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Enrique Mateo Fernández, un humanista, se une a Granada Costa

Por M. Teresa Ayllón

M-Querido amigo Enrique, una persona buena y generosa, con una sensibilidad muy especial; que has viajado por el mundo más que Alejandro y Marco Polo juntos; madrileño octogenario, con sincera y profunda inquietud religiosa, impulsor de los movimientos renovadores juveniles de los años setenta y del movimiento de cristianos de base del Concilio Vaticano II; empleado de banca desde los 14 años a los sesenta y teólogo. Quiero expresarte el placer que sentimos esta comunidad cultural por contar con un humanista tan completo y comprometido con las Artes, las Letras y el pensamiento… Con la sociedad, en suma con la Vida, durante las últimas seis décadas y ahora pionero de los cohousing, alternativas de vida comunitaria frente al descalabro abusivo de muchas residencias de mayores… ¿Sabes, Enrique, qué difícil es presentarte, resumir a una persona con tanto fondo, con tanta vida, como tú? Ayúdame ¿Cómo te definirías tú mismo?

 E– Como has dicho: como persona buena y generosa, con mucha inquietud social, con mucha inquietud religiosa, con mucho empeño en que la gente se sienta feliz conmigo o que se sienta feliz y por ello hago lo que sea preciso… Soy un loco amante del Arte… Me han gustado ¡y me gustan! la danza y la pintura, la canción, la música en general, la escultura, la arquitectura…, he sido un loco del Arte… Creo que soy una persona con gran sensibilidad, lo cual me permite gozar como una bestia cuando estoy disfrutando ¡y bajar a los infiernos cuando estoy mal…!

–Dice con gran énfasis en todo su cuerpo- No tengo término medio en los sentimientos. Soy un disparate de persona, estoy muy por arriba o estoy muy por abajo. Últimamente he descubierto dos nuevas facetas en el arte que disfruto en gran manera. Una de ellas es la poesía; ya antes había escrito poemas pero no como ahora que vuelco el alma a borbotones casi cada día. Y la otra faceta es que he descubierto que sé bordar y en el bordado procuro con ahínco que sea artístico. También construyo belenes y he ganado 3 premios en Madrid.

Como se dice: Aprendiz de todo, oficial de nada. Vale, sí… pero he tocado muchos palillos aunque jamás toqué bien las castañuelas… Nunca he tenido oportunidad de aprender a tocar el piano o la guitarra ¡que me hubiera gustado! pero todo ello lo he gozado.

Soy una persona que hace caminos. No recuerdo nunca haber premeditado algo malo contra alguien ¡Jamás! Y soy incapaz de guardar odios. No puedo. Bueno, más o menos sería así como me presentaría yo –Y se ríe-.

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Enrique Mateo durante la presentación del último libro de María Teresa Ayllón, El duende y la hierbabuena

M- Entonces, Enrique ¿Qué tocas bien? ¿Las conciencias?

E- Las personas. Creo que tengo un tacto cariñoso y amable. Toco las conciencias y el cuerpo. A mí me encanta tocar el cuerpo, acariciar a las personas porque en la caricia puede haber mucha ternura. En la caricia y la mirada, juntas. Entonces esa caricia abre muchas veces el corazón, permite que se exprese por la boca y desahogue grandes penas y también muchas alegrías que se llevan dentro. Para tocar el piano ya es tarde y tal vez para la guitarra, aunque el año pasado intenté aprender pero quien me enseñaba se fue de Convivir y me quedé sin maestro. Pero me gusta cantar y cuando canto pongo el alma, interpreto, intento ser un actor que canta más que el hecho de cantar; me gusta leer en voz alta e interpretar lo que leo. Con la poesía es igual: escuchar a quien lee poesía y no la interpreta es insufrible. Y con esto creo que ya está todo, ya me he presentado ¿no?

M- Sí. Te has retratado bien. Háblanos de tu trabajo ¿De qué has vivido y qué ha significado para ti?

E- Me metí con catorce años al Banesto hasta que me jubilé y ahora vivo de la pensión que me ha dado ese trabajo, esos cuarenta y seis años de trabajo. No he tenido otros ingresos ni herencias ni nada de nada. Vengo de una familia muy pobre que no dejábamos en herencia sino bocas abiertas para comer.

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M- Y ¿qué herencia vas a dejar tú?

E- Un piso y un poco de dinero en una cuenta. No sé si les llegará para celebrar mi marcha. El rito que me gustaría que hicieran mis amigos y familiares queridos es una comida y se contaran qué de alegrías les ha dejado su tío o su amigo en el recuerdo. ¡Y ya está!

He dado todo lo demás en vida. He tratado de comunicar lo que aprendía, también del arte y de la vida, de mis sentimientos, de mis creencias religiosas… pero sin ánimo de convencer y menos de arrastrar a nadie para que la gente haga o piense, vaya a misa o a confesar ¡Jamás en mi vida he dado la paliza a nadie para que hagan lo que yo hago! Si me preguntan por qué hago lo que hago, lo explico y que hagan con ello sus cavilaciones.

Yo no quiero que la gente sea creyente quiero que sea feliz. No creo en un Dios autoritario y vengativo, que si no haces lo que yo digo te da con el garrote. Ni creo que nos diga lo que tenemos que hacer o creer. Eso es la intimidad de cada quien y eso es sagrado. Jesús habla de Dios como un padre bueno y quienes hayan tenido un padre bueno ya saben lo que es. Me educaron los jesuitas pero, aunque admiro y quiero a los jesuitas, no comparto su idea de obediencia. Es que el mismo Ignacio de Loyola, cuando fundó la Compañía de Jesús la llamó así porque era un militar fundando un cuerpo de milicia religiosa. Ya padecí muchísimo la obediencia; escuchar sin criticar ni dar respuesta es una aberración. No me gusta lo militar ¡y en relación a lo espiritual menos aún! Recuerdo que nos decían: si tu superior te manda barrer la escalera de abajo hacia arriba lo tienes que hacer sin rechistar, incluso si te manda barrer con el palo en vez de con el mocho… Eso es horrible. Otra cosa es la disponibilidad; el voto de disponibilidad es declararte dispuesto al servicio a tiempo completo… bueno eso sí. Se hacen muchos abusos horribles so pretexto de la obediencia ciega al superior.

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María Teresa Ayllón y Enrique Mateo

M- Ahora ya sabemos un poco de ti y la comunidad de Granada Costa quiere eso precisamente, que nos conozcamos para poder ser comunidad, en concreto en cuanto a la cultura ¿Puedo preguntarte qué te atrae de este proyecto, qué intereses tienes o ves en él?

E- Lo conozco solo a través de lo que tú me has explicado: que reúne a personas heterogéneas que buscan expresarse culturalmente y extender la práctica y el disfrute de la cultura. Es algo que tú ya sabes que me mueve y me compromete y que ¡penosamente! está en franco retroceso; la cultura ha de ser de todos y para todos. No puede ser solo para la élite, eso no es cultura. Me interesa participar en lo que haces –como siempre- ahora que hacemos recitales juntos, lo gozo enormemente. Pienso tal vez aportar de cuando en cuando lo que pueda a través del periódico o de otras formas… Por tu insistencia y la de otras personas me estoy planteando reunir mis poemas y que los valoren para una posible edición… No sé, iré viendo poco a poco qué lugar tengo aquí. Dudé porque se llama Granada Costa, aunque tengo muchos vínculos con Granada, pero ya me has dicho que es de ámbito nacional… Iremos viendo.

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Enrique Mateo sentado leyendo. Proyecto de Cohousing Convivir

M- Ya has leído varios de los últimos periódicos ¿Has pensado en alguna forma específica de colaboración, una columna o sección con cierta regularidad sobre lo que dominas?

E- Sí. Le he dado unas vueltas. Tal vez podría hablar de ciudades y provincias mezclando historia y arte del lugar, con alguna chispa anecdótica. Dar a conocer las cosas que se pueden ver en cada ciudad de España más allá de las que vienen en las guías… Creo que sería oportuno porque precisamente el proyecto Granada Costa es de ámbito nacional.

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Convivir, proyecto de cohousing en el que colabora Enrique Mateo

M- Mientras vas pensando la propuesta ¿Te comprometes a ilustrarnos sobre este modelo de vida en apoyo mutuo tan interesante? Son las residencias autogestionadas para convivir –o cohousing– como nuevas alternativas. En concreto en la tuya, de nombre Convivir, que es la que más conoces, en sus aciertos y dificultades.

E- Claro que sí. Y también podríamos escribir sobre el poder curativo que tiene el escribir desde el fondo. Eso que me has enseñado tú. También cantar para deshacer la angustia… Y tantas cosas.

M- Claro que sí. Otra vez llenos de planes ¿Verdad? Pues ¡Bienvenido al Proyecto Granada Costa, Enrique Mateo!

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