El abuelo José y el jardín
Como todos los años, el invierno llega, y como de costumbre, el abuelo José se toma unas pequeñas vacaciones, pues deja dormir la tierra para que descanse hasta el año siguiente, cuando empezará de nuevo con su querido huerto y sus queridas plantitas.
Este invierno no ha sido demasiado bueno para el abuelo José, porque ha estado un poco “pachucho” y eso de estar metido todo el día en casa no es que le guste mucho. Pero qué le vamos a hacer, ha tenido que armarse de paciencia y dejar pasar los días, porque a pesar del frío a él siempre le ha gustado pasearse por su pequeño huerto pensando lo que va a hacer en cuanto llegue la primavera — “aquí haré esto, aquí haré lo otro” — y donde plantará las cosas.
Y de paso, le cuidará las flores a su mujer, porque aunque proteste porque el jardín le quita tiempo para cuidar de sus verduras, solo lo hace de boca para afuera porque a él le encantan las flores de su esposa, tanto como a ella. Y le encanta pasearse por el pequeño jardín y lo riega con todo el cuidado del mundo para que no se rompa ninguna flor, y cada vez que sale una nueva, lo primero que hace cuando llega a casa es contárselo a su esposa.
–“Mamá, ¿ya sabes que aquellas flores que plantaste en el jardín ya han florecido y son preciosas? Ya las verás cuando vengas”.
Cuando los rosales sacan las primeras rosas, sin decir nada corta las más bonitas y se las lleva a su mujer, a la que ama mucho aunque a veces discutan, pero son tantos años de estar juntos que ya no pueden pasar el uno sin el otro, porque el amor que sienten es más fuerte que todo, y por eso cuando aparecen las primeras rosas él siempre las coge y se las lleva a ella.
–“Toma, mamá, son para ti, te he cogido las más bonitas”.
También se enfada si alguien toca las flores, porque son de su querida esposa y no quiere que nadie las toque
Como todos los años, la primavera está por llegar y el abuelo José ya está preparando la tierra para plantar sus queridas verduras y, de paso, junto con la abuela, preparan el jardín, que luego él cuidará más que a la propia abuela, porque, como ya he dicho, por mucho que proteste, de boca para afuera, a él le gustan tanto las flores como a ella, y más cuando el jardín está en todo su esplendor.
Con todo mi amor, esta pequeña historia es para ti, querido José, por cuidar de mi jardín.
FIN
19 de marzo de 2015
Josefina Zamora Buenafuente