Entrevista a J. Bosco Faner, sacerdote y escritor
1.Alcanzados los 70 años es el momento de hacer balances. Globalmente ¿cuál es el tuyo?
Mi balance, mi convicción, mi aprendizaje, es que lo único que importa en la vida es amar, es vivir y educarte a ti mismo a favor de los demás. Mi vida personal, y creo sinceramente que cualquier vida, solamente encuentra y vive paz, vive alegría serena, cuando ama. La vida vale la pena tanto en cuanto amamos. Amamos a los demás, a la naturaleza, a uno mismo, a Dios que es el gran misterio que sostiene cualquier vida.
- Naciste en una familia numerosa. En Ciutadella sois una referencia. ¿Qué peso han tenido tus padres en esta relación de convivencia tan fraternal?
No sé si somos o no referencia. Todos deberíamos ser referentes en algo a favor de los demás. No me convence absolutamente la mediocridad. Se nos regaló la vida para que aprendiéramos a vivirla. En este aprendizaje mis padres han sido totalmente referentes. En ellos, y seguro que respondo en nombre de todos mis hermanos, aprendimos que una vida vale la pena vivirla si se tiene convicciones y si se lucha cordialmente a favor de ellas, si se es sencillo y amable, si sabemos comprometemos a favor de los otros tanto en el campo humano y cultural, como en el religioso. Junto a nuestros padres aprendimos a tener ideales que dan sentido a la vida.
- De entre los hermanos dos escogisteis el sacerdocio como proyecto de vida. ¿Cómo se fraguó vuestra vocación?
El entorno en donde uno se educa es muy importante. Nos educamos en una familia religiosa y practicante que se creía el evangelio y lo vivía. Seguimos nuestra formación en un colegio salesiano en donde aprendimos el valor de la fe y del servicio a los demás. Algunos de mis compañeros a veces se expresan diciendo que allá perdieron su fe o sus ganas de seguir practicando. Eso me hace creer que no es suficiente ni el entorno ni el Colegio. Seguro que hay algo más. Hay una sensibilidad especial, una gracia, que alguien recibe y no sabe por qué, y que te acompaña a lo largo de toda tu vida y te acerca a Dios. Sensibilidad que agradeces como el don superior a todos los demás.
- Todos los que te conocemos sabemos de tu generosa entrega y tu pronta disponibilidad. ¿Cuál ha sido tu andadura como sacerdote hasta ser nombrado párroco de la Parroquia de San Esteban?
Al inicio, y durante cuatro años, ayudé como vicario en la Parroquia de sta. Eulalia de Alayor, después cursé estudios de pedagogía en una Universidad de Roma, luego fui párroco de san Bartolomé de Ferreries durante 23 años, ahora ya llevo 16 como rector en San Esteban. He disfrutado dando clases de religión, latín, francés, filosofía, teología tanto en Formación Secundaria como en el Seminario Diocesano y durante unos 38 años.
- Tu Parroquia está considerada como una de las más dinámicas de la isla. ¿Cuál es la clave?
Antes de mí ha habido sacerdotes que supieron crear una buena comunidad, un clima de familiaridad y naturalidad que favorece sin duda a la espontaneidad y al encuentro. La Parroquia es como es gracias a la aportación de todos. Aquí encontré cristianos abiertos y entregados. Yo solamente he intentado seguir la misma línea. La clave de una comunidad abierta es la participación y la consideración de todos sus miembros. Una Parroquia es parroquia, casa de todos, si todos la sienten suya. Si en ella, todos tienen su lugar de participación y vivencia. La corresponsabilidad es la clave.
- En dicha parroquia, los distintos grupos de catequesis, de confirmación, de acompañamiento y asistencia a los enfermos, los grupos de jóvenes, el grupo de Caritas, los grupos de oración, etc. Todos ellos viven en armonía. Cada grupo vive y madura su fe salvando su singularidad, pero al tiempo todos convergen en la Eucaristía y ningún grupo sobresale e impone a los demás. ¿Cuál es el secreto de esta concordia?
Si esta es la impresión que te damos, soy feliz. Seguro que es Dios. Seguro que es la experiencia de oración de muchos. Seguro que es la convicción que nos transmitimos los unos a los otros que una comunidad parroquial católica lo es si todos sus miembros se valoran, se escuchan. Si tienen como sagrado el “vivir en comunión”. Ya te he dicho al principio de nuestro diálogo que solamente el amor importa. ¿Qué peso evangélico tiene imponer, desoír, marginar, …? Cuando perdemos la armonía perdemos el testimonio y la vivencia de la fe en un Dios Amor.
- Sabemos que además de tu trabajo pastoral en la parroquia, has asumido otros compromisos: Dirección y acompañamiento de los seminaristas y los futuros diáconos, docencia, articulista, conferenciante, etc. ¿De dónde sacas el tiempo para estar en tantos frentes?
Como tantos otros lo hacen. Saberte organizar, priorizar, valorar el tiempo como un don de Dios, considerar a los demás como aquellos que merecen total respeto, … Hay muchas otras personas que han sido para mí referentes en el servicio a los demás. Soy de los que creen que una vida que “no sirve”, “no sirve para ser vivida”. Es precioso trabajar para algo y para alguien. No pocos hoy buscan descansar en el no hacer, en el no comprometerse, … No es esta mi opción ni mi experiencia de descanso. En la historia de la humanidad y de la Iglesia, muchos nos enseñan que quien procura no cansarse de cansarse a favor de los demás, es feliz, muy feliz.
- También tenemos noticias de tu prolífera productividad en el campo de la poesía y de la narrativa. Tus publicaciones, a un promedio de una por año, se acercan a la veintena. ¿Cuáles son las líneas maestras de tu creación literaria?
Me gusta reflexionar lo que hago, lo que veo, lo que descubro, lo que experimento, … Una vida humana sin reflexión pierde su sentido. Escribir intentado profundizar, entrar en el interior de todo, es un método que me satisface porque me acompaña a superarme y a entrar en el silencio, en el misterio de todo. Todos somos fruto de un gran misterio. Cuando más profundizamos más sabemos que todo nos sobrepasa. Cuando esto se siente fuertemente la poesía surge y te salva. El misterio solo se expresa mediante metáforas, mediante sentimientos, mediante poesía. El poeta, quiera o no, siempre transmite una experiencia mística.
- ¿Qué papel juega, en tu quehacer literario, Dios y la Buena Noticia de Salvación por Jesús de Nazaret?
Creo que se transluce en cada paso, en cada verso, en cada línea. Cuando alguien vive y ama, su vivir y su amar surgen espontáneamente. Es imposible esconder y no expresar lo que es la sal de nuestra vida.
- Sabemos que nunca rehúyes afrontar los problemas que aquejan a la Iglesia. Con motivo de los escándalos recientes en la Iglesia, has publicado en el Diario de Menorca un artículo que ha sido muy elogiado. Podrías resumírnoslo?
La Iglesia nunca debe silenciar sus pecados pero tampoco su santidad. Debemos pedir perdón constantemente por ellos. Lo hace Francisco a cada paso, a cada verso. Pero nuestros pecados no deben acallar la transmisión del auténtico evangelio de tantos y tantas que han servido a los demás de una manera ejemplar y que, con ella, han beneficiado a muchas personas y a nuestra sociedad. Pedir perdón y con total convicción, siempre. Pero también siempre debemos presentar con total satisfacción la santidad de muchísimos otros.
- Las iglesias cada vez están más vacías. ¿Cuál crees que es la causa de esta huida masiva? ¿Dada la situación cuales han de ser los nuevos caminos para hacer llegar el mensaje de Jesús a nuestros coetáneos?
Creo que hay muchas causas. La principal? Los cristianos debemos vivir nuestra fe con más convicción y pasión. No debemos estar acomplejados ante tantas voces que hoy parece quieren que desaparezcamos. Nuevos caminos? Los mismos del inicio: Experiencia y vivencia de resurrección constante. Esperanza a pesar de todo. Confianza que sólo en Dios se da la palabra que nos salva.
- Las Iglesias de Europa han visto como caían en picado las vocaciones sacerdotales. ¿Cuáles serian sus causas? ¿Qué soluciones ves en el horizonte inmediato para que las parroquias no sufran, en el futuro, de la ausencia de los sacerdotes?
El ambiente actual no es propicio. La secularización de la sociedad aparca opciones decididas a favor de la religiosidad tradicional. El misterio de lo nuevo se convierte en religión. Debemos vivir la religión dando importancia a las bienaventuranzas, al silencio, a la meditación, a la cooperación de todos los laicos. La Iglesia debe desclericalizarse y ser, como pide el Concilio Vaticano II, Pueblo de Dios. La opción por el sacerdocio ministerial debe ser ofrecida claramente.
- La próxima semana tendréis un encuentro los rectores de los seminarios en Roma para estudiar el problema en profundidad. Cuáles son los grandes trazos que vais a considerar?
El objetivo de nuestro encuentro es compartir entre todos objetivos específicos, contenidos, actividades y experiencias de formación razonadas y justificadas. Experiencias que incluyan todas las etapas de la formación, para facilitar la fidelidad de los futuros sacerdotes, su formación integral y su cercanía pastoral.
- En cada época aparecen nuevos carismas dentro de la Iglesia que toman cuerpo y se concretan en organizaciones. ¿Cuál debe ser la actitud de los creyentes ante la aparición de un nuevo carisma? ¿Cómo integrar los modelos clásicos con los nuevos modelos?
La Iglesia siempre debe estar atenta a los signos de los tiempos y responder adecuadamente. La Iglesia o vive la encarnación o no es la Iglesia de Jesús. No sólo debemos aceptar signos nuevos, debemos crearlos. El diálogo entre Fe y ciencia, entre Iglesia y sociedad nos lo demanda y el Espíritu nos empuja a ello. La tradición, la experiencia de la Iglesia de todos los tiempos nos es magistral y siempre debe ser tenida presente.
- Qué papel ha de jugar el apostolado seglar dentro de la Iglesia?
Fundamental. Todos los cristianos somos llamados a ser apóstoles por nuestro bautismo y nuestra confirmación, porque Jesús haciéndonos hijos de la Iglesia nos envía, como la Iglesia entera es enviada, a la misión evangelizadora. La Iglesia es comunión misionera y misión que genera comunión. Por esto el Papa afirma que cada cristiano debe decir: “Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo” . Esto nos exige a todos coherencia entre las palabras y la vida porque el apostolado es dar testimonio contagioso y fecundo de vida cristiana: de una vida reconciliada con Dios que renueva el mundo. Sólo el santo logra ser un apóstol plenamente fructuoso, porque sólo él resulta instrumento verdaderamente dócil del Espíritu Santo. Cualquier seglar, como cualquier sacerdote o religioso/sa, debe buscar la santidad. Jesús es el ideal de la coherencia cristiana entre palabras y vida, puesto que en Él (que es la Palabra de Dios) persona y misión coinciden.
- Sabemos que los seglares, en la actualidad, no se conforman con una visión mediocre de su fe y demandan una mejor competencia para estar a la altura de nuestro tiempo. ¿Qué papel ha de jugar el consiliario en este proceso de formación?
El consiliario debe acompañar a los seglares a que vivan su formación y su experiencia cristiana con un gran sentido de corresponsabilidad. El consiliario debe estar sin estar. Debe vivir el espíritu del Bautista: “Él ha de crecer y yo disminuir” (Jn 3,30). Timoteo, por ejemplo, fue enviado por Pablo a los tesalonicenses “para fortalecerles y darles coraje en la fe” (3,2).
- El año pasado presentaste tu último poemario en torno a María de Nazaret, la escogida por Dios entre todas las mujeres. Conocemos tu profunda devoción hacia la Madre de Dios. ¿De donde proceden estos nobles sentimientos?
Siempre mi referencia primera y principal son mis padres. Ellos nos enseñaron a rezar y confiar en María Auxiliadora. Su habitación particular estaba presidida por una imagen de María Auxiliadora. Cada noche, nuestros hermanos, escuchábamos sus rezos y sus palabras dirigidas a María. Ellos me enseñaron que, con Maria, Dios es y se nos presenta entrañable, nacido de las entrañas de una mujer. En Dios hay paternidad y maternidad. Des de niño, al revés de lo que algunos hoy manifiestan, siempre he vivido una Iglesia maternal y femenina.
- Me consta que estás ultimando un nuevo libro. ¿Cuál es el tema?
Los Padres apostólicos y escritos de los siglos I i II. Los doy a conocer mediante la redacción de unas cartas que se escriben “Mn. Joan Arnau Alzina” i “Clara Marqués Arnau” (tio y ahijada). Por ello, su título es: “Cartes noves, joves i velles”.
- Te hemos visto participar activamente en las fiestas de Ferreries y, de modo especial, en las fiestas de San Juan de Ciutadella. Impresiona como en una fiesta de tan alto recorrido histórico, la Iglesia ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos con naturalidad. Háblanos del significado que tiene para ti esta fiesta.
Las he vivido plenamente consciente que soy el “caixer capellà”, el que sale montado a caballo representado la Iglesia y presidiendo la Plegaria de vísperas en St. Joan de Missa y la Eucaristia en la Catedral. La fiesta nos da pié para explicar su origen religioso y para acercar, con total naturalidad, la Iglesia a los otros “cavallers” y pueblo. Muchas veces hablamos y hablamos de acercarnos más al pueblo presentado opciones que luego resultan de difícil aplicación. Las fiestas populares, en nuestro caso, nos brindan una oportunidad que debemos acogerla con total respeto y cariño.
- Me gustaría que seleccionaras de tu obra, ya extensa, el libro más importante y nos expliques su significado.
Me pides algo imposible. Cada obra, como cada hijo, tiene un origen y una vivencia concreta. Y todo en ellos es importante y diverso. Mis temas preferidos han sido: la reflexión diaria, la historia, la espiritualidad, el silencio, Maria, la vocación, … Mi último libro publicado fue aquí, en esta casa, la nuestra, la editorial Granada Costa. Es un libro de poemas que trata sobre Navidad, María y Pascua. Su título: “Qui comprèn la Nova i qui l’escamparà”. Este libro tiene el toque de ser el más reciente, el último que me ha motivado a escribir. En él, hasta el dia hoy, hay una sensibilidad especial.
Diego Sabiote
De todo lo interesante que dice me cautiva especialmente su trabajo personal en la reflexión, en el silencio, en la poesía…porque realmente tiene ese don del contenido oculto pero explícito en muchas de sus palabras como un gran don añadido al principal que conenta; la marca especial que sintió por Dios…
Como si fuera «normal en un sacerdote», considero que mucha gente da se admira muchas veces del sentido de sus palabras y quizá nunca se lo ha llegado a decir.