Entrevista a Ana Martínez Parra, docente, escritora y poeta
El Proyecto Global de Cultura Granada Costa se reunió el pasado cinco de septiembre con la docente, escritora y poeta, Ana Martínez Parra. El lugar de la reunión fue la Plaza de la Constitución de Huércal-Overa (Almería). Ana Martínez, mujer puntual, muy elegante y de grandes conocimientos, ofreció una visita guiada por la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, la cual data de principios del siglo XVIII y está catalogada como Bien de Interés Cultural con tipología jurídica de Monumento.
Posteriormente, nuestra anfitriona nos dirigió hacia el Parque de Adolfo Suárez, donde procedimos a la entrevista que habíamos concertado. El motivo de dicho encuentro fue la concesión a su persona del premio Segura de Haro por el poema A ti, Amor. De este premio surge un libro con el mismo título, en que dedica poemas de admiración y cariño a su marido, que falleció cuando aún eran ambos jóvenes. Su otro poemario publicado, Vivencias de un destino, también está dedicado a la memoria de su marido, pero aquella vez lo hizo en clave de rabia y desesperación, un grito desgarrador llorando por la pérdida de quien tanto la marcó.
En cuanto al poema A ti, amor, Inma Rejón lo ha adaptado y le ha puesto música, junto a los arreglos de la empresa Sonora Records. De esta manera, cuando se presente el poemario en Huércal-Overa en el mes de octubre, podremos disfrutar de esta nueva versión en vivo y en directo.
Ana, en su compromiso por la cultura, pertenece a numerosas Asociaciones a favor de la misma. Podemos mencionar por ejemplo las Asociaciones Almansura o Tierra de Esparto, de la cual es Secretaria. En el marco de esta última, está desarrollando junto a la Editorial Granada Club Selección y otros compañeros y amigos del esparto, el libro Esparto Vivo, que aúna conocimientos sobre este material con literatura, historia y tradición.
Entre los poetas favoritos de Ana Martínez se encuentran Bécquer y Lorca, quienes la han inspirado en su obra. Su gran sueño es publicar toda su obra inédita, consistente en numerosos relatos, poemas y reflexiones.
Ana, ¿cuándo dirías que empezó tu amor por la cultura y la literatura?
Desde pequeña, aunque no podría decir exactamente la edad. Recuerdo sentarme en el regazo de mi padre, que me leía libros y periódicos, y leerlos yo con él también. Él era un gran aficionado a la lectura, pero los medios de acceder a libros en aquel entonces escaseaban. Siempre le agradeceré el tiempo que me dedicó, aquella acción que despertó en mí la curiosidad por descubrir todos aquellos símbolos. Desde entonces leía, escribía y también rayaba el papel. En cuanto a las artes plásticas, esta forma de expresión era fundamental para mí.
Las influencias de cualquier otro tipo en mi entorno son difíciles de describir. Mi padre era taxista y mi madre ama de casa, una mujer muy inteligente y muy concienciada con la formación. Ella se encontraba en su periodo de aprendizaje cuando empezó la Guerra Civil, y este suceso interrumpió dicho proceso. Aun así, nunca me forzaron a hacer nada, pero sí es cierto que siempre que pudieron me motivaron. Por ejemplo, en verano me mandaban a recibir clases para que no perdiera el ritmo. Aquellas clases las impartía Don José, que era muy severo, aunque no tengo queja.
Yo creo que todo eso fomentó ese deseo por aprender por el cual me preguntas.
Ana Martínez mostrando la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Huércal-Overa
¿Cómo transcurrieron los primeros años de tu periodo de formación?
Verás, las niñas que querían estudiar en aquella época y que residían en Huércal-Overa, como yo, se tenían que ir internas a un colegio de Vélez Rubio. Esto era algo que a mi madre le costaba aceptar, no quería separarse de mí.
Por eso, cuando me enteré de que el Instituto de Huércal-Overa se abría al ámbito femenino fue una gran alegría. No me preguntes por qué, ya que entonces no tenía la misma noción del conocimiento que tengo ahora, yo lo único que deseaba era saber cosas, leer y aprender. Mi primer poema, al Río Almanzora, lo escribí en este instituto. Tendría doce o trece años, y me inspiré en el poema que Gerardo Diego dedicaba al Río Duero.
¿Escribiste algo más?
Sí, por ejemplo, escribí “hombreando al toro”. Con este poema pretendía ponerme en el lugar del toro, intentar reflejar lo que siente este animal que muere a base de estocadas.
¿Te consideras antitaurina?
Es más complicado que aferrarse a los extremos… Evidentemente no quiero que ningún ser vivo sufra, si a eso se le llama ser antitaurino, a lo mejor lo soy. Entiendo la fiesta y la tradición, pero por la parte del toro… He estado dos veces en este espectáculo y sufrí lo indecible, creo que lloré incluso. Por el motivo que fuera, además del sufrimiento normal no hicieron bien la faena final… En fin, en mi caso no voy a ver los toros, pero quien quiera ir, está en su derecho. Este escrito aún lo conservo.
¿Tienes algún escrito más de aquella época?
Escribí novelas, muchas reflexiones y algún que otro poema.
Ana Martínez con El Canto del Cisne, libro de Carmen Carrasco Ramos
¿De qué trataban las reflexiones?
Eran existencialistas. Me planteaba el porqué de los acontecimientos, por qué somos los seres de determinada manera, qué hacemos aquí. A veces los hacía en primera persona, me preguntaba quién era, qué buscaba, por mi objetivo en la vida.
¿Has hallado alguna respuesta?
Muy pocas, realmente. Y ello aun cuando en mi vida la religión jugó un papel muy importante, en la educación y también porque mi madre era muy creyente. Al final de la fe me he quedado con los valores, la fraternidad, el amor al prójimo, el respeto hacia los demás… Pero también es cierto que ha habido momentos de dudas, de preguntar por qué pasan cosas aun cuando pides con tanta fuerza que ocurran de otro modo… De todas maneras, si hay algo que no me guste es que la propia religión amenace, atenace a la gente, que le impida expresarse.
Después de este periodo infantil y juvenil, empezaste tu carrera.
Sí, después de hacer COU me trasladé a Almería, sin saber muy para qué. Yo lo único que sabía es que me ahogaba el quedarme en mi pueblo a expensas de ser una posible ama de casa.
Ana Martínez con Del Sentimiento a la Voz, disco de Inmaculada Rejón
Querías tu propia profesión.
Tenía clarísimo que quería mi independencia, mi autonomía, lo tenía clarísimo. Esto, aunque yo realmente no lo pasé mal ni nada por el estilo en mi entorno familiar.
Cuando llegué a Almería pasé por la Sección Femenina durante un año, interna en un colegio. Aquel ambiente sí que me angustió. La parte de la disciplina la toleré bastante bien, y era hasta cierto modo instructivo, tener una buena organización, poner bien la mesa, etc.
Con el ambiente me refiero a cosas como la siguiente: en el aniversario de la muerte de José Antonio Primo de Rivera, viajaban hacia el Valle de los Caídos a cantar el Cara al Sol. Yo me negué, les dije que había ido a estudiar y no a realizar acciones políticas… Respetaron mi decisión, aunque no les gustó. Creo que fui la única de todo el colegio que no fue.
Al año siguiente busqué otra vía, que fue irme con las monjas, a la Compañía de María.
¿Tenías clara tu visión del mundo?
Realmente, yo ni opinaba ni dejaba de opinar, pero tampoco quería que me obligasen a hacerlo. La primera vez que tomé conciencia fue en las prácticas de magisterio, cuando me enviaron a La Chanca, la zona más humilde y más deprimida de Almería. Y cuando entré a trabajar con aquellos niños de cuarto curso me enamoré de mi profesión.
Trabajaba junto al párroco Don Marino y él me propuso enseñarle a rezar a una niña sordomuda además de al resto, lo que acepte como un reto profesional. Al final fue de ellos de quien aprendí, conocí su realidad, ellos, teniendo nada o casi nada, me abrieron sus brazos y me entregaron todo, me di cuenta de que hay muchas cosas que hacer en este mundo. El último día de las prácticas me fui llorando, no me quería ir de allí.
Después de la carrera y las prácticas, ¿qué pasó?
Me presenté a las oposiciones y aprobé, pero no saqué plaza. Entonces, después del gran esfuerzo que mis padres habían hecho, de mi propio esfuerzo durante toda mi formación… El verme sin perspectivas laborales me sentó muy mal, y me producía una gran ansiedad.
Lo que hice fue intentar ir a trabajar a los tomates. Le pedí a mi tito que me llevara, pero él se negó. Yo lloraba sin consuelo, me sentía fracasada. Entonces mi madre me propuso que diera clases particulares. Tras pensarlo un poco decidí aventurarme, al principio muy modestamente. Allí aprendí lo que era la individualización de la enseñanza y lo necesaria que es, más teniendo en cuenta que quien va a unas clases particulares tienen algún tipo de dificultad normalmente.
¿Cuánto tiempo diste clases particulares?
Durante diez años. Tenía muchos niños y niñas, y les daba las clases en mi casa de todas las materias. También ayudé a algunos adultos a conseguir el graduado. Y mira, yo me casé en octubre, pues hasta septiembre de ese año estuve dando clases.
También, con un grupo de maestros, recorría las pedanías de alrededores enseñando a los mayores, lo cual me ayudó a redescubrir de nuevo la enseñanza. Teníamos una pequeña subvención, con la cual no nos llegaba ni para gasolina.
En otra ocasión me concedieron una plaza laboral en María, un pueblo de la Sierra. Ahí ya estaba embarazada de mi hijo Antonio y estuve durante cuatro cursos, enseñando a los adultos.
En este espacio de tiempo, ¿cómo avanzó tu carrera cultural?
Durante el tiempo de la universidad, escribí un poemario de sentimientos. Por ejemplo, recogí cómo fue para mí salir del ámbito familiar, en el que siempre había estado y conocer personas nuevas. Desde entonces nunca he parado de escribir.
¿Todo ese material está publicado?
No.
Hablando sobre el libro Esparto Vivo, próxima obra de la Asociación Tierra de Esparto
Quizás con el tiempo lo vayas sacando, ¿lo conservas todo?
Para mí sería una gran satisfacción publicarlo todo. Sí que conservo la gran mayoría de lo que he escrito. Eso me lo enseño Germana Fernández, a quien le tengo un cariño especial. Es la única que ha leído el libro de cartas que escribí a mi marido tras su muerte.
¿Cómo valorarías tu tiempo como docente?
Ha sido mi pasión, desde el comienzo hasta el final, pasando por cuando obtuve plaza fija. Me encantaba la corriente bidireccional del aprendizaje. Los niños aportaban su sana juventud, y yo mi experiencia, siempre aprendí tanto de ellos como ellos de mí. Me esmeraba especialmente en dejar intacta su pureza, su inocencia.
En medio de esta vorágine vocacional, viviste una cruel fatalidad del destino; la muerte de tu marido.
Así es, ya es un dolor con el que sé convivir. Aquel día me levanté para dar clases aquí, en Huércal-Overa, me despedí de él como un día cualquiera. Cuando volví a casa, viendo que no volvía del trabajo, me acerqué a las tierras que estaba poniendo en producción. Por el camino encontré a mi hijo, que tampoco sabía dónde estaba. Los dos, junto a otro vecino, lo empezamos a buscar. En un primer momento pensábamos que había caído por un talud que hay en el borde de las tierras. Pero fue mi hijo el que encontró el tractor en una posición rara. Estaba encima de mi marido, que según los médicos falleció en el acto.
De ahí surgen las cartas.
Sí, surgen de la rabia e impotencia que tenía. Me lo arrebataron cuando estábamos planeando varios proyectos. Él quería abrir un despacho de abogados, y yo un gabinete de orientación escolar. Teníamos ilusión y ganas, y de repente todo se acabó.
Aunque ya hemos hablado de que nunca paré de escribir, empecé a ser más prolífica, y mis escritos hallaron nuevas cotas profundidad. Me senté a la mañana siguiente de su muerte, reflexioné sobre el futuro, y empecé a escribirle, me cabreaba con él por haberme dejado, pero también escribía de la buena persona que era.
Ana Martínez y José Segura, Presidente del Proyecto Cultural Granada Costa
Aparece también el primer poema, y luego poemario, que le dedicas a tu marido.
Sí, con el título Vivencias de un destino.
El prólogo del libro lo escribió Luis López, ex alcalde de Vélez Rubio.
Luis fue compañero de mi marido en el Parlamento Andaluz y en el prólogo habla de Conrado, y dice que simplemente recordarlo “ensancha el alma”.
Hablando de mi marido, era un hombre muy cabal, con un gran potencial, que se tuvo que hacer a sí mismo. El gabinete que quería montar iba a destinarse a defender a la gente trabajadora, a cambio de poco o nada.
En cuanto a la poesía, dices que Lorca te ha marcado especialmente.
Así es, a Lorca lo descubrí a través de mi profesor de literatura, que le encantaba recitarlo, junto a otros muchos poetas. También me enamoré de él gracias a Nuria Espert y su representación de Yerma.
Mostré tanto interés por el teatro que en un momento me pidieron que dirigiera alguna obra. Al final, una serie de chicos y chicas se reunieron, y con ellos pude hacer Bodas de Sangre. No teníamos ni vestuario. El traje de la novia, era mi propio camisón de novia. La ambientación era también muy minimalista.
¿Continuaste con este grupo de teatro?
Desgraciadamente no, pero sí que sigue activo el grupo Picoesquina, con el cual retomaremos muy pronto la actividad.
¿A cuántas asociaciones perteneces?
Pertenezco a Almansura, Tierra de Esparto, y al grupo de teatro Picoesquina.
¿Cuándo nace la Asociación Tierra de Esparto?
Nació de casualidad, realmente. Yo me encontraba dando clases en la localidad de Zurgena cuando en una librería di con un libro de Germana que me interesó. Gracias a otra amiga pude conocerla y nos dimos cuenta de que nos tratábamos desde el primer momento como amigas de toda la vida. Estuvimos hablando sobre intereses comunes, surgió el tema del esparto y con ello la idea de crear una Asociación. Estamos hablando de hace ocho o nueve años. A través de la Asociación hemos llevado adelante varios proyectos, con el objetivo de poner en valor a todas aquellas personas “anónimas” que aportan tanto a nuestra sociedad a través de este arte del esparto. En otras zonas se ha industrializado esta producción, pero aquí se trataba de un medio de vida. Lo hacían para tener al día siguiente algo que poner en la olla.
Se han hecho varios proyectos relacionados con la literatura, como este nuevo libro que estamos preparando junto a Granada Costa, Esparto Vivo. Por ejemplo, Germana creó un taller de escritura creativa, del cual surgieron varios libros. También dentro de la Asociación se crearon obras, una dedicada al Carbonero, un trabajador de la zona, y otra con propuestas pedagógicas para difundir los valores del esparto.
Esparto Vivo nace también de una anécdota, que es la confusión que hubo en Zurgena, donde está nuestra sede. Nos pidieron un artículo para el libro de fiestas relacionado con el esparto, pero publicaron otro en su lugar. A través de este suceso, Germana y yo decidimos realizar nuestro propio homenaje al esparto, y poco a poco fuimos atrayendo a más gente. He de decir que a todos los que se lo hemos propuesto han reaccionado con entusiasmo.
¿Dónde se presentará el libro?
Queremos presentarlo aquí, en Huércal-Overa, ya que varios de los participantes somos de aquí. También queremos llevarlo a Zurgena, Arboleas, Cantoria, Terque, Puerto Lumbreras, Águilas… A partir de noviembre la idea es que se sucedan todos estos pueblos.
Hablemos ahora de tu poemario y de tu premio Segura de Haro.
A ti, Amor es un poemario también dedicado a mi marido, pero esta vez no desde el dolor, sino desde el amor. No esperaba recibir un premio por este poemario, y es algo que agradezco mucho.
¿Y esperabas que Inma Rejón hiciera la música y adaptación del poema, junto a los arreglos musicales de Sonora Records?
Te digo lo mismo que la primera vez que me lo comentaste, aún sigo en shock, es un gran honor.
¿Tienes algo que añadir para finalizar la entrevista?
Me gustaría reiterar mi agradecimiento total por la recepción de este premio, que espero ayude a que la gente conozca un poco más lo que yo he sido capaz de plasmar, de la forma en que lo he hecho, el amor que sentía por mi marido.
Animo a otra gente, que como yo antes, se encuentre reticente a plasmar su ápice de sentimiento, más teniendo en cuenta la sociedad tan materialista en la que nos encontramos. Creo que debe estar presente en la vida de todos y cada uno de nosotros.
Entrevista por Carlos Álvaro Segura Venegas
Escritor, Máster en Abogacía
Bien venida Ana a nuestro proyecto de cultura. Un saludo muy cariñoso.
!!Y sigo en ello!!
Enhorabuena, Ana.
En la entrevista queda palpable tus inquietudes culturales y tus valores humanos.
Enhorabuena por el premio y sigue escribiendo. Estaré encantado de leerte.
Muy completa entrevista dentro de un bonito marco.
Yo también soy amante de los animales, en realidad soy animalista y en contra totalmente de la tortura que les infiere, incluidas las corridas de toros ya, que soy abiertamente antitaurina.
Mucho éxito con tu libro.
Excelente entrevista a una gran escritora y amiga personal. Una de las fundadoras de la Asociación Cultural Tierra del esparto en la provincia de Almería.
Escritora polifacĕtica e incansable trabajadora. Enhirabuena. Bienvenida a la Fundación Granasa Costa.
Muchas gracias por vuestras palabras son importantes y motivantes.Confio que, si leeis ese cúmulo de sentimientos que se hay en mi libro, vivias la intensidad de esas vivencias. Y mi agradecimiento por ese reconocimiento.