El “grafiti” progresa en vulgaridad – A TODA COSTA

Recuerdo en mis años mozos…

 … Que con una tiza en las manos, o aquel trozo de yeso con filamentos de esparto encontrado en los escombros de un derribo, corríamos calle abajo, en nuestras piernas, prendido el temor de ser descubiertos.

Habíamos dejado en una pared nuestra rebelión amorosa ‘Juan quiere a Carmencita’, la carrera estaba justificada, no fuera a vernos la mencionada Carmencita y descubriera el secreto.

Más tarde, alejados, seguíamos y sobre el suelo asfaltado, cuando se encontraba, pues no todas las calles gozaban de este pavimento, poníamos los fervores de amor idílico de otro amigo, sobre aquella pizarra enorme que era la calzada.

Hoy las pintadas son otra cosa, ensucian con productos ‘Spray’ indelebles y lo hacen sobre edificios emblemáticos de la ciudad, cuanto más grande es la pintada mejor, y puesto que para estos individuos es reivindicativa, no corren, todo lo contrario, permanecen con el bote en la mano y los de repuesto en la mochila, quietos desafiantes orgullosos de su osadía a plena luz, claro que con la catadura que lucen a ver quién les dice algo.

Estos desalmados no solo profanan las paredes de los lugares históricos, sino que se precian de hacerlo ofendiendo a los demás, se amparan en sus oscuros propósitos con pintura negra y negras intenciones.

Con su bravuconería, crispan, dividen y saben, que en silencio algún emboscado aplaude su gamberrada.

Así están las cosas y así nos va contra estos energúmenos, no sirve de nada denunciar, solo cabe comprar un bote de pintura blanca y convertirnos en improvisados pintores-restauradores, de los insultos al alma, por parte de algunos desalmados.

Francisco Ponce Carrasco

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