Fénix

Te levantas, te sacudes el barro,

te cubres tus heridas y arañazos,

sientes latir tu corazón

y recoges del lodo tus pedazos.

Apartas la ira de tu debacle.

Secas la tristeza de cada lágrima.

Cierras los ojos, respiras hondo y

fuerzas una sonrisa en tu alma.

Entonces renaces, cual ave Fénix,

resurgiendo de tus pavesas;

reavivado y poseído

por una inexplicable fortaleza.

Sabes que nunca llueve eternamente;

que el tiempo, aunque lento, es fugaz;

que todo pasa, muda y cicatriza

y que has venido a la Tierra a luchar.

Sabes que en la oscuridad de tu ánfora

se aferra siempre la esperanza;

aprisionada entre tus muros,

Pandora olvidó liberarla.