ESA COMPRENSIÓN QUE TODOS NECESITAMOS
Lola Benítez Molina
Málaga
Se hace difícil hablar de otra cosa que no sea la pandemia que se ha instaurado en cada rincón del Universo. Muchos se hallan perdidos y se ponen un antifaz para no ver la evidencia. Entre ellos, se encuentran esos jóvenes, que poseen el ímpetu de las ganas de vivir pero, a la vez, el desconcierto de ese mundo vulnerable en el que actualmente viven. Se les pide que maduren a pasos agigantados porque es mucha la responsabilidad que recae sobre ellos: tienen que luchar por labrarse un futuro, que les permita poder tener, al menos, sus necesidades cubiertas, pero es que, también, se les pide que no interaccionen apenas entre ellos, algo estrictamente necesario, y demostrado, para frenar al invisible invasor y evitar así que ataque a sus seres queridos o a aquellos con los que conviven.
Está demostrado, también, que el ser humano, desde que nace, necesita cariño y comprensión, indiscutiblemente. Cuando estos fallan, el desequilibrio emocional llama a su puerta. En cualquier momento de debilidad la necesidad se acrecienta y más, aún, cuando se trata de vivir una enfermedad, como es el Covid, en estos momentos. Se han llevado a cabo muchos protocolos, se ha intentado y se pretende volver a la normalidad, pero aún el virus no lo permite, y es tremendamente doloroso, tanto para el que lo padece como para sus seres queridos porque, además, se les pide que lo lleven en soledad, sin ese abrazo, sin esa mirada empática, sin ese roce de unas manos amadas. Por ello, quiero alabar la generosidad y el altruismo de personas como Massimo Colombi, que ya no está entre nosotros y que, antes de irse, nos dejó algo tremendamente valioso: fomentó que los pacientes con dicha enfermedad pudiesen comunicarse y despedirse de sus familiares empleando las nuevas tecnologías. A través de una tablet pueden ver los gestos de cariño, la sonrisa de los seres queridos, imágenes que nos conectan y dan sentido y fuerza para seguir adelante y tratar de superar la adversidad. Ese ánimo aumenta las defensas y la energía para superar la desgracia.
Aprovecho para rememorar dos frases hermosas de la poetisa americana Emily Dickinson: “Los que son amados no pueden morir, porque amor significa inmortalidad”, o “La vida es un hechizo tan exquisito que todo conspira para romperlo”. La esperanza no debe perderse.
Aquello de lo que no se habla o no se recuerda cae en el olvido.