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EN TORNO A LOS DIAGNÓSTICOS SOBRE LA MUERTE DE UNA CRÓNICA ANUNCIADA

Que un alcalde de una ciudad como Granada, diga que lo que importa es coger el sillón, para compañeros que no comparten su actitud, ya dice mucho del personaje en cuestión: de los que se han desvivido por vivir de la política hasta no admitir desfallecer. Espada con la que “enquistar” el poder gracias a una carambola o acuerdo que le llevó a una mayoría sostenida como fuere, mientras compartiera y no cediera su parcela de gobierno, y se resistiera a hacerlo cuando se le exigiese como se vaticinó desde el principio. Con métodos o formas poco éticas, cambiando voluntades de repartir el gobierno como se acordó a los dos años o incumpliendo la palabra que se lleva el viento a su antojo. Por lo que si algo está claro es que no  juega limpio y miente mucho. Si no, no hay más que tirar de hemeroteca y analizar la calaña, y cómo le gusta ser un mantenido, pero con una astucia que ya no convence ni a los suyos. Dijo el 8 de junio que no quiere teatro sino reuniones discretas, con los que se han salido de su gobierno, indicando que por motivos propios hablaré con sus grupos. El significado de esta expresión roza el absurdo de lo absurdo, pero hasta dónde se le puede permitir que nos recuerde que los alcaldes tienen muchas posibilidades para garantizar que las cosas funcionen bien, y sobre todo si cuenta con los funcionarios para gestionar lo que su incompetencia ha puesto de manifiesto en los dos años de su desgobierno, sin proyecto de construcción y mejora para la sociedad granadina. Y pensando en su cinismo, dice que no le preocupa porque está el pacto antitransfuguismo, que se aplica a nivel nacional. ¿Pero es que ha olvidado que su partido ha sido uno de los ejemplos que menos  ha respetado el acuerdo? Y cómo puede justificarse con que no es pertinente que no dura lo que quiere el que lo ha votado: 14 de los 27 concejales sino el mandato. O sea, que para este señor lo que importa es lo que él quiera. Lo triste es que no le han parado los pies, desde hace un tiempo, ni unos ni otros; pero el tiempo ya no juega a su favor, y quizá desde el PP de la Junta tenga el motivo más que justificado para no contar con la poca estimación y garantía del partido camaleónico que lo representa. No se olvide que ni su jefe autonómico Juan Marín y que él puso ya no contaba con él para nada. La carroña queda en carroña, no había otra alternativa ante tal impresentable; que Sevilla y su partido no actuase ante los despropósitos de este señor no evitará la hecatombe a voces de la destrucción de la posición insostenible del mismo. De la incompetencia al caos, un trepa de la política como él dice, que terminará en la nada porque nadie lo quiere; si no sería otro actor cantarín, por eso se difumina, “lo que mal empieza, mal termina”, la erótica del poder junto a una ambición sin límites y una falta de valores en su torre de marfil; pero su mirada está perdida y caída en un pozo sin fondo. Desde un análisis semiológico y psicológico de sus frases recientes: “El PP tiene tiempo para reflexionar. Yo lo voy a hacer. Nunca he cometido excentricidades. Soy de sentido común…Las personas o rectifican pronto o la mancha les va a acompañar toda la vida” ya nos dice de lo que carece en estos tiempos de indigencia, y de poca estatura moral. Como si él fuese un modelo a seguir con todos los tejemanejes que ha hecho y deshecho a su antojo. Gustándole tanto el poder, que como no le echen del sillón, él no se va a levantar. En definitiva y utilizando la retórica para desmontar las falaxias en las que se ha sustentado: tanto tiempo las palabras de un mal sofista acaban ahogadas en el cieno de la nada. No o sí está dentro de una película pero nadie va a venir a rescatarlo. Ni siquiera va a encontrar un taxi para irse, se trata de su despedida: “jaque a su trono”. A nadie le interesa el plan de su chistera o pensamiento de un hombre que nunca será desconocido más que para sí mismo, porque es tanta copia y duplicado de su frágil identidad que su falsedad no oculta la verdad más trágica que su mentira. Por eso no se entiende y no hay derecho que se resista a marcharse, a la poltrona como si le fuera la vida en ello; al socaire de los que no sólo se van con las manos vacías sino con el alma. De los que excesivamente confiados no queda nadie que apueste por todo lo que apostó él. La jodienda se ha marchitado, ya no queda placebo, con el rostro desencajado puramente cadáver, desposeído ya de su divinidad o infinitud. Ya no hay miedo, hay la Granada invertebrada de la nada. Se abre la fosa, se silenciará el aplauso ante la muerte agónica definitiva, encallada en su propia mentira. Su jaque al rey le ha costado la reina y todas sus piezas de más alto realengo. No dudo de que alguien lo pueda hacer cambiar de opinión si no “aún está a tiempo lo que le quede de su dignidad, a un pajarraco que no lo quieren ni enjaulado”.

Francisco Velasco Rey

baena

Katena

Merendero

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