ENTRE DOS TIERRAS
A la llegada de esta carta espero…
Así era la comunicación que se tenía antes, cuando no existían los adelantos de hoy en día. Unas letras escritas, un sobre y sello y a esperar en un tiempo, a veces largo, respuesta de los tuyos. Familia, vecinos, amigos y amigas con los que conviviste largos años y ahora no ves. Reunido de nueva y buena gente también, pero tú echas en falta la otra, la tuya.
Muchas letras volaron de un lugar a otro mientras ibas creciendo, alguna fotillo maltrecha de alguien, que aún reconocías y aquella otra, la de tu amiga especial, con la que más tiempo pasabas y que jugando a las casitas os jurabais amor eterno, sin tener el más mínimo conocimiento de lo que decíais.
¡¡Y oye!! Las palabras siguieron volando y de pronto un día a ella en color la ves y lo propio al revés también, ¡¡caray!! Ya no erais tan críos como creíais, ahora las palabras costaban más reflejarlas en el papel, salían mudas hacia la mano que escribía y eso que vuestros corazones sabían muy bien lo que decir.
Las palabras dejaban de ser inocentes, ya no había juegos, ahora iban directas al ser de la persona, un quiero saber todo de ti, pero claro está, que con discreción y rubor.
La correspondencia era tardía en aquellos tiempos y por mucho que ellos se escribieran semanalmente, la respuesta no iba a llegarles más temprano.
Cuánta impaciencia siendo tan jóvenes, pues a ella no le llegó la de él ni a él le llegó la de ella.
Palabras bonitas, directas, algunas con picardía para poner a prueba al otro, con temor las contestaban no fuera que al otro le sentara mal. Así podían estar meses incluso yo diría que algún añito, pero claro nos hacemos adultos, aunque no pasemos de los diecisiete y queramos comernos el mundo.
En todo este tiempo no se hablaron de novios ¡¡Te imaginas, que alguno de los dos se hubiera ennoviado!! Pero no, no es el caso de nuestros protagonistas.
Ellos aún no se habían decidido a dar ese paso, ya sabían que se atraían el uno hacia el otro y las palabras que se dirigían eran mucho más personales, palabras escogidas y dictadas con poesía, que al leerlas les sonaban como notas musicales en sus oídos.
Los dos sabían que eran muy tímidos y que las palabras mágicas que tanto deseaban leer, les iban a costar bastante darles la luz.
La familia, sabida del hecho desde hacía tiempo por ellos, ¡¡Pero muchacho a qué esperas, eres tú el que tiene que dar el paso, así lo espera ella!! O por lo menos así se ha hecho toda la vida, le decía el padre al él. ¡¡Chiquilla, pero no seas tonta, si ves que él no se decide pues hazlo tú!! Le decía la madre a ella. Pero si en algo coincidían ambos padres era en decirles; vosotros tardad, que como se le ponga delante otro u otra que le adule los oídos, ya se os acabó la historia. Lógicamente entre ellos, no se decían los comentarios de sus familias, pero sí que a los dos les retorcía oír esas palabras.
Ya llevaban casi los dos años carteándose y ahora le tocaba el turno de contestación a Sandra.
En esta ocasión, en lugar de la escritura rápida, las palabras las componía lentamente, con dulzura y mucho romanticismo, poniendo en ellas todo su sentir hacia él.
Pasaron los días y Franco recibió la carta de ella, abría el sobre tembloroso porque había visto lo que ponía en una de sus esquinas, ¡¡Corre, corre cartero, que esta carta es para el chico que yo más quiero!! Franco después de esto y de leer la totalidad de la carta, vio con claridad los sentimientos de Sandra y lo que le estaba diciendo, no tenía por más fuerza que tragarse toda su timidez y expresarse con total franqueza, como ya correspondía, no había otra, ya no podía retrasarlo por más tiempo.
Esa misma tarde, Franco comenzó a escribir la carta dirigida a Sandra: ¡¡Amada mía, espero que estas mis palabras no te resulten violentas, pues te las digo desde el corazón!! Llevamos mucho tiempo hablándonos por el papel y viéndonos en fotografías, hace ya mucho tiempo que despertaste en mí un sentimiento hasta entonces extraño, con el tiempo supe lo que era y me hallaba muy a gusto pensando para mí mismo, que tú también lo podías sentir.
Pero como te habrás dado cuenta, mi timidez en ocasiones no me permite expresarme con la claridad suficiente, ni como mi corazón a veces desea. ¡¡Cielo mío!! Te amo desde lo más profundo de mi ser, no puedo más, mi espera ha sido larga para decírtelo y muy tormentosa para mí, ¡¡Te quiero amor!! Y te quiero para toda la vida, y es por ello que a través de estas letras te pregunto; Sandra vida mía, ¿Quieres ser mi novia con la intención de unir nuestras vidas en matrimonio en un futuro? Anhelo tu respuesta mi niña, como el aire que respiro.
Se me va a hacer eterna la espera, no he terminado de escribirte y ya los demonios se me llevan; ¡¡Y si te contesta que no!! Que sus sentimientos hacia ti son muy diferentes. ¡¡Pero eso no puede ser, sus últimas cartas me dan a entender que ella está enamorada de mí!! O por lo menos, eso es lo que percibo yo. Cariño sea cual sea tu respuesta, yo te amaré por siempre mientras viva.
No alargando más esta carta, recibe de mi parte un grandísimo beso con todo el amor que te pueda llegar tuyo siempre, Franco.
¡¡Ahhh mamá, mamá, Franco me quiere, me quiere y yo le quiero, le amo mamá!! Gritaba Sandra dando vueltas alrededor de la mesa del comedor, haciendo aspavientos con la carta en las manos. ¡¡Pero chiquilla, siéntate tranquila, qué te ha dicho!! Mamá me ha pedido que sea su novia con intención de casarse conmigo en un futuro, ¡¡Tú me oyes mamá, estoy loca de contenta!! Yo su novia y su futura esposa, mamá que alegría.
Sandra no pudo soportar más la emoción y se puso a llorar abrazándose a su madre. Cuando se hubo calmado un poco, la madre, para quitar hierro al asunto le dice; ¡¡Bueno hija mía qué le vas a contestar!! Sandra mira a su madre con una media sonrisa, ¿Qué qué le voy a contestar me preguntas? Sin dejar de abrazar a su madre, ¡¡Que sí mamá que sí, le quiero, le amo, quiero estar con él toda mi vida!!
Pasado un rato y habiendo comunicado al padre la buena nueva, Sandra y su madre seguían hablando en la cocina, cariño no quiero preocuparte, pero habéis pensado en la situación que vosotros estáis… Sandra estaba todavía en una nube, la había oído, pero… ¿Qué mamá? La distancia hija, que tú estas aquí y él está en Alemania, ¿has pensado en eso? Porque durante un tiempo las cartas van a estar bien, pero os llegará el momento en que no serán suficiente, deseareis veros, estar juntos como todos los novios, un noviazgo a distancia durante mucho tiempo, no acaba bien. ¡¡Jolín mamá, siempre me tienes que fastidiar el día!! No hija, para nada es mi intención, solo te expongo una realidad que la tenéis ahí presente.
Y recibió Franco la tan ansiada carta, no esperó a abrirla con cuidado, despedazó el sobre, suerte que no enganchó la carta.
Al leer los primeros párrafos, se volvió igual de loco que Sandra ¡¡Sí,sí,sí me ha dicho que sí!! Brincando por toda la casa, la amo, la amo, es mi novia, tampoco pudo aguantar el emocionarse y lloró a lágrima tendida ya sentado y apartando la carta de sus manos para no mojarla.
Continúo leyendo y llegó al problema que tenían y que Sandra le exponía; la distancia.
Franco, aunque ya lo había tenido en cuenta, pero solo de pasada, ahora, concretada ya la situación entre ambos, sí que empezó a ver un serio problema y así mismo se dijo que él le daría solución por el bien de los dos.
¡¡Mi amor, quiero que no te preocupes por la distancia que nos separa!! Yo arreglaré esto para que no ocurra, tú no hagas nada, ni pienses en ello, habrá solución mi vida.
Le expuso Franco en su siguiente carta a Sandra, entre otras muchas cosas, pero ya con mucho amor en cada palabra que ponía. Franco expuso todo lo acontecido a sus padres, los cuales quedaron artos de alegría, hasta que Franco llegó a la parte de la distancia, ahí como que se preocuparon un poco, temiendo lo que iba a pasar.
A los tres o cuatro días, Franco les pide a sus padres reunirse de nuevo, atentos a su hijo, este les comunica que su intención es la de irse al pueblo para estar cerca de su novia como debe ser.
Le pidió a su madre que hablase con su hermano, que le explicase lo que estaba ocurriendo y si lo podía recoger en su casa, que él tenía intención de buscar enseguida trabajo y colaboraría para su sustento con lo que ganase.
Los padres anticipándose a Franco, le dicen que ya han hablado con la familia, a parte de la alegría recibida, están encantados con que vayas a sus casas.
Ahora, nosotros te decimos que, por la situación de toda la familia, lo mejor es que estés con tu tío Miguel y tu tía Ana que no tienen niños, ellos ya te están esperando y con el hermano de tu madre ya hablaremos nosotros. Franco se abrazó a sus padres y les dio las gracias por comprenderles.
Estos le preguntaron a su hijo, que para cuando tenía la intención de partir, y él les contestó que en dos semanas que era el tiempo en que tendría que volver a escribir a Sandra, de esta manera no le escribiría y cuando estuviese esperando la carta, se presentaría él dándole la sorpresa.
Pues bueno, hablaré con mi hermano le pongo al corriente y le pediré que no diga nada a nadie, para que no se estropee tu sorpresa. Franco agradeció el gesto a sus padres.
La carta de Sandra llegó como siempre, a mediados de semana, le seguía contando lo feliz que estaba y las felicitaciones que recibía de todo el mundo, porque no se lo pudo callar y explotó de júbilo contándolo a todo el que conocía, se sentía extraña y feliz diciendo que tenía novio, que era novia, que palabra más bonita mi amor. Ella en esta ocasión, no le hizo referencia al tema de la distancia, pues ya le había dicho él que lo solucionaría.
La carta continuó, como son las cartas de una enamorada que escribe al que sabe que es su amor, amor verdadero y no un capricho de juventud a pesar de sus edades. Adiós mi amor, quedo a la espera de tu próxima carta con ansia y deseo.
Franco ya tenía preparado todo el equipaje y el pasaje de avión que lo llevaría a Sevilla. La supuesta carta de él, le tendría que llegar a Sandra entre el miércoles y jueves, él se presentaría el martes por la noche cuando nadie esperase nada.
Franco se despidió de su madre y hermanos el martes muy temprano, su padre se encargó de llevarlo al aeropuerto, ya en él y sacado el equipaje del coche, Franco y su padre se fundieron en un gran abrazo, su padre le pidió que tuviese siempre mucha cordura, sensatez, que se labrara una buena vida y que fuese feliz por siempre y si le quedaba un ratito, que viniese de vez en cuando a verlos. Así lo haré papá, no te preocupes.
Franco embarcó en el vuelo con destino a Sevilla y en cuatro horas ya estaría pisando suelo hispalense.
En un taxi se dirigió hasta Prado San Sebastián, terminal de autobuses, pero como el de Montellano no salía hasta las siete de la tarde, solicitó guardar su equipaje en consigna.
Libre de peso, salió a la calle en busca de algún lugar donde comer, comió en un sitio que le pareció perfecto en la calle Sierpes, extendió la sobremesa porque no tenía prisa, tomó dos cafés y un licor con templanza, se levantó y salió del local cuando le pareció y se fue paseando sin rumbo alguno.
Iban a dar las cinco de la tarde, tan solo faltaba dos horas para que su autobús saliera, paseando cayó en la cuenta de que algo le faltaba por hacer y antes de llegar al pueblo, sería lo lógico pensó.
Por lo que en cuanto se topó con una joyería entró y compró el anillo de pedida que más bonito le pareció y que también gustó a la joyera felicitándole por el buen gusto.
Siendo ya las seis y cuarto y como no sabía dónde estaba ni cómo llegar a la terminal, cogió un taxi que lo llevó hasta el Prado.
Sacó su equipaje de consigna y un trabajador le ayudó y llevó hasta la terminal de su autobús que ya estaba estacionado para salir a las siete. Franco metió sus maletas en el autobús y subió al mismo previo pago del billete, se acomodó en su asiento y deseando que pasaran los quince minutos que faltaban para las siete, aunque ya sabía que, hasta llegar al pueblo, echaría luego más de una hora.
El autobús arrancó a la hora en punto, Franco sintió una alegría extrema, por fin podría abrazar a su amada, estaba deseoso de llegar, el bus al ser el último del día, tenía el recorrido más largo pasando por todos los pueblos de su trayecto, no sé porque, Franco se pensaba que la ruta era directa, así que tardaría un poco más en llegar. Cuando Franco a través de la ventana tan solo veía la inmensidad sin fin de campos llenitos de olivares, se empezó a poner un poco nervioso, ya reconocía el paisaje y sabía que estaba cerca de su pueblo.
En veinte minutos, el autobús aparcaba frente a la fuente de la ranita, Franco bajó y sacó su equipaje, había cierta gente esperando a los que llegaban, muchos pusieron su vista en él como en alguien no conocido. Franco se encaminó primero a casa de sus tíos lógicamente y así poder descargarse del peso que llevaba.
Sus tíos al verle, se sorprendieron de ver lo grande que estaba y se alegraron muchísimo, hablaron un ratito y Franco les pidió disculpas, les dijo que luego seguirían hablando, pero que estaba loco por ir a ver a Sandra, sus tíos echaron a reír, ¡¡Anda vete, que verás la que vas a liar!! Su tía le dijo, yo voy contigo esto no me lo pierdo. La madre de Sandra y su tía eran amigas de toda la vida, cuando llegaron a la puerta, que aún la tenían abierta pese a la hora, Franco le dijo a su tía que entrase con la excusa de pedirle algo a la madre y a Sandra, que en la puerta había una amiga que quería hablar con ella.
La calle tenía poca luz y dominaba la oscuridad, Franco se apartó a un lado de la puerta, oyó lo que su tía dijo y a Sandra preguntar qué amiga. Y yo qué sé sal tú y la ves, le dijo su tía.
Franco oyó cómo se retiraba una silla y luego unos pasos que se iban acercando… Cuando Sandra franqueó la puerta, miró hacia el lado contrario donde estaba él y luego donde sí estaba, ella pegó un grito y él le pidió silencio, desde dentro preguntaron si pasaba algo, ella dijo que nada sin apenas poder hablar, dio un salto y rodeó a franco con sus piernas a la altura de su cintura, él la sujetó y se fundieron en un beso eterno, ella le rodeaba el cuello con sus brazos y le acariciaba ¡¡Mi amor como es posible, yo espero tu carta mañana!! Dime vida le decía sin parar de besarle.
¡¡Cariño ya no habrá más cartas!! He venido para estar contigo, para que no estemos separados, te dije que yo lo arreglaría verdad mi amor, ¡¡Si cariño, sí!! Le dice ella, pues desde hoy y para siempre mi niña, viviré aquí con mis tíos y tú y yo seremos una pareja como las demás y forjaremos un futuro juntos mi amor, porque quiero estar contigo para siempre.
Sandra le besó nuevamente y no pudo aguantar por más tiempo la emoción y llorando llamó a sus padres para que saliesen y saliendo fueron testigos al ver al chico allí, de lo que el amor es capaz de conseguir cuando se siente de verdad, como era el caso de Franco y Sandra con tan solo verlos…
A mi Princesa.
Gonzalo Lozano Curado