Portada » ENTREVISTA A PEDRO UGARTE
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Pedro Ugarte (Bilbao 1963) ha dedicado buena parte de su trabajo literario a la narrativa breve, con libros como Los traficantes de palabras, Manual para extranjeros, La isla de Komodo y Mañana será otro día. Ya en Páginas de Espuma, ha publicado El mundo de los Cabezas Vacías, varios de cuyos cuentos obtuvieron antes el Premio NH a libro inédito. Nuestra historia, que recibió el aplauso de la crítica y obtuvo el Premio Setenil al mejor libro de cuentos del año 2017. La expedición, libro que ha conocido distintas ediciones, reúne todos sus microrrelatos. Con Algaida, publicó Perros en el camino y en 2018 publicó Lecturas pendientes, un diario vinculado a su experiencia como lector y escritor. Sus novelas se han traducido al italiano y al francés, y sus cuentos al inglés, euskera, polaco y alemán. Su último libro publicado se titula Un lugar mejor (Páginas de Espuma, 2024) y es una recopilación de relatos donde se dan cita emociones dispares, reales, humanas y a veces hasta antagónicas.

Conocí a Pedro Ugarte hace años ya, por el 2015, cuando yo editaba mi segundo libro de relatos y me dedicó unas palabras para la contraportada. Fue un placer, además, que me acompañara en la mesa cuando lo presenté y a raíz de ahí, se fue gestando una amistad –que sin coincidir y quedar con mucha asiduidad– siempre, por ambas partes, hemos tenido la mano extendida, lo que no es muy habitual en estos tiempos y en estas lides. Gracias siempre, Pedro, por tu apoyo y en alguna ocasión, por algún que otro consejo literario.

En Un lugar mejor, nos volvemos a encontrar con nuestro Jorge. Y digo nuestro, porque los habituales a las lecturas de Pedro Ugarte, sabemos que utiliza un personaje, siempre o casi siempre, llamado Jorge. ¿Cómo surgió esa idea?

Sinceramente, no lo recuerdo bien. No creo que hubo un momento fundacional, una decisión fundacional. Algún día se me ocurriría reiterar en un cuento distinto el mismo personaje y después, con el tiempo, me pareció un buen recurso para no tener que presentar constantemente a distintos protagonistas. La identidad de Jorge se ha convertido ya en un elemento fundamental de mi trabajo. De seis novelas publicadas, Jorge protagoniza cuatro de ellas, y también protagoniza 60 o 70 cuentos. No hay vida humana que pueda incluir todas las cosas que ya le han ocurrido, pero solvento esa cuestión con una afirmación literaria: Jorge, más que un personaje, es una mirada. Y las personas que me leen comparten, creo, esa complicidad.

Un lugar mejor está estructurado en cuatro partes: las estaciones de la Memoria, de la Soledad, de la Mentira y Cuentos de la última estación. En esas lecturas, el lector-a se encontrará con situaciones y personas decepcionantes, zafias, otras no tanto, con su propia mochila; están también presentes los recuerdos, las sorpresas y, cómo no, la nostalgia. A veces “nada es lo que parece, hasta que la realidad se impone” ¿Partimos, al escribir, siempre de la realidad –como dice Soledad Puértolas–, aunque a veces la ficcionemos?

Es así, en efecto: el desencadenante de toda ficción literaria es la realidad. Incluso la fantasía, la narración histórica o la ciencia ficción parten de la realidad. Otra cosa es que el relato en cuestión se aleje más o menos de la vida que vivimos, de nuestros usos y costumbres, pero el origen siempre es el mismo: la realidad, lo cual es un modo de decir que, en el fondo, el origen de toda ficción literaria somos nosotros. 

Usted ha escrito varias novelas, poesía, libros de relatos. ¿Fue difícil dar con el título de este último libro? –que, por cierto, es muy sugerente y atractivo: Un lugar mejor.

Hay una cosa en que la composición de un libro de cuentos se parece a la composición de un poemario: la creación precede a la planificación. En la novela es a la inversa: la planificación precede a la creación. Es imposible emprender una novela sin una planificación antecedente. Sin embargo, en los libros de cuentos, como en los de poemas, casi siempre se empieza escribiendo… y la configuración final del libro surge a posteriori. En Un lugar mejor eso ocurrió de una forma radical: tenía muchos cuentos escritos, y no solo faltaba el título del libro, también el título del cuento que, al final, le daría su nombre. La configuración del libro me llevó a excluir varios cuentos del proyecto. Luego los ordené en secciones. Más tarde se me ocurrió un elemento unificador: insertar esa expresión (un lugar mejor) en todos los cuentos del libro. En definitiva, la práctica de la escritura fue muy por delante de la configuración conceptual del libro.

Hay relatos conmovedores, tiernos y, como he dicho, también duros y por diferentes razones. Me encantó cuando vino a decir en su presentación, que la familia es un buen caldo de cultivo literario y que además, según las circunstancias de cada quien, puede ser lo más gratificante o un averno. ¿Es difícil, si toca, asumir la segunda parte, cuando considero personalmente– que hay un excesivo culto a la familia, a la madre, a las relaciones materno-paterno filiales y a veces hasta entre los hermanos?

No es papel del escritor literario hacer juicios morales. En literatura, investigamos la vida, exponemos los problemas que acarrea vivir. Y la familia, en particular, es el entorno humano donde puede ocurrir lo mejor de lo mejor y donde, al mismo tiempo, los conflictos resultan más duros o dolorosos. En ese sentido, la familia es un auténtico laboratorio literario, un laboratorio, además, inagotable. Pero insisto en que una cosa es la literatura y otra muy distinta las consideraciones morales. Creo que alguien que quiera escribir debe descubrir su propia “verdad literaria” (que nada tiene que ver con la verdad religiosa, filosófica, científica o política) y, a partir de ese momento, entregarse a la escritura sin prejuicios, sin represiones, sin paños calientes.

Un lugar mejor, ha ido avanzando estaciones igual que el tren de su portada. Ha presentado ya el libro en innumerables ciudades. ¿Qué tal ha sido la experiencia?

Las campañas de promoción son duras, laboriosas, pero los escritores que las hacemos no podemos quejarnos: tienes un libro ya publicado, tienes innumerables citas para hablar sobre él con periodistas o directamente con los lectores, en presentaciones, clubes de lectura, librerías… No, no tenemos derecho a quejarnos: somos afortunados. En este caso, la promoción de Un lugar mejor ha sido una experiencia muy gratificante: hay lecturas de tu propia obra que son perturbadoras, porque los lectores encuentran en tus historias cosas que ni siquiera sospechaste, pero que son completamente verosímiles; incluso, en algunos casos, mucho más interesantes de lo que llegaste a imaginar.

¿Qué aportan esos viajes, ese contacto con personas de lugares tan diferentes, cuando se acercan y muestran interés por tu obra, por cómo se ha creado la misma y otra serie de cuestiones con relación al escritor y su creación?

En el plano personal, es muy enriquecedor porque conoces nuevos lugares e incluso, en ocasiones, hasta labras nuevas amistades. En el plano literario, el encuentro con lectores es el descubrimiento de nuevas lecturas. La persona que lee una historia se apropia de ella, y ejerce sobre la misma una total soberanía. Una buena amiga, Bego Orbezua, que me ha llevado a varios de sus clubes de lectura, reseñaba de esta manera las sesiones: “y a continuación los lectores le explicaron a Pedro Ugarte el contenido y el verdadero sentido de sus cuentos”. Y en más de una ocasión ha sido realmente así.

Y dígame: ¿quién conoce mejor a quién: usted a Jorge o Jorge a su creador jjjjj? Porque los lectores, conocemos a un Jorge de modos diferentes, en situaciones distintas, con más o menos edad…

A Jorge le han pasado muchísimas cosas. En un contexto urbano y contemporáneo, ha sido rico y ha sido pobre; ha estado casado, soltero, divorciado y en alguna ocasión viudo también; conocemos historias suyas de cuando era niño, adolescente, joven, hombre maduro y anciano. El personaje tiene mucho de mí, sobre todo en su modo de situarse en el mundo. Quizás por eso, cuando el año pasado escribí un relato, aún inédito, con un final extremadamente duro, decidí elaborarlo en tercera persona y crear un personaje específico para ese cuento: me incomodaba que el comportamiento del protagonista de esa historia fuera Jorge. Eso indica que… bueno, que me siento bastante identificado con las cosas que hace y con las cosas que le ocurren.

De todos los personajes e historias que aparecen en Un lugar mejor ¿hubo alguno que le costó más trazarlo hasta acabarlo, o todos fueron fluyendo?

No hablaría de dificultades especiales en la creación de personajes aunque, por supuesto, en mi proceso creativo hay otros problemas y obstáculos, y son muchísimos. De todos modos, articulando historias sencillas, con pocos personajes, la naturaleza de cada identidad personal surge con relativa facilidad. Lo que más me cuesta es el desarrollo de las historias. Frecuentemente, si tengo claro cuál va a ser el desenlace, lo escribo con antelación, y luego me cuesta mucho ir rellenando las etapas intermedias, enlazar escenas, hacerlas coherentes y verosímiles.

Uno de los apartados de su libro se titula Estación de la memoria. Supongo que, en la vida, el pasado siempre vuelve, lo que no quiere decir que sea malo ni mucho menos. Puede ser nostálgico o incluso ni eso. ¿Cree Pedro Ugarte que el pasado tiene peso a la hora de escribir y que a veces, sin buscarlo, nos traiciona y nos retrotrae a otro tiempo, a la hora de escribir, aunque lo combinemos con el presente?

Siempre he dicho que debemos hacer del pasado un acompañante, y no un lastre que entorpezca nuestro avance personal. Como sentimiento, me gusta la nostalgia, y reflexiono mucho sobre el pasado de la gente que quiero y sobre mi propio pasado, pero el pasado no debe condicionar lo importante, que es lo que queda en delante por vivir. Por otra parte, en mi trabajo literario, la memoria no es un elemento decisivo: sí lo es el pasado inmediato, el recuerdo de cosas o sucesos muy recientes. Pero no soy un escritor atado a la nostalgia de la infancia, de la primera juventud… No soy ese tipo de escritor y, por supuesto, eso no es ni bueno ni malo: cada cual tiene su mundo personal y su modo de contarlo.

Y en la Estación de la Soledad ¿qué no le gustaría vivir?

No me gusta la soledad involuntaria, cualquier clase de soledad involuntaria. Yo, como muchas personas, disfruto de la soledad, pero hay una diferencia radical entre la soledad buscada y la soledad impuesta. La soledad buscada, escogida, es fértil, grata, placentera… La soledad involuntaria es una de las formas más dolorosas del infierno.

Dentro de la Estación de la Mentira ¿qué es, a su parecer, lo peor de la mentira?

Por paradójico que parezca, las peores mentiras son las que no se pueden detectar. Todos practicamos ciertas mentiras y padecemos ciertas mentiras. Pero si somos conscientes de ellas (sobre todo, de estas últimas) mantenemos un cierto grado de dolorosa lucidez. Por eso las peores mentiras son las que no identificamos, porque eso instala en medio de nuestra vida un grado superlativo de falsedad y de ficción. En los cuentos de la sección Estación de la mentira, las peores mentiras son aquellas que, con éxito, se han disfrazado de verdad.

¿Cuál es o sería para Pedro Ugarte Un lugar mejor?

En mi actividad literaria, no me atrevo a hacer grandes planteamientos filosóficos. La literatura busca una verdad literaria, estética, sensorial, pero no es su objetivo buscar otra clase de verdad. Por eso en Un lugar mejor hay aspiraciones distintas, sueños distintos… Cada personaje, de alguna manera, intenta buscar un lugar mejor, que es exactamente lo mismo que hacemos los seres humanos: buscar un lugar mejor, ya sea en el espacio físico o en nuestra geografía emocional.

Un lugar mejor, un libro de relatos que recomiendo: se lee con agilidad, te hace pensar, raro que más de un lector-a no empatice con las historias narradas (porque creo que personajes y situaciones que ha descrito Pedro Ugarte en este libro, por suerte unas veces y por desgracia otras, nos los encontramos con bastante habitualidad).  Ha sido un placer leerlo y otro el volver a poder entrevistarle. Gracias por tanta generosidad.

María José Mielgo Busturia

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