró unas cajas que le parecieron extrañas. Esas cajas debían tener más de cincuenta años, la humedad casi se había apoderado de ellas. Sintió ese escalofrío que te dice: “los secretos existen”. Estaba ante aquellas cajas intuyendo como mujer que allí había un secreto que lo cambiaria todo.

Con cuidado las abrió, estaban cerradas desde hacía décadas, hasta le pareció ver como escapaba por sus aberturas el mismísimo tiempo. Al abrir sintió transportarse en el pasado casi un siglo. Un montón de tétricas fotografías en blanco y negro la sumergieron en el dolor de una guerra sin sentido. Niños tristes con el semblante del abandono, desfigurados por tristes emociones, ojos de mirada perdida y sueños perdidos. Todas eran fotos de niños junto a expedientes que apuntaba a su origen judío. En los documentos podía leer datos sobre la familia de cada niño y después nuevas identidades con familias nuevas fuera de toda aquella barbarie. Pero aun así era difícil de asimilar hasta que vio una fotografía llena de dolor pasión y casi cualquier emoción humana que pudiera sentir, sus abuelos muy jóvenes rodeados de un grupo de niños de corta edad y adolescentes, todos ellos con la estrella de David cosida a su solapa. Niños judíos arrancados de los brazos de sus padres, ante los podridos vagones de la muerte. Justo en ese momento entendió toda la tristeza que en un lugar oculto de su mirada escondían sus abuelos.

De repente todo lo que sentía por sus abuelos término por magnificarse, para ella ya eran héroes pero aquello lo cambiaba todo, tomaba una nueva dimensión.

Cogió el primer expediente y navego en internet hasta encontrar la primera identidad, un joven de ojos triste que aparecía en el primer expediente. Se decidió y llamó.

–Hola soy Yashima, ¿hablo con Josep Abulafia?

­–Si, soy yo –la voz de Josep era la de un hombre de sesenta años– pero ¿quién eres tú?

–Soy Jasmine Jakov.

Durante unos segundos que parecieron eternos, el sordo ruido de la línea era lo único que se oyó. El silencio lo rompieron los sollozos de aquel anciano a quien aquel apellido le trajo los peores y los mejores recuerdos de su vida. El mismo fue uno de aquellos niños y cuando liberas una lágrima tu alma desborda todo el dolor.

Sus abuelos habían mantenido en silencio su vida durante la guerra, nunca hablaron de está, pero fueron los responsables de salvar la vida de cientos de niños durante la ocupación nazi, ocultando sus identidades y ofreciéndoles salvoconductos para salir del país. Todo aquello arriesgando sus vidas. Este relato va por todos aquellos que fueron héroes y que quizás nunca conozcamos sus historias.

Desde aquel día Jasmine siempre se preguntó cómo pudieron aguantar juntos tantos años con todas las tragedias que arrastraban, y la respuesta siempre fue simple, se amaban, el amor puede vencer al enemigo más despiadado.

Manuel Salcedo

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