GRANADA COSTA OS DESEA UN FELIZ AÑO 2022

Desde el equipo de Granada Costa queremos felicitar a todos los que conformamos esta gran familia y desearos un próspero año 2022. Que esté libre de pesares y lleno de gozo, y que este sea en parte gracias a Granada Costa.

En colaboración con el escritor Diego Sabiote, compartimos a modo de obsequio navideño la Segunda Edición de su último libro, PIEL DESNUDA.

PRÓLOGO DE PIEL DESNUDA:

EL MUNDO, LA VIDA

EN TRES VERSOS

Cinco, siete, cinco.
Son las sílabas métricas.
Mundo en tres versos.

No creo que haya mejor manera de empezar este humilde prólogo que citando al propio prologado. La elección del poema no es baladí, sino que sirve para enunciar las virtudes del tipo de poesía en la que Diego Sabiote profundiza en Piel desnuda. Como ya hiciera Lope de Vega en su magistral Un soneto me manda hacer Violante, ahora Diego nos regala la más difícil todavía, que es explicar el haikú, composición breve por naturaleza e impactante por voluntad. Diego sabe bien que cinco, siete y cinco son un referente, una luz que guía la imposible traducción a las lenguas romances de este poema de origen japonés. Pero eso no debe amilanarnos, debemos abrazar hoy más que nunca estos versos, porque la fuerza, el relámpago final, son regalos en forma de perlas de ingenio.

Este Mundo en tres versos con que acaba Diego, es la clave del haikú, es la brevedad explosiva que el poema conlleva, que atrapa y que potencia (altera, alimenta, desafía) la mente y personalidad del lector. La brevedad implica una actitud activa por su parte, porque el poema no queda terminado, sino que espera a que se cierre la última página, como el propio Diego dice en uno de sus poemas.

Por lo tanto, este poemario, y en concreto el poema que enuncio, serán durante muchos años recordados y reconocidos, por dar una clase magistral sobre cómo el haikú debe encapsular cualquier tipo de sentimiento, reducirlo a su límite de entendimiento y expandirlo con la fuerza del desarrollo universal. Diego ofrece un “mundo” en cada una de sus composiciones literarias, pero el lector es el que lo recorre formando un “todo” unitario, aportando la posición de su conocimiento, como remarca la hermenéutica alemana.

Diego nos da un mundo desde el poso de su sabiduría y el lector lo recorre con el peso de sus pasos.

La importancia del haikú, justo ahora, es ese momento de acercamiento que no se ha vivido nunca entre la cultura y los pueblos más distantes. En la cultura contrasta con la expresión occidental, donde no tienen límites los poemas. La globalización parece conducir sin remedio a acelerar el mundo (y a las personas), a desentendernos de la reflexión para abrazar el facilismo, la verborrea sin dirección aparente. Pero la globalización también puede ofrecer lo contrario, puede darnos herramientas para otear el horizonte humano con la paciencia y virtud necesarias. Esta herramienta sin duda puede ser el haikú.

En su prolífica trayectoria literaria y poética, Diego nos ha regalado palabras de aliento, alegría, iluminación…, nos ha hablado de la trascendencia de la vida y de las vibraciones de la naturaleza, ha analizado al ser en abstracto y en concreto. Diego ha puesto la llama sobre la cabeza a generaciones de estudiantes, lectores y amantes de las letras y, por si todo esto fuera poco, lo ha hecho siempre con una sonrisa, no de complacencia, sino de gratitud hacia el mundo que le permitió salir de las canteras de su niñez y explorar lo recóndito e intrincado del misterio humano.

Conocí a Diego cuando se aproximaba mi decimotercer cumpleaños, yo debía medir un metro y setenta y cinco centímetros y era corpulento. Cuando mi padre nos presentó, Diego supuso que ese año entraría a la Universidad. Yo asentí por miedo a que escuchara mi aniñada voz. Por supuesto, en cuanto hablé, se demostró la farsa. Sin embargo, recuerdo perfectamente que el tono de Diego no cambió ni un ápice, me continuó tratando como un adulto, me habló del acto cultural en el que nos encontrábamos, de su paso por la Universidad y del gusto que tenía por la forma de proceder del Proyecto de Cultura Granada Costa. Aquel día me di cuenta de que un gran hombre no es pomposo ni extravagante, sino que más bien confía en que el trabajo de su vida ha dado sus frutos, y espera que los demás den los suyos para hacer de este un mundo mejor.

La vida, en la que Diego confía a pesar de lo mucho que ha visto, es el tema central de este poemario, porque la fe de un hombre sabio es el camino de los bienaventurados.
Es para mí un placer acabar con un tópico (que por algo lo son), diciendo que detrás, en este caso al lado, de un gran hombre, hay una gran mujer, y es un honor felicitar a María Ignacia por apoyar en todo momento a Diego, formando juntos uno de los más envidiables matrimonios que conozco.

Carlos Álvaro Segura Venegas

Vicepresidente del Proyecto

de Cultura Granada Costa

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