Portada » ESPAÑA EMPOBRECIDA

No hace muchos años solías encontrarte por la calle a  algún pobre de cualquier edad y sexo, a veces, pobremente vestido, y otras, desharrapados, y también algún que otro pilluelo que con voz compungida y triste, hecha ya hábito,  te pedía una limosna diciendo: “¡una limosna que Dios te lo pagará! ¡una limosna por  amor a Dios!”, al tiempo que te alargaba la mano. Hoy te encuentras cientos de pobres y miserables que te asaltan por las calles, en las puertas de las iglesias, en los supermercados… en todas partes.  Y estos pobres de ahora que han hecho de su pobreza o de su vaganza o de su cara dura un oficio, no te piden  ¡por amor a Dios ni te dicen que Dios te lo pagará: ¡tienen derechos! Antes se decía de estos que eran “pobres de solemnidad, es decir, que no tenían nada o que  tenían muy poco. Hoy tenemos a estos y a otros muchos que se les suele llamar “pobres vergonzantes” que entran en la sociedad como personas con bienes pero que por una u otra causa no  pueden hacer frente a una vida normal. Se les ve en la fila de los comedores de Cáritas o de los comedores parroquiales y en alguna que otra asociación caritativa. Hay otros muchos pobres  vergonzantes que el hambre y la necesidad le hacen perder algo de vergüenza y se ponen en cualquier calle, plaza o iglesia con un cestillo y un rústico cartel: “tengo 2, 3 ó 4 hijos y estoy en el paro”. (Es normal, pues ya pasamos de los 4 millones de parados) Pero como todavía les queda algo de vergüenza pues llevan sombrero, gorra o un velo si es mujer que en parte les cubre la cara, y cuando les echas una moneda se les oye decir sin levantar la cabeza un tímido “gracias o Dios se lo pague”. Por el contrario, los que ya han hecho de la mendicidad “su oficio”, mientras miran lo que les has dado, que siempre les parece poco, no te dan las gracias y a veces te sueltan  un gesto de desprecio o de mala uva.

         Esto de la pobreza en España  es una triste y penosa realidad, y ante esta situación nos preguntamos: ¿Es España un país pobre?   En absoluto, España es extensa, bien situada geográficamente, tiene un clima privilegiado y diverso, y una tierra pródiga para toda clase de agricultura y ganadería, rodeada de mar, con abundante pesca y con playas de ensueño, prestigiosas universidades, buenos empresarios y gente con ingenio y emprendedora, prestigiosas universidades un buen repertorio de científicos, buenos profesionales… Entonces ¿Qué es lo que nos falta?  Sencillamente buenos políticos que son los que todo lo dirigen, gobiernan o desgobiernan, construyen o destruyen; y a la vista de los hechos sólo parece que destruyen, por su incompetencia de la mayoría de ellos.

    En el “Crepúsculo de las ideologías” Fernández de la Mora  dice:”Desde hace más de un siglo, las oposiciones a político generalmente consistían en jurar lealtad a unas vagas consignas y a un partido que las encarnaba. Luego empezaba una carrera que empezaba en muñidor electoral y pasando por alcalde, diputado, gobernador, director general y subsecretario, desembocaba en ministro. No era preciso saber finanzas para  desempeñar la cartera de Hacienda, o Pedagogía para la de Educación, o Economía para la de Comercio. La política era una profesión instintiva, empírica y de generalidades  para lo que era  superfluo dominar una disciplina concreta”.

Si reflexionamos con claridad e imparcialidad sobre el Gobierno que tenemos, nos daremos cuenta de que seguimos igual y aún peor, en un  Gobierno que machaconamente se pronuncia como “progresista”, naturalmente para ellos que ganan buenos sueldos, así como los miles de asesores. La capacidad de algunos está a nivel del suelo, y así nos va en la economía, en el paro, en el tratamiento de la pandemia, con el endeudamiento de España; y lo último el tinglado que se ha formado con la Ley de Educación y con la bajada de impuestos de la Comunidad de Madrid. Hay que subir impuestos pues hay que pagarle  a esa enorme cantidad de cargos públicos y a la caterva de personas que se designan con el nombre de “asesores”. Esto demuestra la ineptitud de muchos cargos políticos.

         Si a la incompetencia política añadimos la inmoralidad existente en la sociedad actual pues podemos deducir hacia dónde nos encaminamos. La Historia demuestra que siempre que hay crisis moral, de valores, lo inmediato es desembocar en una crisis económica y todos los demás desastres. Y en esto estamos.

    Cabe hacernos esta pregunta ¿Tiene remedio nuestra España? Sí,  sin duda, España es un gran pueblo, como en otros tiempos lo fue, pero con estas normas:

         1º.- Cuando se ponga en vigor una ley que prohíba ocupar cargos públicos a incapacitados intelectualmente y personas de dudosa moralidad, o con antecedentes de terrorismo, separatismo y antipatriotas.

         2º.- Cuando se cumpla la palabra dada y las promesas hechas en la campaña electoral.

         3º.- Cuando las Universidades sean libres y los catedráticos también libres, aptos e imparciales para que la enseñanza sea también libre.

         4º.- Cuando no se pueda ejercer una profesión si no tiene la preparación suficiente.

         5º.- Cuando todos los españoles produzcan con su esfuerzo al menos la mitad de lo que se comen.

         6º.- Cuando en vez de admirar y sonreír al pícaro, al sinvergüenza, lo reprobemos.

         7º.- “Cuando el sentimiento de justicia sea un valor moral y nacional”, los ladrones devuelvan lo robado y vayan a la cárcel, y cuando los traidores a la Patria reciban el castigo según el daño ocasionado, así como los que incumplan la Constitución y las leyes

       Y   como ordenaba el Fuero Juzgo: “que se castigue a los jueces que falten a la Justicia, ya sea por ignorancia, por miedo o por soborno”.

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