EL CACABALLERO DE BARRAX –I

TERCETOS ENCADENADOS
Sigo surcando las largas besanas
de mi pensamiento que ya no muere…
por mí, un día doblarán las campanadas.
Alegrando a mi alma que se quiere
morir, en la tierra que hemos nacido
respetando aquello que nos prefiere.
No estar encadenado ni vencido
siempre adelante todo es hermoso.
Que nadie me crea que estoy rendido.
Si con la nobleza soy generoso
y con la disciplina más candente
que se va venciendo al más poderoso.
Empapándose con sudor la frente
dejé mi juventud en la lejana
tierra, cuando se está tan pendiente.
Del amor más fiero que ya se pasa
y son lamentaciones del olvido;
cuando se está tan lejos de la casa.
Y de aquel pueblo donde hemos vivido,
de nuevo volveremos con descanso
y con la cautela de lo aprendido.
Ver nacer una nueva primavera
con la paz sosegada; será remanso
del jardín del Edén que se venera.
Con una misma libertad que no muera
como la flor, el verso y la armonía
que en los labios del poeta es la primera.
