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El pequeño Pau y los peces de colores

El pequeño Pau es un niño despierto y espabilado que tan solo con sus tres años habla como una cotorra y no calla un solo momento en todo el día.

Lo único que hace es preguntar por todo lo que le rodea y se enfada y saca su mal genio si no le haces caso.

Hoy ha sido un día especial para él, por primera vez ha descubierto a los pececitos de colores.

El abuelo José tiene un estanque en el que tiene pececitos de colores.

Su padre se los ha enseñado y sus grandes ojos no podían apartarse de los pececitos de colores que no dejaban de nadar, iban de un sitio para otro. El pequeño Pau no podía apartar los ojos de lo que estaba viendo.

–Papá, papá, ¡mira, los pececitos son de colores y van muy deprisa! papá, papá, coge uno.

Su padre le contesta que no se pueden coger porque los pececitos no pueden salir del agua porque aquella es su casa y si los saca se del agua se morirían.

El pequeño y travieso Pau no ha hecho caso y ha metido su pequeña mano dentro del agua, quería coger un pececito, pero como es natural no ha podido coger ninguno. Por más que ha metido su pequeña mano los peces se le escapaban.

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–¡Papá, papá! cógelos tú que yo no puedo.

Su padre que estaba pendiente del pequeño para que no se cayera al agua le contestó.

–Pau, los peces no se pueden coger, pero para que tú los puedas mirar siempre que quieras el papá les hará unas fotos.

Y sacando la cámara de fotos les hizo varias fotos a los pececitos de colores.

Después de haber sacado las fotos se las enseñó al niño para que las viera.

–Mira Pau, ¿dónde están los pececitos de colores? Están aquí dentro y cada vez que tú quieras verlos el papá te los enseñará. Y cada vez que vengamos al huerto del abuelo vendremos aquí al estanque y podrás mirar cómo nadan los pececitos de colores en el agua.

Pero eso no le bastó al pequeño Pau, que no quería irse del estanque, porque eso de que los peces no se movieran en la foto igual que lo hacían en el agua del estanque no le gustaba demasiado.

Pero al fin, su padre pudo sacarlo de donde estaba el estanque y los pececitos de colores.

Pero no acabó aquí la cosa, porque al poner a dormir al pequeño Pau no se quiso dormir si antes no veía los pececitos de colores del estanque del abuelo José.

Su padre no tuvo más remedio que enseñarle las fotos de los pececitos de colores.

 –Papá, ¿los pececitos de colores también se van adormir como yo?

–Claro que sí. Ellos también duermen igual que tú y si tú no te duermes papá no te llevará otra vez a que veas los pececitos de colores que el abuelo José tiene en el estanque.

El pequeño Pau no quería dormir si no tenía a su lado a los pececitos de colores.

Su padre le prometió que si se dormía cada vez que fueran al huerto del abuelo él lo llevaría hasta el estanque donde están los peces de colores y podría mirar como nadan.

Así es que cada vez que Pau va al huerto del abuelo José sale corriendo hasta el estanque para mirar si aún están los pececitos de colores y una vez que los ha visto sale corriendo hasta donde está el abuelo José y le pide comida para darle a los pececitos. Con toda la paciencia del mundo, el abuelo le dice que aún no es la hora de darles de comer, que aún no les toca.

Pero por mucho que el abuelo le diga que no, el niño tozudamente no deja de insistir hasta que consigue que el abuelo suba a dar de comer a los peces, él entonces le pide al abuelo dar de comer a los peces.

El abuelo le pone un poquito de comida en su pequeña mano y el niño entusiasmado la tira al estanque mientras le pide más comida, para nuevamente tirarla a los peces que no paran de comer todos juntos mientras Pau no deja de mirar como abren la boca y comen todos juntos a la vez.

–Más abuelo, más — le pide el pequeño.

Pero el abuelo le dice que ya no le puede dar más comida, porque si les da más comida se pondrán malitos. Cada noche cuando se va a dormir le pide a su papá que le enseñe los pececitos de colores del estanque del abuelo José y con la imagen de los peces de colores se duerme esperando el nuevo día en que pueda ir a ver de nuevo a sus queridos peces de colores, los del abuelo José.

 

Josefina Zamora Buenafuente

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