ESPAÑA EN LUGAR DE ESTE PAÍS

Si el lenguaje, los comportamientos y toda forma de expresión  es en último término un producto más o menos directo de las modas, circunstancias, del momento y sobre todo de la educación, sin duda alguna, bien podríamos afirmar, a la vista de lo que estamos viendo, que no nos encontramos en la actualidad en una época de progreso sino  de regresión, a pesar de que la clase política se empeñe con desfachatez y contumacia que hemos salido del infierno en el que vivíamos antes y ahora vivimos en un paraíso. Pero aquellas personas que saben, piensan y analizan, afirman que toda España está en el limbo tomando la acepción de la palabra en el peor de los sentidos. La pasividad de la sociedad ante todo lo que está ocurriendo y la aceptación de las mentiras, las corrupciones y la creencia de un hipotético bienestar y progreso en relación con lo anterior es triste. E igualmente se acepta como normal la ineficacia de los gobiernos y de la oposición.

            Respecto al lenguaje de hoy, por más que me esfuerzo, no encuentro dónde está el progreso, pues en toda clase de medios de comunicación estamos viendo y oyendo continuamente vulgaridades estandarizadas, chabacanería sin cortapisas y cualquier estupidez que se diga creen que han  pronunciado una sentencia de largo alcance. Y no sólo ocurre en los medios de comunicación sino también en las Instituciones como en el Congreso de los Diputados donde cualquier confrontación dialéctica con el contrario se convierte en lenguaje y gestos de taberna. Y esto no es sólo una opinión sino que son hechos que se producen frecuentemente.

            Vulgar y empobrecimiento de espíritu  resultan esas muletillas que se pronuncian con reiteración y sin venir a cuento como el “vale”, “Qué tal”, etc. Y donde más se nota esa regresión en el lenguaje es en el tuteo ya universalizado  en España, y eso es poco afortunado. Molesta al oído y al alma el oír a un joven de 20 años tutear a otra persona de más de 80 sin conocerla.  En España aún sigue vigente esa clara distinción entre el tú y el usted. Salvador de Madariaga ya lo apuntó cuando dijo:”el tuteo  tiende a relajar las formas y, por tanto a difuminar las finezas de la cortesía. El tuteo perjudica las relaciones humanas”.

  La cortesía necesita una correspondencia que presupone ceder espacio y respeto al otro, y aquí interviene de modo esencial el nivel de educación. En la milicia, por la que siento una especial admiración, esto de la cortesía tiene límites bien definidos. Valga como ejemplo la contestación  de aquel Ministro de la Guerra, Marcelo Azcárraga, cuando le preguntaron quién debía iniciar el saludo cuando se cruzaban dos oficiales. El ministro que también era General dijo: “en ese caso inicia el saludo el de menor graduación; si los oficiales son de la misma graduación  inicia el saludo el más joven”.   El que preguntaba apuntó” ¿Y si son de la misma graduación y más o menos de la misma edad?  –En ese caso – contestó el ministro-  inicia el saludo el más educado”.      Está claro que la educación es la norma y lo cortés no quita lo valiente.  La cortesía es un acto de creación y adaptación  permanente. Saber estar, saber comportarse.

            Insisto en que estamos en una época de regresión. Por personalidades muy cualificadas, en algunos medios se les ha dado algún  toque  de atención a parlamentarios, Senadores, legisladores, sobre la formación  de los jóvenes, que hay  chicos de 16 ó 17 años que prácticamente no saben hablar ni leer. Y si saben, no entienden lo  que leen ni lo que escriben, porque tampoco saben escribir, y es una pena. Y yo me pregunto: ¿Esta juventud es la que llevaran la gobernanza de nuestra querida España?

Y si lo poco expuesto hasta aquí ya es lamentable lo es aún más esas palabras que ya apenas se pronuncian o en todo caso se sustituyen por otras: España, Patria, bandera, lengua española …  han quedado como desterradas o vergonzantes. Da tristeza oír en cualquier medio de comunicación incluido el Congreso de los Diputados, cuando al referirse a España dicen “este país”; Y la Bandera, ¡Ay! Cuántos insultos  a los símbolos nacionales. “Cuando se comete un ultraje a la Bandera Nacional, se ultraja la Historia, el sentir profundo,  la tradición y la gloria de un pueblo milenario. Ningún español con honor puede permitir que en su presencia se ultraje el símbolo  que representa a su Patria”. (Juan Arencibia)  Pues se han permitido los ultrajes, y nadie reacciona. ¿Es esto progreso?

            Repasando algunos viejos artículos he encontrado uno que me ha emocionado por el gran patriotismo que desprende. Es de fecha del 19 de marzo del 95 publicado en el  Ideal de Granada  con el título “El terremoto de ayer”, de Antonio Gallego Morell, al que en su día felicité. En este artículo de apenas  un cuarto de página se menciona la palabra España 15 veces y en ningún caso la sustituye por “este país”. Claro que no todos somos iguales. Sería deseable que llegáramos a ser como en otros tiempos en los que ser español era un orgullo, tanto  como poseer un salvoconducto para transitar por todo el mundo y ser respetado.

 

José Antonio Bustos Fernández

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