Portada » EL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD

Esta  NAVIDAD 2020 va a ser diferente por muchísimas razones. No se va a parecer a ninguna de las anteriores, pues vivimos una situación nueva, excepcional. Estamos sufriendo una pandemia, con rebrotes incluidos, y a la cual no se le ve el final. Por ello tenemos muchas limitaciones, aun sabiendo que son las fiestas más familiares del año.  El no poder compartir y expresar el afecto físico y espiritual con los nuestros, con los amigos de siempre, vecinos, etc.  Nos hacemos tantas preguntas… ¿Qué sentimientos nos invaden?  ¿Cuánta alegría, amor, paz, prosperidad, somos capaces de transmitir sabiendo que faltan muchos seres queridos? ¿Es posible una  Feliz  Navidad sabiendo que hay “colas del hambre” en nuestro país, familias que no tienen para comer y miles de personas que vagan por España a “la buena de Dios”?

Pero, como todos los años por estas fechas sentimos unos enormes deseos  de celebrar la Navidad, en toda la extensión de la palabra, como buenos cristianos. En la Nochebuena revivimos el nacimiento del Niño-Dios, nos sentimos inundados de una alegría infinita, suenan los órganos en las iglesias engalanadas para la ocasión, cantamos villancicos, nos felicitamos los unos a los otros… pues ha nacido el SALVADOR.    Es costumbre  en la tradición cristiana encontrar en las casas el “Belén o Nacimiento”, donde las figuras centrales son la Virgen, San José y el Niño Jesús;  todo lo demás  gira en torno a ellos: la mula y el buey y junto al portal los ángeles anunciadores: “GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS, Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD”;  escenas  evangélicas como la adoración de los pastores, además de otras gentes populares y humildes que dan sensación de realidad. El ambiente de las calles con sus barrios típicos, sus palacios, el mercado, la castañera,  el carro del vinatero, los borricos con verduras, el herrero, los pastores con sus rebaños, el ajetreo de la posada, los músicos, los niños que curiosean, las mujeres lavando en el río de agua cristalina; unas que sacan agua del pozo, otras amasando el pan, cerca del pueblo los animales, palomas, gallinas, corderos… Todo el pueblo trabaja, está en movimiento.  También merece mención especial la comitiva de los Reyes Magos de ese Oriente misterioso. Son  magos que profesan el culto de los astros. Son tres y van guiados por una estrella, siguen la luz que les guía y van siempre adelante, les señala el camino y el lugar del misterio. Entran, se postran y cándidamente adoran y ofrecen presentes dignos de un rey: oro, símbolo del amor y del fuego; incienso, símbolo de la plegaria; mirra, símbolo del sacrificio.

El origen del belén se remonta al siglo XIII (1200-1226), cuando se realizó en la pequeña localidad de Torre del Greco (región de Campania, Nápoles) una representación viviente con los acontecimientos que rodean la fecha de la Natividad. Parece que fue San Francisco de Asís el inspirador de esta representación escénica. Se cree que el primer belén se hizo  con figuras de barro en Nápoles a finales del siglo XV, pero su popularidad se la debemos al rey Carlos III.

Y aquí tenemos una muestra de  cómo la musa popular canta la adoración de los tres Reyes Magos:

“En Belén tocan a fuego,

del portal sale la llama;

es una estrella del cielo

que ha caído entre la paja.

En el portal de Belén

hay estrella, sol y luna:

la Virgen y San José

y el Niño que está en la cuna.

……………………….

Los tres Magos del Oriente

caminan con agua y frío,

hasta llegar al portal,

a ver al recién nacido.

Los Reyes Magos caminan

guiados por una estrella

hasta llegar al portal

donde hallaron la más bella.

Al Niño recién nacido

todos le traen un don;

yo soy pobre y nada tengo;

le traigo mi corazón.”

   Además de los villancicos populares, nacidos del corazón, no podemos olvidar que también abundan en la literatura española, en los poetas del Renacimiento y del Siglo de Oro: Berceo, Góngora, Lope, Calderón, San Juan de la Cruz, Fray Luis de León,  Luis Rosales, Gerardo Diego…y muchos más. Donde la temática es muy variada: unas veces el ángel dialoga con los pastores, con la Virgen y el Niño, anuncian la buena nueva, preparan dulces, quesos, frutas para llevarlos a Belén, o describen las cualidades de las flores, los campos, ya el perfume, ya su gracia… para acabar siempre comparándolas y ofreciendo  al  Niño-Dios.

En definitiva, si todos estos  actos  que celebramos durante las fiestas de Navidad nos llenan de emoción, sentimiento, alegría, bondad, humildad, amor y paz….habremos gozado del ESPÍRITU DE LA NAVIDAD.

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Aurora Fernández Gómez

Peñón s

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